El maestro es la persona que nunca olvidaremos, es quien ayudó a esculpir nuestras vidas. Hasta el analfabeto que nunca fue a una escuela sabe de la importancia que tienen los maestros en la sociedad.

El profesor es quien un día nos aconsejó aparte de enseñar. En la casa nos dan lecciones de valores, entre distinguir lo bueno y lo malo; en la escuela el maestro nos guía también, nos enseña las primeras letras, nos enseña a que abramos un libro y que nos transportemos en el mundo mágico de la lectura.
Parafraseando lo que expresó A. Cury, los buenos maestros tienen una metodología, mientras que los maestros fascinantes tienen la sensibilidad para hablar a los corazones de sus alumnos. Por eso, no todos tienen el don, el carisma, la paciencia de enseñar. Esculpir la mente de un ser humano implica tener un corazón bueno. El maestro, no importa a quién le enseña, lleva en su corazón y mente la misión de dejar huellas en sus alumnos. Cada ser humano se recordará de aquellos maestros que le marcaron su vida. Un maestro responsable y comprometido con su labor no excluirá a nadie, motivará e inculcará valores en sus discentes.

¿Quién no recuerda al maestro que le enseñó a leer? Tuvo la paciencia, la misión pedagógica de empuñarnos la manita y guiarnos con lápiz en mano a dibujar los primeros trazos. Quiero recordar a la profesora de la Escuela “José Martí” en Tacuba, Ahuachapán, Florinda Castaneda, tez blanca, de baja estatura y con bases magisteriales, quien me enseñó a leer y escribir. Su carácter y paciencia fue el binomio para que descubriese la importancia de conocer las primeras letras. Así como ella, muchos dejaron un gran legado en las escuelas. Desde el momento que la maestra Castaneda me enseñó a leer y a escribir descubrí un mundo mejor, un mundo con mejores oportunidades.

Qué alegría en el hogar en donde tienen a un maestro, a una maestra como padre o madre de familia, es un ser humano que irá a la escuela a iluminar a miles de niños y jóvenes. El maestro es la joya de la corona de un país, tal como lo expresó el maestro Francisco Mora. Esa persona debe ser capaz de transformar, de saber transmitir a través de sus palabras sentimientos. Según Mora, somos lo que la educación hace de nosotros. ¿Cuáles son los mejores docentes que han existido? Son los que lograron enseñar el camino del bien a los alumnos.

Anteriormente, los maestros enseñaban con más rigurosidad, en la actualidad los maestros hasta se enfrentan con la llamada generación de cristal, educan con miedos, pensando en que les visite el director, padre de familia o la fiscalía. Cada generación hará un análisis de cuál época fue la mejor para aprender en la escuela.

Se celebra el día del maestro, un día para recordarlos; sin embargo, en el mundo de la enseñanza existen maestros buenos y regulares. Los docentes, los guías que nunca se olvidan en la vida, guardan en el baúl de los recuerdos el dibujo hecho con crayolas, la carta de despedida de sus alumnos y los poemas. Por eso, cuando en el pueblo recóndito las campanas doblan porque ha fallecido un maestro, se escuchan anécdotas, sollozos y los recuerdos afloran. Los buenos maestros serán recordados por sus enseñanzas, por guiar a los alumnos en el camino del saber. Supieron amoldar las mentes.

Un docente ideal, específicamente de una escuela rural, parafraseando al docente Lorenzo Milani, es quien ayuda a sacar a los niños de la pobreza y del analfabetismo. Este docente nos enseña a tener el aula abierta las 24 horas del día. Un maestro comprometido al estilo de Fraire, la pedagogía liberadora, la cual manifiesta que se debe incluir a todos. El docente Milani atendía a los alumnos fracasados de la escuela. En el libro Carta a la Maestra de Milani propone o hace una crítica a las desigualdades en la escuela. Interesante lectura, la cual aplica en muchas escuelas salvadoreñas y de Latinoamérica. En definitiva, los maestros deben inculcar la conciencia social entre sus alumnos.

El maestro tiene en sus manos una gran responsabilidad, tallará las mentes de muchos alumnos, les dejará huellas, les enseñará las bases para triunfar en la vida. En conclusión, el docente tiene un trabajo parecido al del alfarero, moldeará a través del proceso enseñanza-aprendizaje los corazones y mentes de sus alumnos.