Esto de que gane la extrema derecha, como que gane la extrema izquierda, no es para alegrarse, peor si tienen ideas radicales y desfasadas como eso de pasar mencionando a Dios cuando sabemos que los políticos, en general (con escasas excepciones), tienen pacto con el diablo. Parecen hasta emisarios del señor de las profundidades.

Seguro estoy de que yo con la izquierda...ni a la esquina a comprar un churrito. Para nada. Suficiente ha quedado demostrado que toda su verborrea, el desgalillarse, romperse las vestiduras, esto y lo otro, culpar a los ricos, a la derecha, al imperio y más bla, bla, bla, es pura mentira, pues al llegar al gobierno son más ladrones que nadie, empobrecen a los países, destruyen las fuentes de producción, crece la delincuencia y la cúpula se vuelve millonaria.

Lo mismo pasa con los demagogos, aunque no se suscriban a ninguna corriente política. No obstante, ese rechazo de mi parte a la izquierda, a la extrema derecha, me causa igual repulsión. Al fin y al cabo nada bueno se puede esperar de posiciones extremas.

Girogia Meloni fue funcionaria de Silvio Berlusconi, el Donald Trump italiano. Un gobierno tan disfuncional, arbitrario, caprichoso, confrontativo, “payasesco”, imprudente, etc., como nunca había existido en la Europa moderna. Una mancha en el CV de la casi futura primera ministra italiana.

Y no olvidemos que es fascista, por mucho que anteponga algún adjetivo a semejante insulto, ya sea nuevo, moderno, progresista, etc., y que reitere y repita el lema “Dios, Patria, Familia”.

La derecha –recientemente-, acá en América, nos ha dejado un mal sabor de boca. Los cuatro gobiernos seguidos de ARENA fueron decepcionantes, en verdad, como lo dijo Ernesto Muyshondt -en un acto de expiación- se olvidaron de los pobres, y yo agregaría que solo beneficiaron a su argolla de oro. Culpa de ese partido son las maras, la corrupción y que llegara Nayib Bukele al poder.

El PRI de México, que botó al basurero sus inicios revolucionarios, se convirtió en una élite de derecha e hizo de una potencia económica un nido de ratas. El Partido Colorado, que casi llega a gobernar un siglo, tiene a Paraguay como uno de los países más corruptos del mundo. Bolsonaro da tristeza y Donald Trump da risa. O sea, la derecha política en nuestro continente no es la solución, pero es mejor.

Giorgia Meloni, esta neofascista, idolatra la figura de uno de los más crueles tiranos de Europa, alguien que sometió todas las libertades del pueblo peninsular para cumplir un sueño psicópata de crear una nueva sociedad, una Italia industrializada y que, en la locura inexplicable, quería conquistar el mundo. ¿Parece bueno? Se alió a Hitler. ¿Qué tal?

La derecha que yo admiro es la que potencia el desarrollo económico y ocasiona el desborde de la riqueza, que no es otra cosa más que impuestos justos, mejora en los sistemas de producción, desarrollo de tecnología, que se ve en obras públicas que los pobres no pueden y nunca podrán pagar. El problema de la pobreza no es económico, sino demográfico: producimos más seres humanos de los que podemos sostener.

La red hospitalaria pública es socialista, lo seguros sociales son socialistas, los subsidios a la electricidad son socialistas, las escuelas públicas gratuitas son socialistas, los descuentos a la tercera edad, a los discapacitados, a los estudiantes, todo eso es socialismo en todas partes, donde sea, así que no hay capitalismo puro, es decir, no hay ese afán de lucro explotador y perverso puro, como lo quieren pintar los izquierdosos.

La derecha genera riqueza, innova, se atreve, emprende, crea y eso implica empleos, impuestos, pago de servicios, adquisición de productos a proveedores que a la vez también repiten ese ciclo. La derecha es magnífica y sus errores o vicios son eso: enfermedades del sistema, en cambio los gobiernos de izquierda son la enfermedad misma.

Giorgia Meloni tiene la dura lucha para desbaratar esa imagen distorsionada que malos gobiernos de derecha han construido a base de errores, lo cual aprovechan los zurdos y los demagogos. Tiene esa meta. Representa a todo el mundo civilizado que creemos en una derecha exitosa. Dudo que lo logre, pero espero de corazón que sí, los italianos se lo merecen, la humanidad lo necesita.