El 26 de febrero de 2013 en el centro de la ciudad de Soyapango un autobús de la ruta 41 chocó contra mi vehículo, producto de lo cual sufrí graves lesiones en mis costillas y rodilla. El carro quedó destruido completamente y pese a perder el conocimiento no morí calcinado porque el tanque de la gasolina se reventó y personas altruistas me sacaron cuanto antes. Una ambulancia municipal me trasladó de emergencia al Hospital Amatepec del ISSS donde permanecí en cuidados intensivos por casi dos semanas. Al recibir el alta médica pasé más de un mes en recuperación y gasté un dineral en mi proceso de recuperación con fisioterapistas y médicos especialistas. Afortunadamente la recuperación fue casi total. Hasta hace poco todavía sufría las secuelas físicas. La verdad, es que estuve a punto de morir

Sufrir un accidente vial grave es muy doloroso. Muchos quedan con graves secuelas, a otros les amputan algunos de sus miembros superiores o inferiores, la mayoría queda con traumas psicológicos o lisiados o discapacitados para el resto de su vida. Por desgracia algunos mueren generando graves daños a terceros, léase a sus hijos, viudos, viudas, y demás familiares. La mayoría de los accidentes viales se pueden evitar si conducimos a la defensiva y respetando las leyes de tránsito, aunque algunos ocurren de manera fortuita o por culpa de otros conductores distraídos o irresponsables.

Un reportaje publicado en Diario El Mundo la semana pasada recoge las declaraciones del ministro de Salud, Francisco Alabí, quien señaló que el tratamiento de un paciente lesionado producto de un accidente de tránsito le cuesta al Estado hasta 20 mil dólares. En mi caso, mi proceso de recuperación costó mucho más que eso y los dolores fueron tan intensos que en algún momento hasta quise morir.

El funcionario señala que hay procesos de recuperación que pueden durar seis, siete, ocho o más meses. Inclusive años, lo cual representa un elevado costo para el Estado y, desde luego, un doloroso proceso para el paciente, lo que afecta al núcleo familiar que subsidiariamente sufre por el dolor su ser querido.

Las estadísticas el Observatorio Vial del Viceministerio de Transporte señalan que solo en los primeros once meses del año el Ministerio de Salud había atendido a más de 12 mil lesionados en accidentes viales, de los cuales más de 5 mil fueron producto de accidentes en motocicletas. A propósito de accidentes en motocicleta, el 51 por ciento se debe a que los motociclistas conducen bajo los efectos del alcohol o las drogas. Las estadísticas indican que el 72.28% de los lesionados son hombres y el 27.72% mujeres, la mayoría jóvenes en plena edad productiva o formación académica o laboral. La mayor cantidad de lesionados se ubican en el rango de 21 a 25 años de edad, le siguen quienes tienen entre 26 y 30 años, luego el rango de 31 a 35 y en cuarto lugar quienes tienen entre 16 y 29 años. Es decir que mayoritariamente son nuestros jóvenes quienes están sufriendo de lesiones a causa de los accidentes.

Desde enero hasta el 11 del mes en curso se tiene registrado 16,347 accidentes en el país, siendo San Salvador, el departamento con mayor densidad de vehículos de todo tipo de vehículos el que más lesionados y accidentes presenta. Igual, es el departamento con más muertos por accidentes viales. Le siguen Santa Ana y San Miguel. Se vienen las vacaciones decembrinas y con ello las celebraciones a veces desenfrenadas, lo que se traduce en un incremento de accidentes y por ende de víctimas. Desgraciadamente algunos morirán por causa de la epidemia de percances viales. Hasta el 30 de noviembre pasado 1,095 personas habían muerto en accidentes. O sea, 3.27 salvadoreños mueren a diario en accidente. La mayoría jóvenes y seguramente seres valiosos que fallecen.

Las cifras son tétricas. Hasta 2020 por cada 100 mil salvadoreños 906 resultaban lesionados en accidentes viales. Esa cifra se mantiene o la hemos superado por muchos motivos, entre ellos la saturación vehicular, la falta de precaución, la irresponsabilidad al volante, el mal estado de los vehículos, el deterioro de algunas calles, el irrespeto a las leyes de tránsito, la falta de pericia de los conductores, el alcoholismo y la drogadicción y un largo etcétera. Los números no mientan y señalan que a diario un promedio de 36 personas resultan con lesiones (generalmente politraumatismo) en El Salvador.

Razón tiene la Organización Mundial para la Salud (OMS) cuando señala que se trata de una epidemia de accidentes viales que dejan a personas discapacitadas y que arrebata vidas valiosas. Según la OMS, a escala mundial la mayoría de víctimas mortales son personas cuyas edades oscilan entre 20 y 29 años, lo cual es coincidente con la realidad salvadoreña. Se estima que 1.3 millones de personas mueren en el mundo a causa de accidentes, cifras a las que el país aporta 3.27 muertos diarios.

Los salvadoreños podemos ayudar a reducir el gasto del Estado y la cantidad de lesionados y muertos por accidentes viales. Necesitamos concienciarnos y conducir a la defensiva con mucho respeto a la normativa de tránsito. Tenemos que cuidar nuestras vidas, la de nuestros acompañantes o pasajeros, la de los peatones y la de otras personas. Nadie sobra en este mundo, todos somos necesarios. Tener vehículo no es un lujo, es una necesidad, conduzcamos con responsabilidad... en casas nuestros familiares nos esperan sanos y salvos.