Diego Alejandro Hércules, era un muchacho de 24 años de edad, que lamentablemente falleció la madrugada del jueves de la semana pasada en un accidente de tránsito ocurrido en el bulevar Tutunichapa, en San Salvador. Él conducía una motocicleta y perdió el control al chocar contra el cordón del redondel México y murió en el acto. Diego es uno de los casi 400 salvadoreños que han muerto en lo que va del año a raíz de accidentes en motocicletas. Solo el 30 de noviembre pasado murieron tres motociclistas en diferentes accidenten en distintos puntos del país.

Desde enero hasta el 23 de noviembre el Observatorio Vial registra 2,560 accidentes en motocicletas que hasta esa fecha habían ocasionado 2,435 lesionados y 379 muertos, entre conductores y acompañantes, inclusive, peatones arrollados por motociclistas. Algunos lesionados con consecuencias fatales que marcan el resto de la vida, tal es el caso de Gerardo de Jesús Carballo Ascencio, de 22 años de edad, a quien le amputaron una pierna tras un grave accidente en San Francisco Menéndez. Igual suerte corrió Mario Alberto Cisneros Cruz, un joven de 18 años, a quien le amputaron su brazo derecho tras accidentarse en Santa Rosa de Lima.

Según las estadísticas siete de cada diez conductores (el 73%) de cualquier tipo de vehículo que resultan lesionados y son atendidos en los hospitales de la red nacional, son conductores de motocicletas. De esta cantidad la mayoría no portaba licencia de conducir. De hecho, el 43 por ciento de los motociclistas no poseen licencia, lo cual es extremadamente preocupante porque demasiada permisibilidad hay con ellos.

Hasta el año pasado el país tenía registrado 428,739 motocicletas, cifra que once meses después fácilmente alcanza los 450 mil o más. Es decir, que si el país tiene 1.5 millones de vehículos de todo tipo, uno de cada tres son motocicletas, lo cual debe verse como algo positivo, pues son más económicas y permiten avanzar más, de manera ordena, cuando el tráfico está congestionado, pero sobretodo debe verse como algo positivo porque de alguna manera refleja que hay un mejoramiento en la calidad de vida (y de circulación o desplazamiento) de sus propietarios. Sin embargo, es preocupante que cuatro de cada diez motociclistas no tengan licencia, pues eso significa que no tienen la pericia necesaria, que desconocen el reglamente de tránsito y que si han sido irresponsable para abocarse a obtener un documento, igual pueden ser irresponsables a la hora de transitar por la red vial.

Llama la atención que cuando los motociclistas son controlados en los retenes policiales, los agentes imponen la multa a los conductores sin licencia, pero los dejan ir, a sabiendas que se van cometiendo una de las más graves infracciones. Toda motocicleta conducida por una persona no autorizada por carecer de licencia, debe ser decomisada. Eso mismo debe hacer con quienes conducen cualquier tipo de vehículo. Recordemos que muchos buseros y microbuseros trabajan con la enorme responsabilidad de transportar a cientos de usuarios sin tener licencia autorizada. La ley debe ser dura y pareja. Quien no porte licencia de conducir debe pagar las consecuencias del decomiso de su vehículo.

He visto a motociclistas sin casco, sin las luces correctas, transportando hasta tres personas (incluyendo niños), haciendo terceros carriles, haciendo uso de sus teléfonos móviles, sobrepasar por los puntos ciegos de los automotores, zigzaguear arbitrariamente, acelerar desenfrenadamente, exhibiéndose con piruetas atrevidas, conduciendo a excesiva velocidad. En fin, motociclistas conduciendo con criterio valeverguista exponiendo sus vidas, la de sus acompañantes y la de peatones y conductores de otros vehículos. He visto cuando en un retén policial les ponen esquelas y les permiten que sigan su recorrido sin casco.

El Observatorio Vial señala que seis de cada diez niño que acompañan en una motocicleta no usan casco adecuado lo usan de forma incorrecta. Científicamente está comprobado que un casco adecuado reduce hasta en un 40 por ciento las posibilidades de morir durante un accidente y hasta un 70 por ciento disminuye los riesgos de una lesión severa, ya que la misma Organización Mundial para la Salud (OMS) sostiene que un casco adecuado reduce la desaceleración del cráneo y el movimiento del cerebro al absorber el impacto, asimismo previene el contacto directo entre el cráneo y el objeto del impacto y además, dispersa la fuerza del impacto sobre una superficie más grande. Reitero, debe ser un casco correcto e idóneo y bien usado, pues las estadísticas indican que siete de cada diez motociclistas usan el casco de manera incorrecta, pues no se lo abrochan, no usan la visera o sencillamente usan uno de materiales no adecuados y por ende no aptos.

Las cifras realmente asustan. En 2019 el 31 por ciento de los muertos en accidentes viales fueron motociclistas y el año pasado ese porcentaje llegó a 38 por ciento. Este 2022 todo apunta que será mayor el porcentaje. Y es que el Observatorio Vial sostiene que el 70.67 por ciento de los motociclistas no respetan las señales viales ni a los peatones. Solo basta estar en una arteria bien congestionada, para percibir esto como certero. Sobrepasan sin precaución y se aglutinan de tal manera que salen en desbandada como si la vida les sobrara. Señores conductores de motocicletas, cumplan el Reglamento de Tránsito y respeten las señales viales. Señores de Tránsito, hagan que todos los conductores de cualquier tipo de vehículo cumplan el reglamento. A veces la muerte anda en motocicleta.