Hitler, hasta el mismo 30 de abril de 1945, cuando materializó la decisión de suicidarse, estuvo esperando que ocurriera un hecho extraordinario que modificara el curso de la guerra. Pero eso no podía tener lugar, porque la suerte del proyecto nazi quedó sellada al no producirse la victoria en la invasión a la Unión Soviética, que inició el 22 de junio de 1941 y que después de enero de 1942 fue un permanente retroceder frente al empuje y el rudo avance del Ejército Rojo, que cargaba sed de venganza.

La ambición de Hitler y las características identitarias del proyecto nazi apuntaban a un claro objetivo: el dominio mundial. Errores estratégicos y malos desempeños tácticos llevaron al traste aquello. El descabellado entuerto nazi se desmoronó al hacerse efectivas algunas fracturas fundamentales dentro del escenario de la segunda guerra mundial.

Ahora que Putin y su agrupamiento político de confusa filiación se lanzaron sobre Ucrania es inevitable pensar en Hitler y sus errores. Y el hecho de que Putin, de forma irresponsable y sobrada, esté amenazando con armas nucleares, sugiere que se le acabó la pita. Porque a quien se le ocurra, hoy, ocupar ese expediente criminal, estará condenado al fracaso estrepitoso. Y es que los rusos, de ser los primeros en atacar, recibirían una respuesta nuclear apabullante, y todo se iría al cuerno...

Los dirigentes mundiales pareciera que están jugando, pero con fuego. ¿Es que todos están orates? Cualquier escenario mediado por las armas nucleares es suicida e inhumano. Y sería el cierre del capítulo del homo sapiens en el planeta Tierra.

Cuando se analiza con cuidado el desempeño de Alemania, durante la segunda guerra mundial, no es difícil identificar cómo Hitler (y el proyecto nazi como un tentáculo de su visión) fue pasando de la unanimidad de 1933, al desconcierto de sus adláteres al lanzarse contra la Unión Soviética en 1941 y terminar en 1945, en abril, acorralado dentro del búnker, sin opciones y con todos sus comparsas de ruta (civiles, militares, empresarios) en fuga.

Aunque en la información que circula nadie habla de un bloque de poder en Rusia, su existencia es un hecho, porque no hay proyecto con pretensiones hegemónicas como el de Putin que sea ajeno a un dispositivo de poder. ¿Se hallará compacto y sin fisuras? ¿No habrá asustado a más de alguno de sus integrantes el anuncio de Putin de que ocupará, si es necesario, las armas nucleares? Las destituciones habidas desde el inicio de la invasión a Ucrania sugieren que las cosas no marchan bien. La huida del país de miles de rusos, las protestas en las calles de algunas ciudades también son indicios de que Putin no tiene todos los hilos de la función.
Como ya es del conocimiento público, los rusos han sacado de paseo en el mar un artefacto conteniendo armas nucleares. Los de la OTAN, también. Y los coreanos del norte están tirando al mar del Japón artefactos peligrosos. Y el mundo viendo aquella danza macabra que, si se desencadena, no dejará títere con cabeza.

Quizás estamos asistiendo, en matiné, al final (¿o al principio?) de una película de terror. Todos los que intervienen en este espectáculo son bufones y zombis mentales. ¿Qué quieren? Las grandes potencias y los grandes conglomerados transnacionales han hecho de este mundo una ruina caótica y contaminada, y hoy vienen Putin y la OTAN y le quieren dar el cierre nuclear.
Se trata de mentes brillantes, sin duda...

Es una situación distópica, porque todos los que hacen la guerra se desgañitan y se desgarran las vestiduras al proclamar que la paz es lo que buscan. Las guerras, está comprobado, son expedientes inútiles para alcanzar paz y tranquilidad.

¿Hitler habría usado armas nucleares si las hubiese tenido? Claro que sí, porque igual que los actuales regentes del mundo, sus pretensiones hegemónicas no paraban en mientes.

¿Y Elon Musk? Ah, desde los satélites de este señor se provee de internet a Ucrania (pago mediante, claro) y además ha adelantado una propuesta de solución a esa guerra donde Rusia se llevaría la corona, y con tal despropósito espera susurrarle al oído a Putin.

Además, Musk tiene también su propia idea, desde 2015, acerca del uso de las bombas nucleares: las quiere lanzar a los polos para hacer habitable Marte. Es de locos todo esto.

Lo triste es que nadie piensa en la cantidad de muertos, de heridos y de lisiados de por vida que van quedando en el camino. Se han subido a un tren que no va para ningún lado.

¿Y la ONU? Pues está aparcada por ahí, amordazada por el Consejo de Seguridad donde Rusia y los otros de la OTAN (más China) ¡tienen veto!