A pocos días de terminar 2023 es el momento ideal para reflexionar sobre un año que para algunos habrá sido bueno y para otros malos, dependiendo de nuestras proyecciones de vida. Asimismo, es el momento para proyectar nuestros objetivos para 2024, pero sobre todo es el momento para fortalecer nuestros lazos familiares y nuestra relación con la sociedad y especialmente con Dios. Haya sido bueno o malo el año, las bendiciones han sido inmensas porque terminamos con vida y con anhelos. Vivir es lindo y vale la pena hacerlo prodigando amor por nuestros semejantes. Algunos tal vez tengamos razones para considerar que 2023 fue malo, pero a veces Dios permite que pasan algunas cosas no tan buenas para fortalecernos en la fe o para apartarnos de situaciones impertinentes y presentarnos otros escenarios donde podríamos hacer mejor las cosas. Dios guía nuestro camino si tenemos fe.

Nada ocurre sin la voluntad divina. Los caminos de Dios son variopintos y están marcados por malos y buenos tramos. Al final el trayecto hay que recorrerlo con la esperanza que haciendo o procurando hacer el bien común y fortalecidos en la fe, tendremos la recompensa de mejores condiciones de vida terrenal y, por voluntad divina, la salvación eterna. Dios es maravilloso, su bondad y su misericordia es infinita. Él nunca desampara a los suyos, a quienes se regocijan en la fe y confían plenamente en su omnipresencia todopoderosa. Si 2023 nos fue mal, tengamos la esperanza que el próximo año tendremos mejores alternativas para seguir adelante en mejores condiciones. Si una puerta se nos cierra, tengamos la seguridad que Dios nos abrirá portones. Si este año nos fue bien, seamos agradecidos y continuemos por el sendero correcto, recordemos que nuestras bendiciones también deben alcanzar para los demás.

A veces la vida nos premia con oportunidades inmerecidas. Hay quienes obtienen un poder concesionado temporalmente y adoptan actitudes soberbias y arribistas. Desde su punto de poder hacen y deshacen sin medir consecuencias, sin importarles hacer el daño a personas y a familias enteras. Arrasan a su conveniencia y se envalentonan con el poder, sin escatimar esfuerzos muestran su debilidad perdiendo su humildad y sacando a flote la maldad y soberbia que emana de su corazón. Aún por ellos debemos pedir bendiciones.

Otros adquieren poder y se vuelven más humanos, más inteligentes (emocionalmente hablando) y procuran hacer el bien común y su mejor esfuerzo para dejar un legado que perdure con el tiempo y que conlleve mejores condiciones de vida. Ellos han comprendido que los rostro que uno ve cuando va para arriba son los mismos rostro que uno ve cuando va para abajo. El poder es momentáneo y debe ejercerse con humanismo, honor, honestidad, honradez y especialmente con mucha humildad. Por quienes asumen un poder con responsabilidad y amor por el prójimo hay que pedir doble bendición, porque se lo merecen. Nunca desmayemos en nuestra fortaleza espiritual. Decaer no es preciso si tenemos anhelos de vida. Dicen que cuando la madrugada está más oscura es porque más cerca está el amanecer. Si el 2023 nos deja sin hogar, sin empleo, sin uno de nuestros seres queridos, con problemas materiales, con carencias o con dolencias graves o leves, tengamos por seguros que Dios nos está preparando un escenario con mejores posibilidades para ser felices y generar felicidad.

Este 2023 ha sido un año, a pesar de todo, de mejores condiciones de vida para el grueso de salvadoreños. En el plano de la seguridad disminuyeron notablemente los homicidios, las extorsiones y otros delitos que nos agobiaban. Eso ha sido bueno. Uno llega con total confianza a cualquier comunidad o colonia sin el temor de ser asaltado o extorsionado. Ya nadie nos limita el acceso a cualquier lugar, realmente ahora tenemos libre circulación a toda hora. Hay sitios donde floreció la vida turística diurna y nocturna. Desde luego siempre hay peligro de ser sometido por la delincuencia común, pero de manera remota. Hay que decirlo con propiedad, estamos en un país más seguro y eso genera confianza en la sociedad.

Este año también ha sido no muy bueno para la economía doméstica, especialmente por el encarecimiento de los productos de la canasta básica y la insolidaridad de algunos comerciantes, que aprovechan cualquier contexto temporal, nacional o internacional para aumentarle el precio a los productos. Todos, por ejemplo, hemos notado que desde finales de noviembre los supermercados y las tiendas venden más caro las bebidas gaseosas, el pan de caja y otros productos que se consumen prioritariamente en esta época. Pasará la navidad y llegará el año nuevo y el precio incrementado se mantendrá. Casi siempre diciembre marca la época del incremento de los precios que luego se vuelven permanentes, aprovechando los “ingresos” temporales que tienen las familias salvadoreñas. En fin, 2023 ha sido un año que algunos lo considerarán bueno y otros malos, dependiendo de la arista con que lo veamos o de los logros o fracasos personales que tuvimos. Sea como sea, confiemos en Dios que 2024 será mejor año en todo sentido. Si este año nos fue mal, es porque Jesucristo nos tiene preparado un año de bonanza. Tratemos de ser buenas personas y fortalezcamos nuestra fe. ¡En ti confiamos Señor!