Le llaman “la ciudad perdida” y todos saben que es un lugar donde se distribuye a toda hora marihuana, cocaína, crack y todo tipo de drogas. No hay semana sin que la Policía Nacional Civil (PNC) capture en flagrancia a hombres y mujeres a los cuales les decomisan diferentes cantidades de porciones de droga. La mayoría, mejor dicho todos, son consumidores que se autodestruyen. Los capturados son personas de edades productivas, principalmente jóvenes, algunos de ellos menores de edad. El lugar es el Pasaje Valencia, contiguo al mercado municipal de Soyapango y adyacente a la comunidad Villa de Jesús, sobre la segunda calle oriente y entre la avenida El Rosario y la cuarta avenida sur. Los transeúntes y automovilistas circunstanciales pasan y no se percatan del pasaje, ya que frente a él hay ventas.

Los juzgados de paz de Soyapango reciben casi todos los días requerimientos contra ciudadanos acusados por los delitos de posesión y tenencia de drogas en perjuicio de la salud pública y tráfico ilícito de drogas (dependiendo de la cantidad incautada). Hasta un 90 por ciento de los imputados en Soyapango fueron capturados saliendo del pasaje Valencia o cerca del sitio. Casi todos confiesan ser consumidores y se hacen merecedores de una suspensión condicional del procedimiento o un juicio abreviado donde se les imponen medidas alternas a la detención o penas mínimas que son sustituidas por jornadas de utilidad pública. Esto es lo que manda la legislación salvadoreña y los jueces, procuradores y fiscales se limitan a darle estricto cumplimiento a la ley.

Muchos de los beneficiados con medidas o con penas mínimas se vuelven reincidentes y semanas o meses después vuelven a ser capturados y nuevamente procesados. Los jueces les imponen como medida, entre otras, que acudan a centros de rehabilitación o recuperación y que se abstengan del consumo de cualquier tipo de droga. Algunos van a los centros de recuperación, la mayoría no. Algunos dejan de consumir droga, pero la inmensa mayoría sigue en la adicción porque la droga la adquieren con suma facilidad en el sitio de siempre.

Entre los procesados hay profesionales, empleados públicos, mujeres, hombres, menores, desempleados, adictos crónicos, vendedores informales y toda suerte de personas. Los detenidos no necesariamente son de Soyapango. Hay personas que llegan a abastecerse desde otras zonas del país. Compran la droga, se meten al mercado y salen cargando comprados y pasan desapercibidos. La cantidad de personas detenidas por la PNC, en realidad es mínima en relación a los que acuden al lugar a adquirir la droga. Quienes se meten al pasaje sin saber la actividad que ocurre en sus entrañas, se expone a pasarla muy mal. Está bien que capturen a los consumidores a quienes les decomisan ínfimas cantidades de droga, pero si desde hace años se conoce que “la ciudad perdida” es el lugar de distribución, porque no se capturan a los distribuidores y a quienes abastecen a estas personas. La marihuana, el crack y la cocaína no nacen en el pasaje Valencia, alguien lleva el producto a personas que se encargan de venderlo. Una forma de erradicar el problema del consumo es arrestar a quienes comercializan los estupefacientes, que me imagino ya deben estar plenamente identificados.

La tarea pendiente de las autoridades es desbaratar a las bandas de distribuidores y comerciantes de droga, pues si nadie vende drogas, se acaba el problema y vuelve la tranquilidad. Recordemos que el adicto hace hasta lo imposible por conseguir droga y en ese afán es capaz de cometer cualquier delito, desde hurtos y robos agravados hasta extorsiones y otros delitos en perjuicio de la ciudadanía honrada. Eso sin contar que destruyen sus propias vidas y afectan negativamente a su entorno familiar, social y laboral.

La drogadicción es enajenante. Crea a personas estúpidas. El drogo o consumidor no entiende de campañas de concienciación, ni siquiera se da cuenta de sus perjuicios o su autoaniquilación. Su adicción lo lleva a ser un consumidor desenfrenado sin medir consecuencias; sin embargo, en muchos casos el adicto puede ser rescatable y para ellos se requiere crear centros de rehabilitación o potenciar a los ya existentes. Una caminata contra las drogas o cualquier otra actividad que busque concienciar contra el consumo de estupefacientes es importante para generarconocimiento y prevención entre las personas que no son adictas o consumidoras. A esas actividades no asisten los consumidores.

Se requiere una especie de “régimen de excepción” para combatir a los abastecedores y distribuidores de drogas a escala nacional. Todos sabemos que hay sitios como la Tutunichapa, “la ciudad perdida” y otras, donde cualquiera puede ir a comprar dogas como quien adquiere golosinas. Hay que erradicar el problema desde la raíz. El Salvador ha logrado importantes incautaciones de grandes cantidades de droga en altamar e incluso dentro del territorio. Generalmente esa droga tenía como destino Guatemala o México. Tanto decomiso convierte a El Salvador en un líder en este rubro lo cual es aplaudible, pero personalmente pienso que hace falta enfocar la lucha frontal contra quienes distribuyendo droga envenenan la salud de miles de compatriotas. Ojalá algún día sean presentados a los juzgados los distribuidores y sus abastecedores de droga que en la actualidad tanto daño le hacen al país, especialmente a Soyapango, donde se permitió que poco a poco surgiera “la ciudad perdida”.