Si alguno de ustedes asistió recientemente a un cumpleaños del colegio de su hijo o hija o nietos, habrá notado entre los asistentes, la formación de grupos, pequeños o medianos, de hombres (niños o adultos) y mujeres (niñas o adultas). ¿Natural? ¿O una construcción social? Una de las teorías de género muy popular en nuestros tiempos es la de Judith Butler, filosofa y activista feminista, cuyas aportaciones a la teoría feminista, queer, y los estudios de género han causado un notable impacto en los movimientos políticos y reivindicativos de las comunidades LBGTQ (Lesbiana, bisexual, Gay, Transgénero y Queer).

Básicamente, Butler adjudica el género (masculino/femenino) a una construcción social, descartando la variable biológica en la determinación del género. La mujer, en esta nueva corriente, adquiere un nuevo nombre “persona con vagina”, el hombre pasa a ser llamado, “persona con pene”. La teoría queer no establece una cantidad específica de géneros, sino que rechaza la idea de que existen solamente dos géneros (masculino y femenino) y que esto a su vez presupone la heterosexualidad. Se hacen listas de identidades sexuales disponibles y a veces son 35 y a veces 100. En identidades sexuales, hay de todo y para todos.

Hace algunas lunas, fui al cumpleaños de mi hermana, en un restaurante de Surf City 1. Platicando con algunos de los invitados, conocí a una pareja. Él, homosexual, y su pareja también, él me dijo que era no-binario. Por supuesto, que al principio no entendía el concepto, y bueno sigo sin entenderlo. El género no binario, también conocido como género de no binaridad o género de no binariedad, se refiere a las personas que asumen una identidad de género que se encuentra fuera del género masculino o femenino tradicional. O sea, el muchacho, salvadoreño, pero con acento argentino, no era ni hombre ni mujer. Me dejó perturbado su respuesta, pero perturbados son los tiempos que vivimos.

El hedonismo, la juventud, la belleza, y la necesidad de llamar la atención, podrían explicar porque el espigado muchacho hablaba con acento argentino y se auto nombraba como no-binario, aunque no supiese explicar claramente las implicaciones del concepto de negación del binomio hombre-mujer.

Pero si me cuesta entender esto de la teoría del género con todas sus implicaciones de negación del binomio hombre/mujer y de la homosexualidad, tanto masculina como femenina, más aun me cuesta entender la lógica y construcción del lenguaje inclusivo.

El lenguaje inclusivo se relaciona con la teoría queer en el sentido de que ambos buscan cuestionar y subvertir las normas de género tradicionales. La teoría queer cuestiona las categorías binarias de género y sexualidad, mientras que el lenguaje inclusivo busca evitar la discriminación de un sexo, género social o identidad de género en particular, así como perpetuar estereotipos de género.

Ambos enfoques buscan promover la igualdad y la inclusión, cuestionando las estructuras de poder y las normas sociales relacionadas con el género y la sexualidad. Y cuando lo vemos y tratamos de entender desde esta arista, entendemos claramente que este movimiento LBGTQ, se encuentra inmerso dentro del movimiento político de izquierda.

La teoría queer ha sido adoptada por muchos movimientos de izquierda como una herramienta para luchar contra la opresión y la discriminación de género y sexualidad. De la misma manera los movimientos de izquierda utilizan el lenguaje inclusivo como una herramienta para alimentar y propagar su agenda política. En este sentido, los partidos de izquierda han presentado iniciativas para incorporar el lenguaje inclusivo en los textos jurídicos y adecuar la Constitución a un lenguaje que incluya a las mujeres y a las personas no binarias. Además, la izquierda ha elaborado guías para el uso del lenguaje inclusivo desde una perspectiva de derechos humanos y de género.

La ONU, aunque se supone que es una institución sin afinidades políticas, se ha pronunciado a favor del lenguaje inclusivo en la lengua española, ofreciendo orientaciones para su uso en todo tipo de situaciones comunicativas, tanto orales como escritas, formales o informales, con un público interno o externo.

La teoría de género, y su instrumento, el lenguaje inclusivo, se tienen que analizar y entender dentro de un movimiento renovado de izquierda, que de una forma camaleónica pretende influenciar los regímenes políticos de Latinoamérica.