En vacaciones de agosto pasadas fui al aeropuerto y pasé por las ventas de cocos en el “cocódromo” de San Luis Talpa” comprando uno. Cuando me alistaba a pagarle el dólar, que según yo era su precio, la vendedora me dijo que costaba tres dólares. Pensé que se trataba de una broma, pero en realidad ese era su precio. La explicación que me dio la señora es que todo estaba más caro y que a ellos les vendían caro el fruto y que “le guste no le guste a la gente”, estaban obligados a venderlo a ese precio para sacar algo de ganancia. Por curiosidad pregunté en otras cuatro ventas de coco y en todas el agua de coco costaba tres dólares bajo la misma justificación. Es decir, se habían puesto de acuerdo para hacer una fijación de precios ilegal y que los consumidoresno tuvieran otra opción.

En la última venta de cocos a la cual pasé estaba un camión descargando el producto que trasladaban desde la isla El Jobal o Espíritu Santo, en la bahía de Jiquilisco. El conductor me dijo que debido a lo caro del combustible habían incrementado el valor del ciento de cocos y lo vendían a $45 el ciento, pues antes costaba $40. Es decir que cada fruto costaba $0.45 centavos y los comerciantes estaban obteniendo ganancias de $2.55 por unidad, aprovechando la demanda. Las vacaciones pasaron y el precio de los cocos que antes era de $1.00 se quedó fijo en $2.00.

Lo de los cocos apenas es un ejemplo de cómo se han incrementado los precios de la mayoría de productos. Acostumbro comprar “alborotos” y la bolsita de dos de ellos me costaba $0.25, pero hace meses la señora que me los vendía en la calle me dijo que desde entonces ya costaban $0.35, o sea que aumentaron el 40 %, porque según ella el maicillo, la miel y el aceite están más caros. Son apenas $0.10 más los que ha aumentado, pero sin darnos cuenta o sin tener control de la situación todo se fue para arriba. Las frituras que costaban $0.10 de repente pasaron a sufrir un incremento del 50 %, pues ahora valen $0.15 o más. En todos los mercados y supermercados los productos tienen precios mayores. En diciembre aprovecharon para aumentarle a las bebidas gaseosas y a otros productos. Luego, todo ha sufrido un incremento, algunos exorbitantes.

Cuando escasearon los granos básicos y los productos lácteos las pupuserías aprovecharon para aumentarle el precio a las pupusas. Relativamente volvió la normalidad, pero los precios se quedaron elevados. En otros casos el producto lo disminuyeron en tamaño (el pan, las tortillas, las porciones de alimentos, etc.). Todo va en aumento en detrimento de los hogares salvadoreños. La Defensoría del Consumidor anunció la semana pasada que investiga a por lo menos 260 empresas dedicadas a la importación y exportación de alimentos, así como puntos mayoristas, por presunto incremento de precios. Recordó que como sanción las empresas que hayan aumentado injustificadamente los precios o acaparen productos, podrían ser sancionados hasta con 500 salarios mínimos. Perfecto, así se debe actuar, pero debe hacerse a escala nacional, con todas las empresas independientemente del rubro que venden o distribuyen, léase medicinas, repuestos, enseres, ropa, etc.

Me parece que también deben verificar los posibles abusos en los negocios o ventas informales donde es evidente que hay acuerdos para fijar precios. Por ejemplo en las ventas de coco, en las pupuserías, en las panaderías, y otros. Es verdad que todo está más caro, pero muchos piensan insolidariamente y se aprovechan de la situación para afectar a sus clientes o consumidores de manera descarada. Por supuesto que a una pupusería o una dulcería no se le pondrá una multa de hasta 500 salarios mínimos, pero si alguna amonestación (o al menos un llamado de atención), para que tampoco abusen de los precios. La crisis internacional económica generada por diferentes motivos debe llevarnos a ser más solidarios. A entender que las necesidades son las mismas de siempre y que si le aumentamos indebidamente a todos los productos, al final generamos un desbalance en las economías domésticas, especialmente las familias pobres, que ven como el precio de la canasta básica se eleva hasta convertirse en inalcanzable.

Según la Defensoría del Consumidor que respecto al año pasado el precio de la canasta básica urbana ha aumentado $31.75, mientras que la canasta básica rural ha subido $27.43. Sin embargo, sostiene, sigue siendo la más baja de Centroamérica. Esto último no es comparable, pues cada país contempla una cantidad diferentes de productos, es decir que no es una canasta básica estándar. Tampoco es estándar el salario mínimo en la región o el porcentaje de trabajadores que lo gana, ni siquiera la moneda es la misma. Cada país tiene sus peculiares características y hacer comparaciones es ilógico cuando ni lo mismo producen o consumen.

En fin, la Defensoría del Consumidor no debe desmayar en la verificación e investigación de las empresas que abusan de los precios, pero también debe poner atención sobre aquellos comercios formales o informales que acuerdan fijar precios en detrimento de las economías domésticas de los salvadoreños, que podemos llamar al 910 o al whatsapp78441482, para denunciar cualquier alza injustificada o abusiva.