El futbol me ha dado tantas alegrías que es parte de mi vida. Cada Mundial lo espero con ansias, como un niño la Navidad. En esta justa deportiva vemos el mejor futbol del mundo y no como en la Eurocopa, la cual da menos espacio a sorpresas agradables.

Haciendo un pequeño paréntesis, todas las confederaciones han avanzado y lejos quedan cada vez más esos papelones de antaño en los que africanos y asiáticos quedaban en último lugar y goleados... menos la CONCACAF.

La grande de Centroamérica, la selección costarricense, regresa con once goles en contra, y si bien ganó un partido y a Alemania le vendió cara la derrota, trae la mayor goleada del campeonato pegada en su frente. Canadá, la que clasificó en primer lugar en las eliminatorias acá en nuestra región, empató el récord de la Selecta al perder sus primeros 6 partidos en mundiales y quedó en último lugar en su grupo. México, la selección que más partidos ha jugado en los mundiales sin nunca haber podido llegar a semifinales. Los Estados Unidos fueron a darse de cara ante la dura realidad, en los octavos.

Pero volvamos a Qatar 2022 (por cierto, que el nombre del país en español se escribe Catar, pero la marca registrada del Mundial es Qatar 2022). De las cosas bonitas que espero en los mundiales es ver a los equipos chicos volverse cada vez mejores.

Esas sorpresas agradables no son –para nada– una especie de resentimiento contra las grandes potencias futboleras, en lo absoluto, sino la alegría de ver que otras selecciones sí pueden hacer lo que la nuestra no pudo nunca: jugar de tú a tú contra los grandes y darles batalla, incluso ganarles. Esos otrora países chicos han seguido un proceso de mejora constante como Japón, Corea del Sur, Senegal, pero, y aquí mi disgusto con este torneo, veo que la especulación mezclada con una especie de desgano mental, así como malas decisiones deportivas, han afectado el espectáculo.

Si yo espero esta competencia es por esos grandes partidos épicos que han sido protagonizado por los grandes, los titanes, los gigantes mostrando al mundo lo mejor del futbol en cada época, pero hoy ha sido decepción tras decepción que espero solo sea pasajera y no sea que Qatar 2022 sea el inicio del declive del futbol por razones que solo puedo especular.

En primer lugar, selecciones europeas que dieron lástima y, a la vez, rabia. Dinamarca, Serbia (la mayor exportadora de talentos futboleros en Europa), Alemania que ya lleva dos mundiales seguidos que no logra pasar de la fase de grupos, y Bélgica, la que viene posicionándose en los primerísimos puestos del clasificación FIFA. Y de Países Bajos no puedo sino decir que su futbol parece soso, desordenado, como equipo de los ochenta, a pesar de las estrellas con que cuenta.

En segundo lugar, hubo una seguidilla de resultados tan malos como sospechosos, pero más que todo, mal planteados, protagonizados por selecciones con casta que se olvidaron de que están en el torneo para demostrar su grandeza. Francia perdió contra Túnez, España contra Japón, Portugal contra Corea del Sur, y la que se había planteado como la única que estaba jugando bien, Brasil, se deja ganar por Camerún. Aquí no aplica la alegría de las sorpresas.

Antes hubiera sido inconcebible que una de las grandes se metiera a especular, a hacer descansar a todos los titulares y metiera a los cipotes para que pisaran el césped y puedan tener en sus hojas de vida ese inciso, pero a qué precio: han asesinado el espectáculo, lo han destruido jugando partidos insulsos, mediocres que no son dignos de sus respectivas historias ni de un Mundial.

Espero que esto solo sea porque están cansados, que están a medio camino en sus respectivas ligas nacionales y no quieren esforzarse, o sea, quieren administrar bien sus energías. Los justifico, pero no se les perdona.

Ahora veremos cómo nos va a los aficionados en esta etapa de octavos y si al fin vamos a ver, de verdad, el mejor futbol del mundo como lo esperamos con ansias cada cuatro años.