En realidad se necesita ser demasiado ingenioso para creer que una persona a quien no conocemos nos envía un paquete con objetos valiosos desde Estados Unidos, o que nos hemos ganado un vehículo en una rifa electrónica que realizó una empresa en Brasil, o que tenemos la oportunidad de ganar hasta $2,000 dólares diarios en un trabajo que podemos hacer desde la casa porque hemos resultado sorteados, o que una mujer voluptuosa y bella nos ha escogido para que seamos sus amantes cuando visite el país.

Los casos de estafas y fraudes electrónicos ocurren demasiado a menudo en el país. Las redes sociales han creado estructuras delictivas que están engañando a la gente que sin medir consecuencias cae en esas trampas. No todos entendemos que un altísimo porcentaje del contenido de las redes sociales es falso o producto de “trolles” y que muchos “influencer” en realidad no influyen en nada positivo o útil porque son expertos en nada, más bien son personas sin oficio ni beneficio con actitudes alienantes.

La semana pasada se conoció el caso de una anciana que recibió una llamada de un sujeto que le informó que alguien le había enviado un paquete desde Estados Unidos. El referido paquete estaba en Aduanas y para retirarlo necesitaba que ella depositara $5 mil a una cuenta bancaria a nombre de una persona. La mujer que tenía ahorros de todos sus años de trabajo, ni siquiera preguntó quién era el remitente del paquete e hizo el depósito. Días después le volvieron a llamar para decirle que como el contenido del paquete superaba cierta cantidad de dinero, tenía que hacer otro depósito de $3 mil 500 a una cuenta de otra persona. Por tercera ocasión le volvieron a llamar para pedirle otro depósito, esta vez de $2 mil 500 en la cuenta de una mujer. Siguió haciendo otros depósitos a otras cuentas hasta llegar a 15 mil dólares. Cuando los parientes de la anciana se dieron cuenta la acompañaron a denunciar ante la Fiscalía, que con ayuda del banco se dio con las personas cuyas cuentas habían recibido los depósitos. La audiencia inicial contra estas personas acusadas de estafa se realizó en el Juzgado Tercero de Paz de Soyapango, donde devolvieron el dinero y lograron conciliar. Otras cinco personas no comparecieron y se resolverá con vista del requerimiento fiscal.

Otros casos similares fueron resueltos la semana pasada en distintos juzgados del país, tal es el caso de una joven a quien también llamaron para decirle que había sido seleccionada para recibir un paquete con productos valorados en más de $5 mil, pero antes de recibir la encomienda tenía que depositar $500 a una cuenta bancaria a nombre de una mujer que reside en Sonsonate. Remesó el dinero, pero nunca recibió nada. En los juzgados la propietaria de la cuenta regresó el dinero y de esa forma conciliaron.

Estos casos son demasiado extraños. Por qué alguien va a llamar a una persona para hacerle creer que le mandan un paquete y piden que le depositen dinero a cuentas a las que no tiene acceso. A las personas que les hacen los depósitos ¿Serán víctimas o cómplices? Algunas de estas personas ni se daban cuenta que les habían hecho depósitos, pero otras sí. Los bancos, amparado en la ley tuvieron el tino de congelar las cuentas. Otra pregunta que surge, como es posible que quien llama conozca los nombres exactos y los números de cuentas de las personas de los destinatarios de esos dineros. En algunos casos se sabe que las personas que reciben dinero en sus cuentas se quedan con una comisión y el resto lo retiran para depositarlo a cuentas en el extranjero, especialmente en México y Colombia.

En los casos de fraude electrónico, los grupos delincuenciales o los delincuentes llaman a las personas y se hacen pasar por empleados o ejecutivos bancarios para decirles a los cuentahabientes que el banco necesita corroborar ciertos datos. Las personas caen e ingenuamente proporcionan sus datos bancarios. A los días el banco les informa que desde su cuenta han hecho transacciones a otras cuentas por montos que van desde los $100 a $5 mil o más. Es decir que estos hampones, a partir de los datos que voluntariamente la persona les revela, ingresan a sus cuentas. Todos debemos saber que los bancos tienen su protocolo de funcionamiento y que toda esa información se proporciona directamente en las agencias bancarias. Por lo menos hay que llamar al banco para preguntar si es cierto. Solo la semana pasada se conocieron cerca de 20 personas detenidas por fraude electrónico en perjuicio de cuentahabientes y bancos, estas personas ingresaron a las cuentas e hicieron los retiros para luego remesar a cuentas en Colombia y México.

Hasta hace poco (en algunos lugares, todavía) estafaban a las personas con el billete de lotería premiado, el lingote de oro, la bolita escondida, los billetes falsos. Hoy es diferente y los fraudes y estafas han pasado al plano de las redes sociales. Los salvadoreños debemos superar la ingenuidad (ambición o avaricia en algunos casos) y usar el sentido común. Si no tengo familiares en Estados Unidos, nadie me enviará un paquete de joyas, tampoco me he ganado un trabajo al que no he aplicado ni mi suerte me permite ganar un carro en cuya rifa no he participado... ¡Alerta salvadoreños!