Parece que ahora los presidentes de los países están desatados en sus performances. Joe Biden acaba de hablar de forma soez al referirse al presidente ruso, Vladimir Putin. Dijo que era un h. de p. Y se quedó tan fresco como si le hubiese mandado un saludo de Navidad.

Trump, el expresidente norteamericano (y futuro candidato presidencial con inquietantes posibilidades de derrotar a Biden) no ha dejado de lanzar sus discriminatorias expresiones contra los inmigrantes. La última: [los inmigrantes] son gente áspera, en muchos casos procedentes de cárceles, prisiones, instituciones psiquiátricas, manicomios (...) Ya saben, manicomios, como en El silencio de los inocentes’.

Ahora ha tocado el turno al presidente de Argentina, Javier Milei, quien ha soltado una expresión de antología que no puede dejar de destacarse, por su crudeza, pero también por su profundo significado simbólico. Porque, hay que admitirlo, pocas figuras públicas han sintetizado su programa político como lo acaba de hacer Milei.

Ha dicho: ‘Los voy a mear a todos, ¿quiénes se creen que son? (...) si siguen jodiendo, les cierro el Congreso’.

Aquí lo que corresponde es lanzar una batería de interrogaciones: ¿Meará a los gobernadores? ¿Meará a Mauricio Macri por su actual falta de contundencia? ¿Meará a Riquelme por lo de Boca Juniors? ¿Meará en la tumba de Gardel? ¿Meará sobre los libros de Sarmiento? ¿Meará el sofá donde se sentaba Borges? ¿Meará a los que se están meando en él? ¿Meará a sus perros si no le hacen caso? ¿Meará a los supervivientes de Malvinas? ¿Meará a los que le dicen sí pero rápido se excusan y le dicen no? ¿Meará a los funcionarios del FMI que le quieran poner más condiciones? ¿Meará al periodismo que lo fustiga? ¿Meará a los millones que no votaron por él? ¿Meará a los jubilados? ¿Meará a los artistas que se oponen a sus políticas anti culturales? ¿Meará a sus consejeros 'invisibles’ que tan mal lo están aconsejando? ¿Meará al presidente de Uruguay si le hace el feo? ¿Meará a todo el que le haga un rictus de asco después de esa declaración de micción generalizada? ¿Meará a los incrédulos que duden de su voluntad de micción descontrolada? ¿Meará en los jardines de la Casa Rosada o lo hará en su water presidencial? ¿Meará a quien lo reconvenga por esa barbaridad de mear a todos? ¿Meará en el posible holograma de Maradona que le diría, che, no seás boludo, cómo se te ocurre mear a todos, pará, pará? ¿Meará sobre el 'Martín Fierro’? ¿Meará a quienes no aplaudan su ’misión loca’ de micción desaforada? ¿Meará a quienes insinúen que a lo mejor no está en sus cabales? ¿Meará a los psicoanalistas argentinos que lleven fichas con su caso y que ahora con esta proclama de micción sin fin se preparan para filtrar diagnósticos? ¿Meará a quien se le ocurra escribir una pieza de teatro (un monólogo) donde Milei hace de Milei y durante una hora y media se la pasa hablando a quienes meará mientras mea sobre los asistentes al teatro? ¿Meará sobre los libros de Keynes?

Podría ser interminable esa lista de preguntas.

Lo cierto es que Milei, por ahora presidente de Argentina, ha tentado aguado, como se dice por estos lados, porque al anunciar su artillería ‘micciosa’ ha quedado bien retratado, en cuanto a lo que es en lo esencial.

Cuando alguien como Javier Milei llega a un cargo de enorme responsabilidad y dice semejante expresión (y otras que no han salido a la luz pública, pero que de seguro propala en grupo o en solitario, como por ejemplo cuando manda mensajes amenazantes, por X, a Cristina Fernández, ¡a las 3 de la madrugada!), en realidad no puede dejar de pensarse que este personaje que viste la casaca de presidente de la república transita por episodios de desvarío que ameritan atención clínica inmediata. Por el bien de él, y por el bien de los argentinos, porque si las decisiones adoptadas desde enero en Argentina, bajo la égida de Milei, se han tomado en ese estado de perturbación, pues...

En el continente americano (porque ahora Estados Unidos se parece más a un país latinoamericano) los sistemas políticos se encuentran desbordados y desfondados. La emergencia de Trump antes y ahora, la irrupción de Bolsonaro, la entrada en escena pública de las bandas de narcotráfico en Ecuador, la ausencia de todo marco referencial en Haití donde bandas criminales ya acechan el poder del precario Estado caribeño, el delirio autoritario de Daniel Ortega, la tentativa político-judicial de evitar el ascenso de Bernardo Arévalo, la ‘misión loca’ de Milei..., de verdad, está poniendo sobre el tapete la urgencia de una remodelación política general.

7-3-2024