La guerra de Rusia en Ucrania debe detenerse ya e ir a la mesa de negociación con la actitud de alcanzar una paz duradera, lo que implica que nadie salga de aquella con las manos vacías o humillado. No se vale repetir el caso de Alemania luego de Versalles al final de la primera guerra mundial. Negociar no es capitular por supuesto.

La guerra actual como todas en mayor o menor grado, está trayendo muerte, destrucción, desolación, mal uso de los recursos materiales, lesiones en muchos que trascienden los terribles de carácter físico, agudizamiento de los sentimientos odiosos y la desconfianza, emigración indeseada, fuga de cerebros y además, daños ambientales de enorme magnitud y mundialmente impactantes.

Las economías de Occidente y el mundo en general, apenas saliendo de una paralizante pandemia y enfrentando situaciones logísticas comerciales que dificultan el retomar la senda del progreso, viven las nocivas complicaciones que el pugilato entre Occidente y Rusia apuntalada por China y otros países que propugnan por lo que considero es un ineludible y potencialmente estabilizador mundo multipolar, han generado. Hoy hasta los hidrocarburos vuelven por sus fueros y se reacomoda la geopolítica internacional.

El mal cálculo y el salvajismo derivado que el insensato ataque de Rusia a Ucrania ha desencadenado es inexcusable, aunque si es posible entender su porqué. Rusia es un gran imperio, que ocupa un octavo de la superficie mundial sobre el nivel del mar. Requiérese firmeza para mantenerlo y por ello es mejor no provocarlo.

Por las vinculaciones con Europa de su centro de poder en su oeste, debería ser el puente entre Occidente y Oriente. Lo sería posiblemente si Occidente hubiera aprovechado mejor el estrepitoso derrumbe de la URSS y su bloque en 1991, para involucrarse con Rusia de una manera diferente, como entre otros con visión estratégica lo ha señalado Henry Kissinger, quien ha señalado también, siendo él artífice de lo opuesto, el grave error de empatar de nuevo a Rusia con China. Además es una insensatez capaz de conducirnos a una hecatombe mundial, el pretender la OTAN llegar ladrando hasta la puerta rusa vía Ucrania, como lo ha señalado el Papa Francisco, a sabiendas de que por justificada experiencia histórica Rusia sufre de paranoia cuando de la seguridad en su frente occidental se trata.

No es esa actitud propia de Rusia no más; recordemos como reaccionó EEUU cuando la crisis de los misiles soviéticos en Cuba en 1982. Pensemos en cómo reaccionaría EEUU si México se prestara para una aventura rusa como la que la OTAN lleva hacia adelante en Ucrania. Pensemos por otro lado en la forma en que EEUU le arrebató enorme territorio a México o en las barbaridades de la Francia que admiramos, la que nos dio las bases de la democracia moderna, en la Argelia colonizada. De la Alemania nazi ya superada no vale la pena comentar. Hay muchos con techos de vidrio en esta comarca llamada Tierra y muchos intereses en pro de las guerras, para algunos entre más destructivas mejor, como el general Eisenhower lo señaló al final de su mandato presidencial. La siniestra y cínica verdad es que a los gobiernos en contienda, incluyendo el de Kiev, poco les interesa la tragedia humana que viven hoy en día los ucranianos y muchos rusos. Los intereses se imponen a la vida.

A Rusia se le incumplieron las promesas que sobre las limitaciones del alcance de la OTAN se le hicieron a Mijael Gorbachov cuando se desmembraba y desaparecía la Unión Soviética a principios de los 90. Respecto a Ucrania específicamente, su vocación geopolítica y militar, es ser una zona de amortiguamiento estratégico. Su potencial integración económica y política a la Unión Europea son otros cien pesos.

Lo que tenemos ahora es una guerra no declarada entre la OTAN y por ende sus países miembros liderados por EEUU que podría desencadenar, si la búsqueda de la paz se maneja tan mal con se está manejando la guerra, en una escalada nuclear de impredecibles consecuencias, especialmente si Rusia siente que va a perder.

Es posible que la coalición anti Rusia se vea socavada antes de que llegue el invierno al hemisferio norte. Las economías de varios países que con lógica económica escogieron la interdependencia energética con Rusia, están en este momento viviendo tiempos muy difíciles que pueden llegar a ser insoportables. Occidente dice aguantará...veremos. Por otro lado Rusia y su rublo están firmes por el momento, por lo menos en lo fundamental, salvo que consideremos que comerse un Big Mac, transitar en un Maserati o vestir ropa de diseñador es algo esencial. Sin embargo, ya Rusia se ve afectada por la falta de acceso a tecnología moderna en el área cibernética especialmente, lo que afecta su maquinaria de guerra ciertamente, pero algo que Putin dice solucionará, lo que es posible vía sus alianzas.
No es de sabios el esperar a estar todas las partes desgarradas para sentarse a negociar.