El potencial de los espacios públicos para catalizar el desarrollo económico y social es una realidad que Sabina Velásquez de Alger, una empresaria comprometida, ha puesto en relieve al fundar en las cercanías del Parque Cuscatlán, la Casa del Parque. En su testimonio, Sabina destaca cómo este espacio se convirtió en un motor para su nuevo negocio.

“Cuando el parque comenzó su intervención, también comenzó una nueva etapa para nosotros. Sabíamos que tener un parque tan increíble como vecino, sería una oportunidad perfecta para revivir la zona. Hicimos oficial el nombre de “La Casa del Parque”, un espacio que ahora se dedica a ser sede de eventos culturales, familiares y sociales, algo que sin duda no hubiera sido posible si el parque no fuera la joya de espacio que hoy es”, explica Sabina.

En muchos países alrededor del mundo, como Estados Unidos, México y Colombia, los parques urbanos se erigen como símbolos emblemáticos que forman parte integral de la identidad de las ciudades. Por ejemplo, el Bosque de Chapultepec en México es un destino turístico tanto para locales como para extranjeros. La afluencia de visitantes genera una demanda constante de servicios turísticos y comerciales, lo que a su vez propicia la creación de empleos y oportunidades empresariales. Al cuidado de este espacio se encuentra la entidad pública: Secretaría de Medio Ambiente (SEDEMA) y, para proyectos de capital una organización privada: el Fideicomiso del Bosque de Chapultepec.

La causalidad entre espacios públicos y desarrollo económico está intrínsecamente ligada a la capacidad de generar seguridad, actividades atractivas y accesibilidad para sus visitantes y mantener un ambiente limpio e instalaciones en buenas condiciones. En el caso del Parque Cuscatlán, esta fórmula se ha implementado gracias a la alianza con la Alcaldía de San Salvador, el respaldo de donantes locales y la colaboración de la cooperación internacional como la Agencia para Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID).

La transformación de un parque en un centro de actividad económica y social requiere tiempo, paciencia y constancia, beneficia a los empresarios y trabajadores locales y fortalece el tejido social y la cohesión comunitaria. Los restaurantes, cafés, tiendas de souvenirs y servicios turísticos que surgen en las cercanías de parques satisfacen las necesidades de los visitantes y también dinamizan la economía local al crear empleos y oportunidades de emprendimiento.

En el caso específico del Parque Cuscatlán, su evolución hacia un centro de actividad económica y social es un testimonio vivo de los beneficios tangibles que pueden derivarse de una gestión proactiva y una visión compartida de desarrollo comunitario. Los eventos culturales, deportivos y recreativos que tienen lugar en el parque no solo atraen a visitantes locales y turistas, sino que también promueven la inclusión y la diversidad, convirtiéndose en un punto de orgullo para la ciudad de San Salvador y sus habitantes.

Claro que en este camino hay grandes retos, como los meses que las calles permanecieron cerradas por la implementación del proyecto de iluminación subterránea liderado por el Ministerio de Obras Públicas y Transporte (MOPT), pero hoy en día la zona ha ganado atractivo y las aceras, parte trascendental del espacio público, están en excelentes condiciones.

El compromiso continuo de las autoridades locales, la colaboración de organizaciones como FUNDAPARC, el apoyo de agencias internacionales y emprendedores como Sabina son fundamentales para mantener y expandir este modelo de trabajo. Al colaborar juntos, podemos asegurar que los espacios públicos como el Parque Cuscatlán continúen siendo motores de crecimiento económico, desarrollo social y bienestar comunitario en el presente y en el futuro.