En la actualidad en El Salvador casi “todo el mundo” tiene un teléfono celular y casi todos los negocios tienen una videocámara de seguridad. Es rara la autopista, calle o avenida de las principales ciudades del país que no tengan cámaras de seguridad, inclusive muchas viviendas particulares y edificios públicos y privados tienen cámaras habilitadas las 24 horas del día. Realmente se necesita ser ingenuo para exponerse a ser grabado y luego ser viralizado a través de las redes sociales.

Casi todos los días se viralizan videos o imágenes de personas intolerantes o haciendo todo tipo de estupideces. Recientemente todos nos dimos cuenta de una pareja teniendo relaciones sexuales en una piscina de un turicentro, así como de una señora que llegó en un vehículo a un negocio y torpemente hurtó un teléfono celular. Gracias a ese video la mujer fue arrestada y deberá responder ante la justicia.

A diario estamos viendo videos de conductores de autobuses y microbuses pasándose las señales de alto, los semáforos en rojo, sacando a otros vehículos, o cometiendo cualquier tipo de infracción. Conductores peleando a puño limpio entre ellos, hombres gritándole improperios a mujeres o personas haciendo señales obscenas o lanzando basura en las calles.
Hemos visto en videos viralizados casos de maltrato infantil, accidentes de tránsito con fatales consecuencias, hechos de violencia intrafamiliar, amenazas, daños, delitos graves como extorsiones, lesiones, asaltos, robos, hurtos, acosos y muchos hechos más. En la mayoría de los casos la Policía Nacional Civil ubica a los protagonistas de dichos videos y logra arrestar a los protagonistas. Es raro el protagonista de un hecho delictivo socializado a través de las redes, que no haya sido arrestado.

Literalmente El Salvador es “fiscalizado” por la misma ciudadanía que aprovecha las redes sociales para exponer a quien la conciencia individual y colectiva considera infractor, delincuente, insociable, inadaptado, estúpido, inconsciente, intolerante, aprovechado o violador de la normativas de la sana convivencia social.

A través de las redes sociales se dan a conocer problemas y necesidades comunales, malas actuaciones de funcionarios y toda una gama de situaciones, pero en definitiva las que de inmediato se vuelven virales son aquellos videos donde hombres y mujeres protagonizan hechos lamentables o delictivos. Así, hemos visto como un conductor ataca a puño limpio a un anciano, como una jovencita atropella y mata a una anciana en el bulevar del Ejército, el momento justo en que un hombre es arrollado por un microbús, el instante preciso en que chocan dos motocicletas en pleno centro de la capital, el desplome de una vivienda, como dos conductores de autobuses chocan por ir disputándose la vía para ganar unos cuantos pasajeros, como dos ladrones se suben a robar en la ruta 38, un hombre golpeando a su mujer en plena calle, sujetos jactándose de su vinculación delincuencial y muchísimos sucesos más que han sido grabados desde un teléfono celular de cualquier ciudadano anónimo, hasta las cámaras de video seguridad instaladas por la empresas privadas, las comunas, el gobierno o cualquier persona o institución.

El miércoles pasado una jovencita conduciendo un vehículo tipo sedán, sin portar licencia de conducir, atropelló a una anciana en el bulevar del Ejército, en Soyapango, y gracias al video captado con una cámara de seguridad, pocos metros después fue capturada y acusada de homicidio culposo. Días antes un hombre fue captado por otro ciudadano que atinadamente subió el video a redes sociales, cuando maltrataba a una mujer de la tercera edad. Este hombre también fue arrestado horas después.

En otro hecho recientemente un hombre golpeaba a su novia en la carretera Panamericana, en la jurisdicción de San Martín y un ciudadano cualquiera grabó con su celular. Un par de horas después el hechor fue apresado en el término de flagrancia y acusado de lesiones y expresiones de violencia contra la mujer.

Cuando el ciudadano capta un video con su celular de un hecho ocurrido en plena vía o en un sitio público, se convierte en un colaborador social y en una especie de justiciero comunitario. Más que el morbo de captar una escena con involucramiento de sujetos inadaptados, esas acciones deben servir para que la sociedad entienda que nada o muy poco queda fuera del escrutinio público. Si usted orina o defeca en la vía pública, es muy posible que alguien lo esté captando. Si usted realiza actos inmorales en parques o sitios abiertos, cabe la posibilidad de que un ciudadano esté haciendo un video que luego será viral. Si usted en plena vía pública acosa a una persona o comete una fechoría o una acción intolerante, tenga la plena convicción que alguien está presto para captarlo o simplemente hay cámaras públicas o privadas que lo delataran.

Lo mejor es comportarse como personas correctas, con modales básicos y una conducta socialmente aceptable. No se trata de ser un santo con nuestra forma de ser, pero si comportarnos como individuos socialmente adaptados, tolerantes y con valores aceptables dentro de la sana convivencia.

Debemos ser personas con rangos de conducta aceptables en privado y en público, pero no necesariamente porque “todo mundo” tenga teléfonos inteligentes y nos puedan captar en video o porque haya cámaras de vigilancia, sino porque como ciudadanos (as) debemos contribuir a la estabilidad social, a la convivencia y al fomento de la tolerancia. Haya a no cámaras o celulares, seamos ciudadanos honestos, honrados y respetuosos. Recuerde, estamos siendo literalmente vigilados por una sociedad fiscalizadora de sus individuos... Portémonos bien en privado y en público.