No hay nada que una madre no haga por un hijo o hija, sufre en silencio, se quita el bocado de su boca, soporte humillaciones, se sacrifica, llora, cuida y protege con todo su ser a sus hijos, da todo sin esperar nada a cambio y si es posible da la vida con tal que su hijo o hija viva, por supuesto que hay casos de malas madres, pero en lo general una madre esta siempre dispuesto apoyar a sus crías, por ello en Efesios 6: 2-3 dice así: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra”, así que antes de tratar mal a tu madre recuerda este texto.

La honra a una madre o a un padre, no está sujeta a condiciones, si, por ejemplo, se portan bien o no, si disciplinan con rigor al hijo o no, la Biblia manda a honrarlos independientemente del método utilizado para educar, por ello los hijos deben de cumplir por los menos con los siguientes cinco pilares de honra: Uno. Respeta a tus padres, ellos no pueden ser tus amigos, dado que siempre debe de haber un grado de jerarquía, para educar y aplicar corrección y disciplina al hijo contumaz, lo cual no se logra desde la perspectiva de la amistad: Dos. Honra a tus padres teniendo buena fama, practicando lo bueno y con las amistades correctas.

Tercero obedece a los consejos de tus padres, para que te vaya bien y no pases por eventos tristes producto de las malas decisiones que únicamente te conducirán a la depresión y tristeza: Cuarto: No desprecies a tus padres por su condición ni cuando envejezcan: Quinto: Nunca dejes de retribuir a tus padres por lo que hicieron por ti cuando eras indefenso, provee para las necesidades de ellos, ayúdalos no como un pago, sino porque hay agradecimiento en tu corazón. Recuerda tus padres estuvieron contigo en las buenas y en las malas, guiaron tus pasos y fundaron valores en tu vida.

Para ilustrar lo anterior, comparto la siguiente historia: En una ocasión, un niño entró en su casa dando patadas en el suelo y gritando con tono altivo. Al ver esto su padre, lo llamó, pero el niño siguió diciendo molesto: “¡Papá! ¡Te juro que tengo mucha rabia!... Pedro no debió hacer eso conmigo; ¡Por eso, espero que todo le vaya mal! ¡Lo odio!” ante este escenario su padre, un hombre muy sabio, escuchaba con calma a su hijo quien continuaba diciendo: “Imagínate que me humilló frente a mis amigos. ¡No acepto eso! Ojalá se enferme para que no vaya más a la escuela”

El padre siguió escuchando; se dirigió hacia una esquina del garaje de la casa de donde cogió un saco lleno de carbón que llevó hasta el final del jardín y le propuso a su hijo lo siguiente: ¿Ves aquella camisa blanca que está en el tendedero? Hazte la idea de que es Pedro y cada pedazo de carbón que hay en esta bolsa es un mal pensamiento que va dirigido a él, tírale todo el carbón que hay en el saco, hasta el último pedazo. Después volveré para ver como quedo. El niño se lo tomó como un juego y comenzó a lanzar los carbones, pero como el tendedero estaba lejos, pocos carbones acertaron la camisa.

Cuando el padre regresó le preguntó: Hijo, ¿qué tal te sientes? Cansado, ¡¡pero mejor papá!!... Mira, acerté algunos pedazos de carbón en la camisa. El padre tomó al niño de la mano y le dijo: Ven conmigo, quiero mostrarte algo. Lo colocó frente a un espejo en el que pudiera ver todo su cuerpo... ¡qué susto! Estaba todo manchado y sólo se le veían los dientes y los ojos. En ese momento el padre dijo: “Hijo, como pudiste observar, la camisa quedó un poco sucia, pero NO es comparable con lo sucio que quedaste tú” El mal que deseamos a otros se nos devuelve y multiplica en nosotros.

Por más que quieras o puedas perturbar la vida de alguien con tus pensamientos, los residuos y la suciedad siempre queda en ti. Por lo tanto, cuida tus pensamientos, porque se transforman en palabras.....Cuida tus palabras, porque se transforman en acciones...Cuida tus acciones, porque se transforman en hábitos...Cuida tus hábitos, porque moldean tu carácter. Y por último... Cuida tu carácter, porque de él dependerá tu destino. Todo consejo dado por los padres, es un gran tesoro en la vida del hijo prudente.