Séneca el Romano, planteaba que el hombre sabio vive lo mejor que puede, no lo más que puede y siempre pensará sobre la vida en términos de calidad, no de cantidad. Es un acto de ofrenda a los dioses, decían Mayas y Aztecas, mientras que los esquimales lo veían como económicamente necesario. En las culturas cristianas su concepción siempre se ha considerado como pecado, como bien lo describieron San Agustín y Santo Tomas de Aquino. Hablamos del suicidio y su práctica a través de los tiempos.

La semana pasada se reportó la muerte por aparente suicidio en una menor de 12 años, residente en El Congo, departamento de Santa Ana. Aunque el suicidio como causa de muerte es un evento raro en menores de 12 años, no solo en nuestro país sino a nivel mundial, su ocurrencia debe de procurar la atención del liderazgo del MINSAL. El suicidio en nuestros tiempos ya no se considera una ofrenda a los dioses, sino un problema de salud pública.

En el año 2019, se reportaron cerca de 700 mil suicidios en el mundo, convirtiéndose en una de las principales causas de muerte prematura en todo el mundo. En nuestra región de las Américas; contrario a lo que sucede a nivel mundial con una tasa de suicidio descendente, la tasa de mortalidad por suicidio ha aumentado (ha subido 17% entre los años 2000 y 2019).

Los países con mayores tasas de mortalidad por suicidio en el continente son Guyana, Surinam, Uruguay, USA, Haití, Canadá, y Cuba. Congruente con lo que sucede a nivel mundial, los hombres se suicidan 3.5 veces mas que las mujeres en el continente americano. Casi ocho de cada 10 suicidios fueron perpetrados por hombres. Costa Rica y El Salvador se encuentran en la tercera y cuarta posición en el continente con mayor proporción de hombres muertos por suicidio. En general, los adultos de mediana edad (40-69 años) representan la mayor proporción (38%) de los suicidios en la región, seguidos de las personas mayores de 70 años (33%), los adultos jóvenes (20-39 años; 24.5%) y los adolescentes (10-19 años; 4.6%). En el 2017, el método de suicidio más común fue el ahorcamiento, estrangulamiento, sofocación, ahogamiento y sumersión, seguido de la lesión autoinfligida con arma de fuego y elenvenenamiento autoinfligido.

Desde el año 2018 hasta junio de 2022 más de 500 personas por año se suicidaron en El Salvador (2,118), de ese total, 400 fueron hombres, y 190 entre 40 y 69 años. Nuestro país presenta una de las tasas de suicidio más altas de Centroamérica, solamente por debajo de Costa Rica (6.1 por 100 mil para El Salvador y 8.1 por 100 mil para Costa Rica), y aunque ambos países se encuentran por debajo de la tasa promedio en la región (9 por 100 mil), es un problema serio de salud pública.

El año pasado, El Salvador publicó la primera edición de la encuesta nacional de salud mental 2022. Según esta encuesta un 2.2% de la población de adultos de 18-59 años tiene un riesgo moderado-alto de ideación suicida. Esto se traduce en que anualmente más de 93 mil personas en este rango de edad tienen alto riesgo de suicidio. El sistema público de salud de nuestro país actualmente cuenta con 66 trabajadores de salud mental (psicólogos y psiquiatras). Realizando cálculos matemáticos simples podemos concluir que el sistema público de salud en la actualidad solamente podría proveer servicios de salud mental a un 50% de todos los adultos entre 18 y 59 años con alto riesgo de suicidio. Esto sin contar los más de 5 mil 500 adultos mayores con riesgo de suicidio, ni con casi un millón de personas con síntomas de depresión, de acuerdo con el reporte de salud mental.

Está más que claro que la salud mental, el suicidio y la muerte prematura son un problema serio de salud pública en El Salvador. La salud pública nos dice que estos problemas tienen un impacto social y económico fuerte en un país, y que su magnitud es un indicador de la salud de una población. Esta claro que el recurso humano disponible en el sistema publico de salud no es suficiente para afrontar este problema. ¿Qué haremos señor ministro? ¿Seguir construyendo elefantes blancos?