El primer rol de la familia constituida por un hombre y una mujer nacidos así, es dar al país ciudadanos honorables que amen a Dios por sobre todas las cosas y que amen a su patria, y si un día son llamados a servir a su nación, que lo hagan honradamente, dando lo mejor de sus conocimientos en favor de los más necesitados, sin esperar enriquecerse de la función pública, como ocurre en la actualidad que una buena parte de las personas compiten, no para servir sino para servirse con la cuchara más grande, en detrimento de las necesidades de miles de compatriotas que ahora no tienen acceso a lo básico.

Para ello desde el seno de la familia se debe instruir en valores a los hijos e hijas, con la palabra de Dios en la boca y con los hechos. Dice el libro de Deuteronomio 6:6-9. “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” De manera que para vivir una vida honorable delante de Dios y del semejante, se deben de practicar sus mandamientos.

En una ocasión estaba reunida una familia completa tíos, padres y abuelos, y uno de los jóvenes le preguntó: ¿Como pudieron ustedes vivir antes? sin tecnología, sin internet, sin Wi-Fi, sin computadora, sin dispositivos móviles, sin drones, sin bitcoins, sin redes sociales, sin WhatsApp. Entonces en medio de toda la familia el abuelo tomó la palabra y le respondió: “Pues mira querido nieto” Igual que tu generación vive hoy...Sin una búsqueda genuina de Dios, sin compromiso al servicio de Dios, sin oración al Señor Jesucristo, sin dignidad, sin compasión, sin vergüenza, sin fe, sin honor, sin lealtad, sin respeto.

Sin valores, sin carácter para mantenerse firme en el camino del Señor Jesucristo, sin amor propio, sin modestia, sin virtudes, sin honra, sin propósitos, sin el temor a Dios, sin honrar a tu padre y madre, sin pasión por lo bueno, pero con pasión para la estupidez, lo burdo y lo indecente, sin ánimos para ayudar en el hogar, sin ánimos para limpiar el lugar dónde duermes. Y por último viven sin identidad, porque muchos de ustedes no saben si son hombres o mujeres o son cualquiera de las letras del abecedario. Nosotros: Las personas NACIDAS entre los AÑOS 1920 y 1985 estamos bendecidos.
Porque fuimos instruidos en valores, teniendo como base el respeto a las autoridades y a los profesores. Teníamos un compromiso y una responsabilidad que cumplir antes que la diversión, por ello después de la escuela, lo primero eran deberes y luego salíamos a la calle a jugar, con amigos de verdad, no amigos virtuales. Solíamos crear nuestros propios juguetes y jugar con ellos, la mayoría de nuestros padres no tenían muchos recursos, pero nos enseñaron amar, a respetar, a tomar lo que no era nuestro y a disculparnos cuando hacíamos una fechoría. Es decir, nos legaron valores eternos y no temporales.

Nunca tuvimos móviles, Lap-top, DVD, Play Station, Xbox, videojuegos e internet, pero sí tuvimos unidad familiar y amigos verdaderos. Por lo tanto, aprende a disfrutar a tu padre y madre mientras los tengas vivos, porque en un futuro solo serán un recuerdo en tu mente, y desearas volver el tiempo atrás, para recibir un abrazo, un beso o un consejo de ellos, pero ya será muy tarde, de manera que te aconsejo que dejes a un lado tu teléfono y comiences a disfrutar más de la vida y menos de la tecnología. Ya que no hay nada más hermoso que ver a tu madre o padre cara a cara sin la interrupción de un teléfono móvil.