En el vasto mundo de las redes sociales, a menudo nos encontramos con información que puede convertirse en oportunidad para explorar nuevas experiencias. Este fue el caso de Fabiola, una joven de 26 años, que tomó la decisión de unirse a las clases de yoga en el Parque Cuscatlán y que nos demuestra la necesidad crucial de ofrecer actividades de calidad para aprovechar al máximo nuestros espacios verdes.

Fabiola se enteró de estas clases a través de las redes sociales y quedó intrigada por la reputación de la maestra, reconocida por su vasta experiencia en el mundo del yoga. Lo que inicialmente llamó su atención fue la oportunidad de participar en una actividad de alta calidad sin tener que incurrir en un gasto adicional, lo cual se logra gracias al apoyo de donantes de la Fundación Parque Cuscatlán (FUNDAPARC), a la Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos (USAID), Glasswing International y a la Alcaldía de San Salvador, encargada de autorizar todas las actividades que se desarrollan en este espacio. Este descubrimiento llevó a Fabiola a sumergirse en un mundo de movimiento y relajación que transformó sus domingos, le ofreció nuevas amistades y un nuevo espacio donde disfrutar de picnics sobre la grama.

“Me pareció que asistir a esta actividad era una muy buena oportunidad, porque las clases de yoga suelen ser poco accesibles, generalmente tienen un costo bastante alto. Desde el principio, el espacio me fue muy acogedor porque los ejercicios que realizamos podían hacerlos tanto las personas que ya tienen cierta experiencia con el yoga, como aquellas que apenas iban iniciando. Asistir a clase de yoga se convirtió en un hábito que cada domingo me motivaba. Inicié asistiendo con una compañera de trabajo y con el tiempo, más personas se fueron sumando a nuestro grupo, a tal punto, que luego de la clase nos quedamos compartiendo en un picnic y disfrutando de las demás actividades del parque.” Este testimonio destaca la importancia de la actividad en sí y también del entorno que la rodea. Los parques no deben ser sólo espacios verdes, deben ser lugares vivos que fomenten la conexión y la construcción de comunidades saludables.

Solo en 2023, el Parque Cuscatlán fue escenario de 5,084 actividades, desde cumpleaños familiares, sesiones de entrenamiento para perros, conciertos, clases de baile, búsqueda de Pokemones y mucho más.

La experiencia de Fabiola subraya la necesidad de invertir en actividades de calidad para maximizar el potencial de nuestros parques. Al ofrecer oportunidades de bienestar que son accesibles y atractivas para diversas edades y niveles de experiencia, no solo promovemos la salud individual, sino que también fortalecemos los lazos comunitarios.

En resumen, Fabiola, con sus 26 años, nos ha recordado la magia que puede surgir cuando se combinan actividades de calidad con la belleza natural de nuestros espacios verdes. Es fundamental reconocer y apoyar iniciativas que promuevan la actividad física y la construcción de comunidades fuertes y saludables en el corazón de nuestros parques.