Los seres humanos nos afanamos por acumular bienes y riquezas, pero nos olvidamos de vivir y dedicarle tiempo a las cosas que realmente importan, es por ello que vemos niños deseando el amor y el tiempo de sus padres y luego los padres desean el tiempo de sus hijos y es ahí donde se enteran que todo el éxito del mundo no valió la pena, pues han perdido el amor de la familia que es uno de los tesoros más hermosos que Dios nos otorga, para que los seres humanos nos recreemos. Del mismo modo algunas personas viven como si nunca fueran a morir, por esa razón se olvidan del Señor Jesucristo.

De modo que es inevitable la muerte. La carta a Santiago 4:14, lo dice así: “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”. Aunque un día todos por igual moriremos, hay solución a la muerte y esta se encuentra en las palabras que el Señor Jesucristo le dio Marta en el contexto de la muerte de Lázaro, en Juan 11:25-27. Le dijo Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios”.

En una ocasión el pastor George Thomas, llegó a la iglesia cargando una jaula de pájaro, toda oxidada y torcida, y la colocó junto al púlpito, esto ocurrió en un pueblito de Nueva Inglaterra, EEUU. Varios cristianos sorprendidos se preguntaban que significaban esa jaula oxidada, el Pastor Thomas comenzó a hablar. “Estuve caminando por el pueblo ayer cuando vi un niño acercarse a mí, cargando esta jaula. En la parte de abajo de la jaula había tres pajaritos silvestres, asustados. Me paré y pregunté al niño, ¿Qué tienes allí, hijo? “Solo unos pájaros sin valor,” contestó.

Y qué vas a harás con ellos, preguntó el pastor. Llevarlos a casa y divertirme con ellos, dijo el niño. Así que voy hacer que se peleen hasta que se maten. Me voy a divertir mucho. Pero cuando te canses de ellos. ¿Qué harás? Bueno, dijo el niño, tengo unos gatos, se los daré para que los destrocen. El pastor se quedó en silencio por un momento. ¿Cuánto quieres por los pájaros, hijo? Mire, señor, Usted no quiere estos pájaros. Solo son pájaros silvestres. No cantan, ¡ni son bonitos! ¿Cuánto? El niño dijo, deme $10 por ellos.

El pastor metió la mano a la bolsa y le dio un billete de $10. El niño desapareció como un relámpago. Luego el pastor abrió la puerta de la jaula y dejó ir libre a los pajaritos, y eso explica la jaula vacía en el púlpito. Entonces el pastor comenzó a relatar una historia: Un día Satanás y el Señor Jesucristo estuvieron en una conversación. Satanás apenas había llegado del huerto de Edén y estaba alardeando y jactándose. Diciendo acabo de agarrar un mundo lleno de gente allí abajo. Les puse una trampa y sabía que no podrían resistir. ¡así que todos están en mis manos!”

¿Y qué harás con ellos? le preguntó el Señor Jesucristo. ¡Oh! ¡Me voy a divertir! Les voy a enseñar a casarse y después divorciarse. Les voy a mostrar cómo odiar y abusar el uno del otro. Cómo emborracharse, endrogarse y maldecir. Cómo inventar armas de fuego, bombas y matar el uno al otro. Les voy hacer creer a los hombres que pueden ser mujeres y a las mujeres podrán sentirse ser hombres. ¡Me voy a divertir mucho! ¿Y qué harás cuando hayas terminado con ellos? Preguntó el Señor Jesucristo. ¡Oh! ¡Los mataré!

-¿Cuánto quieres por ellos? Tú no quieres esa gente, no son buenos. Tú los tomarás y solo te odiarán. ¡Te escupirán, te maldecirán y te matarán! ¡Tú no quieres esa gente! ¿Cuánto? Satanás, miró a Jesús y le dijo con desprecio, quiero “todas tus lágrimas, tu dolor y toda tu sangre” es así como el Señor Jesús pagó el precio por toda una humanidad rebelde y pecadora. 1 Pedro 1:18-19. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” Amigo lector busca al Señor Jesucristo ahora.