En medio de nuevas variantes de Covid19 y de los esfuerzos de controlarlas, algunas actividades, como el fútbol, recuperaron rápidamente el ímpetu mediático, económico y social que le caracteriza. Es así como el Mundial en Qatar ha contagiado a millones de manera febril, catapultado por una creciente cobertura y mayor acceso al internet, la expansión de las redes sociales y la multiplicación de aparatos inteligentes alcanzada en los últimos cuatro años.

Esta alucinante vorágine del Mundial es una pasarela de relucientes estrellas deportivas desplazándose al compás de millonarios contratos comerciales, modelados para saciar la voracidad de un frenético tele mercado de consumo desorbitadamente hipnotizado y delirante. Esta angustiosa zozobra mantiene en vilo a una ansiosa afición consumida en uñas y desvelos. El desparpajo comunicacional es tan avasallador que frenó las denuncias del preámbulo inaugural cuando renombrados artistas se negaron a participar en la escena, incluso algunos equipos fueron acallados en sus protestas so amenaza de sanciones convencionales de persistir en sus mensajes sobre las graves violaciones a Derechos Humanos, civiles y laborales en Qatar.

Esta avalancha mediática mundialista también ha sido el distractor perfecto para que Bukele apriete con más violaciones a Derechos Humanos de la población vulnerable que padece la imposición del Régimen de Excepción, extendido por ocho meses desde el 27 de marzo y que ya cuenta con más de 58 mil detenciones arbitrarias afectando a miles de inocentes. El 23 de noviembre Bukele anunció una quinta fase del supuesto Plan del Control Territorial, esta vez para imponer “Cercos Militares” a ciudades enteras. Bajo pretexto de perseguir delincuentes continúa polarizando la escena política y los preparativos de las elecciones generales de 2024, buscando imponer su reelección inconstitucional. La famosa “guerra contra pandillas” además es un instrumento represivo de control poblacional para profundizar la persecución de la prensa independiente, ONG, organizaciones de la sociedad civil y opositores.

Reiteradas violaciones, falta de datos concretos, inconsistencias e incoherencias del gobierno motivaron el 25 de noviembre la declaración final del Comité Contra la Tortura de la ONU, que vehementemente señala al menos siete vulneraciones graves de los derechos humanos durante el Régimen de Excepción: detenciones colectivas sin la debida orden judicial; falta de información a las familias de los detenidos; dificultades de acceso a abogados defensores públicos y privados; ampliación de la detención provisional de 72 horas a quince días para comparecer ante un juez; inefectividad de los Habeas Corpus presentados ante la Corte Suprema de Justicia; falta de un registro de los privados de libertad y traslados; así como la ausencia de información sobre investigaciones, medidas disciplinarias y penales impuestas a agentes del Estado por tortura y malos tratos. El Comité pone el dedo en la llaga.

Asimismo, el atronador río revuelto mundialista ha sido aprovechado para crear, entre gallos y medias noches, un tricéfalo: la Oficina Nacional del Bitcoin bajo la dirección de Bukele por decreto ejecutivo, la Ley de Emisión de Activos Digitales y la Agencia Administradora de Fondos Bitcoin; todos encargados de “diseñar, diagnosticar, programar, coordinar, seguir, medir, analizar, evaluar” oscuros programas y proyectos de los que no existe información pública y que en nada favorecen a la población. Este misterioso entramado institucional asegura que sigan dilapidando fondos públicos en criptomonedas, persistiendo en la fracasada estrategia de imponer el Bitcoin como moneda de curso legal, luego de millonarias pérdidas por la fracasada inversión y del contundente rechazo de la población salvadoreña y de la comunidad internacional.

Coincidentemente y aprovechándose de la distraída efervescencia de goles y descalificaciones mundialistas, después de tres años y medio de gobierno, por fin es presentada la “propuesta de reforma al sistema de pensiones”, con la misma opacidad que caracteriza al régimen de Bukele, sin hacer público el documento de tal reforma y sin cumplir un proceso de consultas sobre un tema de interés capital para todos los sectores. Es más creo, probablemente la propuesta ni está terminada pero necesitaban sacar un conejo del sombrero, más bien un holograma del conejo.

¿Cuántos goles más recibirá el pueblo salvadoreño?, ¿Cuántos más ante la inexistencia de un portero llamado Estado de Derecho, expulsado en el primer minuto para evitar que el equipo gubernamental jugara a su antojo?, ¿Cuántos se le seguirán validando aun sin árbitros? Parece chiste, pero es la realidad.