Hay futbolistas de la Primera, Segunda y Tercera división que cuando pueden juegan un “mascón” de barriada a cambio de $50 o menos. No lo hacen por placer o por irresponsabilidad con sus equipos o consigo mismo, lo hacen por pura necesidad, pues en sus equipos no reciben salarios, pese a tener un contrato legal. A ese nivel de “profesionalismo” ha llegado nuestro fútbol el cual cuenta con muchos dirigentes incapaces que solo buscan figurar o sacar algún provecho personal.

Es muy triste y lamentable lo que ocurre en el país. Es raro el equipo de la Primera División que tiene a sus jugadores, cuerpo técnico y personal administrativo al día con los salarios. En muchos equipos se enlistan como directivos personas que no aportan nada y que tienen nula capacidad de gestión. En algunos casos se involucran personas con evidente interés político-partidario que le apuestan a beneficiarse de los equipos para aspirar a cargos públicos. Estos último son los que más daño le han hecho y le hacen al fútbol. Me refiero a alcaldes, diputados y políticos en general.

Debería expulsarse para siempre a los directivos que juegan con la dignidad de los futbolistas y si no es mucho pedir, debería exonerarse a políticos o funcionarios activos que participen como dirigentes. El Ministerio de Trabajo (MITRAB), en todo caso, debería inmiscuirse en los problemas estrictamente laborales en los equipos de fútbol. Al menos la Federación Salvadoreña de Fútbol (FESFUT), ahora la Comisión Regulizadora, debería actuar de hecho con reglas claras aplicadas con rigor de manera inmediata.

La carrera activa de los futbolistas en demasiado corta. Si un jugador se cuida en su físico, no sufre lesiones y es relativamente “bueno”, su carrera dura alrededor de 15 años. Cuando se retiran buscan irse a Estados Unidos, seguir vinculados ai fútbol, pero la mayoría pasa al olvido porque no lograron trascender. Entonces, siendo una carrera tan corta, necesitan mostrarse como buenos deportistas y ser respetados por sus patronos (dirigentes).

Los dirigentes, la mayoría, tienen como objetivo, figurar ellos sin importarles pisotear los derechos de sus empleadosy para ello se valen de cualquier suerte de artimañas, hasta de malos periodistas deportivos que se la pasan elogiando, “hasta venerar”, a algunos “dueños” de equipos. Precisamente, uno, entre muchos males de nuestro “fútbol profesional” son los periodistas deportivos malinchistas o los que actúan con fanatismo que no ocultan ser aficionados de un determinado equipo, incluso de un futbolista en particular. Muchos colegas periodistas en los espacios privilegiados de deportes que tienen en los medios de comunicación y en las redes sociales, se la pasan analizando y resolviendo las ligas europeas y la realidad de los futbolistas que juegan en Europa o que son “estrellas internacionales”. Se saben todo respecto a Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y otros, pero desconocen la particularidad de nuestros futbolistas.

La realidad de nuestro fútbol es difícil. No hay labor de gestión dirigencial en busca de patrocinios ni administraciones eficientes que vean los equipos como clubes con mística que se deben a públicos (tan variopintos y heterogéneos). Los estadios se siguen viendo vacíos, los escenarios deportivos en paupérrimas condiciones, las canchas deficientes, los futbolistas (con la complicidad de los malo árbitros) ofreciendo pobres espectáculo, los medios de comunicación más interesados en las ligas europeas, la afición alejada de los estadios por la deficiencia de los equipos y de la Selecta que no ofrecen satisfacciones ni esperanzas.

A todo lo anterior se añade la poca motivación hacia los futbolistas que no reciben sus salarios, y mucho menos otro tipo de motivaciones (lo cual antiéticamente puede ser motivo de amaños en cualquier sentido, desde jugar mal hasta dejarse ganar o buscar un determinado marcador o jugar “mascones” en barriadas). Lo que actualmente pasa en equipos como FAS, Luis Ángel Firpo, Jocoro y otros más, no es nada nuevo. Temporada tras temporada los jugadoresse quejan de las deudas salariales y al final, en algunos casos, se quedan sin cobrar para poder seguir jugando, pues los malos dirigentes los amenazan con no permitirles seguir en otros equipos si se niegan a firmar los finiquitos.

Detrás de cada futbolista hay una familia que depende de un salario. Muchas familias, cuyos proveedores se quedan sin salarios, tienen que sobrevivir de préstamos, de la ayuda de amigos y a veces de la “caridad pública”. Los futbolistas y sus familias tienen que pagar recibos, comprar alimentos, pagar alquiler de la vivienda o la cuota mensual de su casa, incurrir en gastos médicos, gastar en transporte y cualquier eventualidad que surge en el hogar.

Los jugadores, como empleados están obligados a cumplir y los dirigentes como patrones tienen que responder con sus obligaciones, de las cuales la más importante es cancelar los salarios. Si se metieron a dirigentes deben ser responsables. El MITRAB y la FESFUT deben actuar de hecho de manera inmediata y no permitir atropellos hacia los futbolistas,