Cualquier alumno de primer año de derecho sabe que la Constitución es la ley primaria y sobre ella se rige todo el ordenamiento jurídico de la nación, de modo que hay tres elementos que están definidos en la carta magna que no podrán reformarse en ningún caso, aquellos artículos que se refieren a la forma y sistema de gobierno, al territorio de la República y a la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República (Art 248) esto significa no se puede reformar ni por la vía derivada, es decir por medio de resolución de la Sala de lo Constitucional independientemente del método de interpretación.

Tampoco puede modificarse por medio de una iniciativa de reforma con un número no menor de diez diputados de la Asamblea Legislativa, esto se conoce en doctrina como cláusula intangible o pétrea o eterna que establece una limitación al poder de reforma, pero particularmente se escriben para proteger los derechos de las minorías frente a los peligros de las mayorías que equivocadamente pretenden perpetuar a lideres populares que utilizan los recursos del Estado para favorecer sus interese electorales, de tal suerte que estas mayorías podrían estar sinceramente equivocadas, y en su afán por no volver a lo mismo eligen mal.

Claro que la mala elección, no es porque estas mayorías sean malas personas y que pretendan un mal para su país, si no que, inspirados en un cambio positivo, son guiados por una especia de líderes populares que aprovechan ese caldo de cultivo, para sembrar odio, resentimiento y división, basados en el viejo refrán divide y vencerás, y la verdad hay escenarios que son facilites de aprovechar como el caso de El Salvador, donde la vieja clase política se olvidó del pueblo y solo se dedicaron a llenar sus bolsillos de dinero y la de los suyos, por esa razón se ganaron el repudio del pueblo y le dieron una oportunidad a los que ahora gobiernan.

Sin embargo, no se salió de mucho, es decir no es que se haya cambiado un Toyota Corolla (vieja clase política) por un BMW (nueva clase política), pero en el tema de la falta de transparencia y una ausencia absoluta de rendición de cuentas, creo que se pasó de un Toyota Corolla a un Ferrari, ya que por lo menos anteriormente si se podía pedir rendición de cuentas o acceso a la información pública, se podía acceder a cuanto ganaban los funcionarios y sus asesores, pero ahora toda la información de gastos y viajes ha sido reservada hasta por siete años, de manera que no podrá saber cómo se gastan los recursos públicos y a donde van a parar.

Dicho de otra manera, las mayorías envalentonadas pueden pedir ilegalidades, creyendo que están haciendo justicia, pero en realidad es venganza y la diferencia es que la justicia busca la armonía y el cumpliento de la ley, en cambio la venganza solo busca la satisfacción personal.
El líder popular entendiendo bien esta debilidad del pueblo continúa usando a la oclocracia como medio para perpetuarse en el poder, por ello aprovecha cada espacio para que se le de culto a su personalidad, en ese sentido las mayorías en El Salvador están pidiendo a gritos que haya reelección presidencial, sin entender que su petición transgrede directamente los Artículos 75 N.4, 131 N.16, 152, 154,87, 88 y 248 todos de la Constitución, así como la sentencia número 163-2013

Pero al parecer no les importa la ilegalidad, si no saciar el sentimiento de venganza que ha sido alentado día con día, por medio de la desinformación, de modo que se está frente a una lucha desigual algo así como una pelea entre David y Goliat, donde los que detentan el poder tiene todo a su favor, para subyugar incluso los versos más nobles de la Constitución, con tal de permanecer en el poder, por ello les urge aprobar el voto electrónico para conquistar a la diáspora, porque tienen claro en la tabla matemática que la popularidad se está desvaneciendo producto de la corrupción y la falta de rendición de cuentas.

Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. (Marcos 4:22)