Corría el año de 1989, en el Estado de Georgia, particularmente en Savannah, en ese contexto era una ciudad pacifica donde los niveles de crímenes eran bajos, sin embargo, se dio un altercado entre dos hombres en un parque, ante ello intervino el oficial Mark MacPhail, pero en la reyerta recibió dos disparos que le provocaron la muerte. Un hombre llamado Sylvester Coles estuvo presente en el tiroteo y en su declaración implicó a un joven llamado Troy Davis. Otras nueve personas que estaban en el parque también testificaron contra Davis, quien admitió haber estado en el parque y su versión fue contraria, dado que declaro que vio a Sylvester Coles atacando brutalmente a un hombre, pero que se fue antes de que ocurriera el tiroteo.

Ninguna evidencia física proporcionada por la fiscalía, relacionó a Davis con el crimen, sino únicamente los relatos de referencia que lo ubicaban en el lugar el día del asesinato del oficial, a pesar de ello el jurado lo condenó en el año 1991 y recomendó la pena de muerte con base a lo declarado por los nueve testigos. No obstante, en septiembre de 2003, el periódico Atlanta Journal-Constitution publicó una serie de artículos en los que siete de los nueve testigos se retractaron de sus testimonios, muchos de ellos le dijeron al periódico que la policía los presionó para implicar a Davis y que en realidad fue Coles quien le disparó a MacPhail.

En razón de la investigación periodística y debido a una serie de maniobras jurídicas, para el año 2007, la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Georgia otorgó a Davis una suspensión de la ejecución de 90 días y solo un día antes de la fecha prevista para su ejecución. En su segunda fecha de ejecución, la Suprema Corte de los Estados Unidos retrasó la ejecución solo dos horas antes de lo programado en espera de su decisión de escuchar el caso. Finalmente decidieron no escuchar el caso, y tres días antes de la fecha de su tercera ejecución, la Corte de Apelaciones de Georgia suspendió la ejecución para permitir una nueva petición. Después de varias apelaciones fallidas, fijaron una cuarta fecha de ejecución para el 21 de septiembre de 2011.

Ante esta injusticia, hubo pronunciamientos de figuras públicas de todo el mundo, incluidos el expresidente estadounidense Jimmy Carter y el Papa Benedicto XVI, pidieron que se suspendiera la ejecución, pero Troy Davis fue ejecutado con cuatro horas de retraso cuando la Suprema Corte anunció su decisión de negarse a conceder la suspensión. Antes de su ejecución, le dijo a su hermana, Kimberly Davis, que quería que ella siguiera luchando para limpiar su nombre y acabar con la pena de muerte. Kimberly ha dedicado su vida a hacer campaña en todo el país para poner fin a la pena de muerte en todos los estados.

Evidentemente fue una injusticia la ejecución de Troy Davis, ya que la fiscalía nunca logro probar su culpabilidad en el hecho. Es entendible los errores de cálculo en un proceso o que le sirvan un café con leche a la persona que lo pidió negro, pero lo que no es entendible es que un sistema de justicia se equivoque tan garrafalmente sobre la vida de una persona o que se detenga a un ciudadano de manera injusta o arbitrariamente alegando que se esta encarcelando a criminales, esta situación es la que se ha estado viviendo en El Salvador, donde se ha manejado la tesis que todos los detenidos en el contexto de Régimen de Excepción son criminales.

Todos los salvadoreños de bien, deseamos que se detenga la violencia y que los pandilleros sean encarcelados y que paguen por los crímenes cometidos, de manera que esta bien perseguirlos donde quiera que se encuentren, pero lo que no esta bien es que se estén encalando a salvadoreños honrados y trabajadores, cuyo único crimen es ser pobres y vivir en zonas marginales. Es lamentable que no se les dé la oportunidad de defenderse, ni se les brinde la atención medica oportuna a los privados de libertad enfermos o vapuleados, tanto así que ya murieron alrededor de 80 compatriotas entre ellos algunos pastores evangélicos que fueron acusados injustamente, pero ciertamente el Dios vivo hará justicia de la sangre inocente.