Francisco falleció el lunes pasado a los 88 años de edad, producto de las secuelas de una neumonía bilateral, apenas un día antes bendijo en del Vaticano a un multitud de feligreses congregados para rendir cultivo a la vida, pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Desde su llegada al trono católico Francisco siempre dio muestras de acercamiento a la gente y su mensaje siempre tuvo frases de esperanza, fe y amor al prójimo. Hizo llamados a la reconciliación mundial, a la priorización del bien común y a la protección de la fe a través de la bondad. Fue un Sumo Pontífice crítico de la misma iglesia católica a la cual pidió ser más exhaustivo para elegir a sus futuros sacerdotes. En 2015 cuando visitó Estados Unidos lamentó y pidió perdón por los niños abusados por algunos sacerdotes y se comprometió a vigilar de cerca esos casos para que no se repitieran.
El Sumo Pontífice tuvo una mente más abierta y concordante con la realidad social. Fue inclusivo y aceptó a los homosexuales quienes condicionados genéticamente no pidieron nacer así, por lo tanto “no soy nadie para juzgarlos, si ellos creen en Jesús”, dijo. Incluso, estuvo de acuerdo con el control de la natalidad y el uso de anticonceptivos para evitar los embarazos problemáticos. Es preferible evitar los embarazos que los abortos señaló, al indicar que la iglesia se sigue oponiendo a esa práctica porque es un crimen.
Para Francisco hasta los ateos tenían abiertas las puertas del cielo, porque lo prioritario es hacer el bien. Señaló que muchos siguen los rituales católicos y cristianos, pero no viven una vida de bondad hacia el prójimo. Si un ateo hace el bien seguramente para él hay un espacio en el cielo, sostuvo con mucha convicción cristiana.
Respecto a la modernidad el jerarca universal de la iglesia católica dijo que la Internet era un regalo de Dios e instó a la feligresía a “hacerse ciudadanos del mundo digital”. También instó a la feligresía a hacer buen uso de las redes sociales porque son proclives a la manipulación y a la exclusión, además puede dar paso a la mala interpretación y a la distorsión e incomprensión de los contenidos. “A través de Internet se puede ofrecer mayores posibilidades de reencuentro y solidaridad entre nosotros”, reflexionó.
Sobre la corrupción Francisco dijo que “es un mal mayor que el pecado”. Asimismo, la calificó como un virus social que infecta a todo y que afecta principalmente a los pobres y a las mujeres. Francisco instó a los países latinoamericanos y a todos los países del mundo a erradicar la corrupción involucrándonos todos contra ese flagelo social. “Nos compete a todos luchar contra este mal”, recalcó al tiempo que pidió apoyo total a todo esfuerzo contra la corrupción, fenómeno que es la destrucción de la persona.
Bergoglio, incluso, se refirió al periodismo e hizo un llamado para evitar las noticias falsas y para instaurar la dignidad del periodismo, advirtiendo que por muy poco que se le cambie o distorsione a la verdad las consecuencias suele ser nefastas.
En lo referente al celibato Francisco, el Santo Papa más cercano a la realidad, señaló estar de acuerdo que hombres casados puedan aspirar al sacerdocio, a efecto de enfrentar la falta de clérigos y la falta de vocación. Esta postura de Francisco, al igual que mucha, generó una serie de posiciones contrarias del ala conservadora y ultraconservadora de la iglesia católica, pero a su vez provocó muestras visionarias de apoyo. Así era Francisco, con su alto nivel de cristianismo impregnado en su corazón, solía interpretar y comprender a la humanidad.
Francisco siempre adoptó posiciones a favor de los más necesitados y se manifestó como un férreo defensor de los derechos de los migrantes. Criticó a Donald Trump cuando éste en su primer periodo presidencial anunció la construcción de un muro fronterizo limítrofe con México. Los migrantes no son ilegales, como todos ciudadanos tienen derechos humanos que se les deben respetar y fomentar, señaló al tiempo que rechazo las deportaciones masivas a las que calificó de injustas violaciones y anticristianas.
Mario Jorge Bergoglio fue un Sumo Pontífice diferente. Rechazó cualquier intento de vérsele como símbolo político (por lo que no viajó a su amada Argentina) y siempre sostuvo que no quiso ser Papa, porque de lo contrario no hubiese recibido las bendiciones que fue capaz de transmitir al mundo.
El lunes pasado Francisco recibió el llamado celestial, apenas un día después del Domingo de Resurrección. Cumplió con su misión y se atrevió a adoptar posturas humanas y cristianas cercanas a la gente y a los tiempos modernos. Seguramente su pasaporte tiene visa directa al cielo.
Qué Dios permita al Conclave cardenalicio elegir al mejor como el nuevo Sumo Pontífice, para que siga los pasos de Pedro, de Juan Pablo II y de Francisco y las sagradas enseñanzas de Jesús... Que el nuevo Papa sea cercano a la gente (a los pobres y necesitados), como Francisco. Amén.
• Jaime Ulises Marinero es periodista