Tarde o temprano las injusticias tocarán a la puerta de cualquier persona sin importar si tiene poder o no, sin embargo, las injusticias son más evidentes en los sectores menos favorecidos, en otras palabras, las personas de escasos recursos son las más impactadas por los abusos y por la opresión del poderoso, por esa razón vemos que la escasez de agua potable y energía eléctrica, se da en los barrios más pobres y no en aquellos donde abundan las riquezas, a pesar de pagar mensualmente lo mismo por el servicio, igual situación ocurre con el sistema de salud y la educación que es paupérrimo para el pobre.

Pero se vuelve un paraíso, para el que tiene los recursos y puede ser atendido en un hospital privado. Con ello no estoy diciendo que hay que quitarle al rico para darle al pobre, ya que siempre he pensado que el ser humano es artífice de sus sueños y dependerá de su esfuerzo y valentía individual para no rendirse ante las adversidades. No obstante, es más complicado para el pobre salir adelante cuando lo tiene todo en contra, es decir cuando no se le propician las oportunidades educativas en un marco de igualdad que genere la sinergia suficiente para competir en un mundo global en condiciones similares.

Por ello piensa que la riqueza más grande que tiene una nación es la calidad de su sistema educativo, que no excluye al pobre ni favorece al rico, que premia al talento por sobre la memoria, que nutre e impulsa a los genios sin importar su contexto, que siembra un fundamento de valores alrededor de los niños y niñas, que los corrige y orienta para aporten a la nación lo mejor de sus talentos sin esperar nada a cambio a no ser su salario, para que no lleguen un día a un puesto de función pública solo a drenar recursos y favorecerse de ello sin ofrecer nada a su patria.

El maestro Johan Galtung, dice que cuando un Estado niega a sus habitantes, los servicios mínimos, como la educación, la salud, el agua potable y las oportunidades para desarrollarse, a ello se le conoce como “violencia estructural” en consecuencia se vuelve una acción injusta y continua en detrimento de los pobres. Dicho de otra manera, la violencia y las injusticias están en todas partes y se da a todo nivel, por ello es fundamental que los recursos de un país se destinen mayoritariamente hacia la educación y entre más se invierte en mejorar la calidad educativa, la probabilidad de crecer y desarrollarse es mayor.

Está claro que la justicia de los hombres es parcializada y selectiva, que muerde el calcañal de los pobres, como los ahora detenidos de forma injusta en el contexto del Régimen de Excepción, donde algunos compatriotas han ido a parar a la cárcel sin tener vínculo alguno con las pandillas, pero lamentablemente ciertas persona de mal corazón los acuso de ser pandilleros sin serlo o por caerle mal al soldado o al policía, ahora están sufriendo en una cárcel y sus parientes no tienen noticias de ellos y no saben cómo se encuentran, dado que algunos ya perdieron la vida en condiciones sospechosas.

No hay duda que ahora existe un ambiente de paz en el país, con el Régimen de Excepción y felicito al señor Presidente por ello, sin embargo se debe perfeccionar su aplicación haciendo un análisis honesto, de tal forma que surge al interior de la Asamblea Legislativa, una propuesta que genere las condiciones mínimas de objetividad a la hora de detener y juzgar a las personas, de manera que solo lleguen a parar a la cárcel los verdaderos culpables de extorsionar y asesinar. Ya que el costo de vidas humanas ha sido muy alto al interior de las cárceles, lo cual repercutirá tarde o temprano en los responsables.

La justicia de los hombres no es la justicia de Dios, la cual nos revela a los seres humanos en realidad lo profundo, extraordinario y sublime que es su amor, su gracia y su misericordia. Y se refleja en Romanos 3:23-25. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”