Excelentísimo Señor Presidente Bukele, sirva la presente epístola, para que llegue masivamente a usted y a su gabinete de seguridad que ahora se encuentran haciendo tareas de seguridad en el contexto del Régimen de Excepción. No cabe duda que ahora El Salvador es más seguro que hace cuatro años, nuestros niños y jóvenes pueden conducirse por las diferentes calles del país sin temor de ser asesinados o secuestrados por estos grupos criminales que por décadas sembraron terror en todo el país, llevando luto y dolor a miles de familias salvadoreñas.

Es evidente que ahora se vislumbra una mayor esperanza para miles de familias que habían perdido sus casas y sus pequeños negocios donde eran renteados. Grandes y pequeños empresarios perdían semana con semana a sus colaboradores que eran asesinados, producto del asedio de las pandillas por el control del territorio y el pastel de la cobranza de la famosa renta. De modo que nadie en su buen juicio puede negar que ahora se viven días mejores para El Salvador, producto del combate frontal a las pandillas, de manera que la seguridad actual, la disfrutan ricos y pobres, cristianos y ateos, opositores y oficialistas.

En consecuencia, la buena seguridad, está provocando un despegue en la economía salvadoreña, la inversión de hermanos lejanos ha aumentado y el empleo ha comenzado a fluir, está claro que no veremos los frutos económicos de inmediato, lo cual llevará un poco de tiempo, pero la cosecha vendrá. Ahora bien, Señor Presidente, más allá de los resultados positivos, siempre es bueno evaluar el plan, para no cometer los mismos errores del pasado, es decir que se debe aprender a atender con humildad el gemir del pueblo y no solo de aquellos que adulan, sino de los que ahora sufren producto del encarcelamiento injusto.

Nadie tendría que ir a probar a un juez que es inocente de un delito que no ha cometido, de lo contrario todos los ciudadanos de El Salvador serian culpables de uno u otro delito que se le impute. Recuerde Señor Presidente que la justicia busca siempre la armonía y la paz, y ciertamente me complace el saber que la inteligencia del Estado, producto de la base de datos e investigaciones fidedignas estén capturando hasta el último pandillero, de lo cual ningún salvadoreño honrado se opone a que lo hagan, excepto los que han vivido de esta economía criminal. Pero también me entristece saber Señor Presidente, que ciertos policías o soldados capturen a personas que no tienen ningún vínculo con las pandillas, cuyo único crimen es ser pobres o vivir es zonas marginales que por décadas han sido asediados por las pandillas, lamentablemente algunos malos salvadoreños hacen llamadas anónimas diciendo que fulano o mengano pertenece a las pandillas sin serlo, únicamente por caerle mal o por otros motivos personales. Del mismo modo se ha visto en videos en las redes sociales como algunos malos elementos policiales han abusado al momento de la captura.

Todo lo anterior Señor Presidente, lo sustento con datos oficiales del Ministerio de Justicia y Seguridad Públicas, en la que se manifestó en una entrevista televisiva del 16 de mayo del año en curso, que se han liberado poco más de 5,000 (7% de los detenidos) salvadoreños que tuvieron que ir a aprobar a un juez que no tenían ningún vínculo con las pandillas, es decir personas inocentes. Por lo otro lado existen aún personas detenidas que no se les ha permitido tener acceso a una audiencia especial de revisión de medidas, teniendo algunos jueces indicios fuertes que no tienen vínculos con las pandillas.

En suma, Señor Presidente, le pido que, en medio de sus múltiples ocupaciones, haga un pequeño espacio para escuchar a esos miles de salvadoreños que ahora sufren y lloran la detención injusta de cada uno de sus parientes. Recuerde que la Iglesia Evangélica por décadas ha trabajado en las diferentes comunidades del país, predicando el Evangelio transformador del Señor Jesucristo y en ese contexto miles de jóvenes pertenecientes a las pandillas fueron alcanzados y se convirtieron de sus malos caminos, dejando de delinquir. Y ahora sirven al Señor Jesucristo. Pero si alguno de estos predicadores del evangelio, tiene alguna orden de captura por crímenes pandilleriles, nadie se opondría a que sean procesados y sentenciados, pero mal se haría mantenerlos detenidos siendo inocentes. Por lo que le pido se analice el caso de los Pastores Mario Ernesto Flores Cerna, Gabriel Hernández Rodríguez, ambos de Asambleas de Dios, el pastor Aníbal Urías Córdova y el empleado de CEPA, un hombre honesto Erick Alexander Muñoz.