Recordar nuestra niñez debe ser para todos uno viaje sublimes al pasado feliz, cuando nuestras preocupaciones y fantasías se limitaban a comer, jugar y dormir. Sin embargo, muchos recuerdan su niñez como una época triste y dolorosa, porque pasaron carencias propias de la pobreza. De la extrema pobreza en muchos casos.

Un estudio publicado la semana pasada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Banco Mundial (BM) señala que en 2022 en El Salvador había35,870 niños viviendo en hogares en condiciones de extrema pobreza, con ingresos diarios inferiores a $2.25 , lo que significan que tienen ingresos insuficientes para adquirir los alimentos requeridos para su desarrollo. Desde luego, si no alcanza para los alimentos necesarios, mucho menos alcanzará para juguetes, ropa adecuada, vivienda digna y todo lo que requiere la niñez. Niños que viven con hambre, mal alimentados, sin diversión, sin techo digno y expuestos a todo tipo de inclemencias. Algunos hasta sin acceso a la educación sistemática.

El informe de la UNICEF y el BM indica que alrededor de 911 mil niños salvadoreños viven en pobreza, tomando como parámetros los hogares de extrema pobreza (con niveles inferiores a los $2.15 de ingresos diarios), los de pobreza con ingresos medio bajo (ingresos de $3.65 o menos al día), e ingresos mediano alto (con ingresos de $6.85 diarios). Los niños que viven en familias de ingresos medio bajo, suman 169 mil; y los que viven en familias con ingreso mediano alto, ascienden a 716 mil.

Si nos comparamos con todo Centroamérica, en cuanto a pobreza infantil, pues los guarismos nos ubican en penúltimolugar, arriba de Panamá, en cuanto a niños viviendo en esa condición. Incluso, el informe detalla que tenemos mejores niveles de vida infantil que Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y Honduras. Claro, cada país con sus diferencias demográficas. Lo que es cierto, según el informe, es que en El Salvador cada vez las cifras van mejorando; es decir cada vez son menos los niños que viven en condiciones paupérrimas. Recordemos que el cálculo de los niños en pobreza en 2022 se realiza de acuerdo con las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por cada país.

De 1.4 millones de niños que viven en extrema pobreza en Centroamérica, sin contar Belice, es Honduras con 627,990 y Guatemala con 600,670 quienes mayor cantidad tienen de infantes viviendo en esa situación. El informe UNCEF-BM debe servir a cada país hermano para que ejecuten sus propias políticas de desarrollo para superar esos estadios infantiles.

Toda política encaminaba a favorecer las condiciones de vida de la niñez y adolescencia, es labor humanitaria y una forma honesta y sincera de hacer patria y de impulsar valores en la sociedad. Una niñez plena es garantía de ciudadanos productivos.
En El Salvador esos 35,870 niños en extrema pobreza debe ser una preocupación generalizada del Estado y de toda la institucionalidad, de la sociedad en general. Niños que crecen en desnutrición, sin la preparación debida para ingresar al mundo productivo, sin un desarrollo psíquico para la adaptación cotidiana, marginados, reproductores de pobreza, marginados de dinámica social. En fin, niños con un futuro fatalista.

Todos debemos combatir la extrema pobreza. Cada quiencon una función específica, todos podemos hacer algo. Por supuesto se necesita un ente rector que dicte las políticas de apoyo para este sector, que relativamente es reducido si se compara con el resto del área centroamericana, pero que es grande agobiante si hacemos una evaluación solidaria, profunda y desligada de toda intencionalidad política-partidaria. El informe, como ya se dijo, indica que son 911 mil niños viviendo en pobreza, porque en ese segmento también se ubican aquellos infantes y preadolescentes que viven en familias con ingresos medio bajo y medianos altos. Se requieren políticas para todos. Caer de la pobreza mediana alta a la extrema pobreza es demasiado fácil, si ocurre, como ya sucedió, otra pandemia similar al Covid 19, un desastre natural (terremoto, sequía, inundaciones y otros).

El informe presentado por ambos organismos internacionales señala que mucha pobreza, en cualquiera de sus niveles y a escala mundial, se vio incrementada por el Covid-19. Los conflictos, las consecuencias nefastas del cambio climático y las perturbaciones económicas. Algo de eso nos afectó en El Salvador, especialmente el cambio climático y sus famosas sequías o fase de copiosidad lluviosa que han dejado perdidas de cosechas y por consiguiente carencia de trabajo en la zona rural que es donde se manifiesta prioritariamente la pobreza extrema y los otros niveles de pobreza.

El director Mundial de Pobreza y Equidad del Banco Mundial, Luis Felipe López Calva al dar a conocer las cifras de la pobreza de la niñez en el mundo, sostiene que los datos solo son un recordatorio a los gobiernos del mundo, en el sentido que no hay tiempo para perder, pues cada gobierno debe trabajar arduamente para reducir los niveles de pobreza y la desigualdad que ello genera. A la niñez hay que protegerla en todo ámbito, garantizarles la alimentación, vestimenta y techo, así como acceso a la salud, a la educación, al sano entretenimiento, a una familia feliz, a un vecindario sano, a seguridad y bienestar. A cada niño y niña debemos reconocerlos como seres humanos con derechos y privilegios y garantías por su condición de infantes. Ellos no tienen que trabajar ni estar sometidos a los vejámenes de la pobreza. Los niños tienen que estar en los parques, las escuelas, los centros recreativos y/o ludopáticos, creciendo sanamente y con vigor saludables. Los niños deben vivir su niñez plena, rodeados de amor, comprensión y de sus propias inocentadas. Retemos la pobreza extrema en los niños y derrotémosla. Es una obligación de país... de patria.