El libro de Génesis (Cap-37), nos relata la historia de José, cuyo padre fue el patriarca Jacob, de donde salieron las doce tribus de Israel. Ahí se nos dice que Jacob amaba a José más que al resto de sus hijos, en razón de ello, sus hermanos cegados por la envidia, planearon maldades en contra de José, es así como terminaron vendiéndolo como esclavo a Egipto, es decir que José sufrió las torturas y el desprecio de sus hermanos. Al principio tuvo miedo y se sintió abandonado por Dios, pero luego de un tiempo de perfección de su carácter, Dios le mostró su misericordia en medio del dolor y la soledad.

En ese ir y venir de dolor y sufrimiento José fue condenado a doce años de cárcel, por un delito que no cometió, ya que fue acusado injustamente por la esposa de Potifar de haberla violado, pero en la voluntad perfecta de Dios toda obra para bien, incluso las cosas malas que nos ocurren en la vida. Estando José en profunda tristeza en la cárcel, dos funcionarios de Faraón, fueron arrestados, uno de ellos era culpable del delito de traición y el otro había sido encarcelado sin razón, pero el asunto es que ambos tuvieron un sueño y no sabían que significado tenían, hasta que José interpretó que uno de ellos saldría en tres días. Y el otro que era el panadero sería colgado en ese mismo periodo, sin embargo, el copero que salió de la cárcel, tal como lo había interpretado José, se olvidó de la promesa que intercedería a su favor cuando llegara con el faraón, lo cual significa que las personas cuando están en aprietos buscan ayuda y prometen lo que no van a cumplir, pero cuando salen del problema se olvidan de los que le ayudaron, esto fue lo que le paso a José, pero Dios en su infinita sabiduría tiene el control de todo y es así como permitió que el faraón tuviera dos sueños seguidos de la sequía y miseria que venía para Egipto.

Dios haciendo justicia en favor de José, quien se mantuvo fiel muy a pesar de todas las injusticias que padeció por mano de sus hermanos y los improperios y vejámenes que vivió en Egipto. De manera que José era el único en toda la región conocida que tenía la sabiduría de Dios para interpretar sueños, de esta manera el faraón lo mando a extraer de la cárcel, para que le diera la interpretación de los sueños de sus sueños. Es así que José predijo que venían siete años de abundancia, seguido de siete años de hambre y miseria que asolaría toda la región, por ello aconsejo poner a cargo a un hombre con sabiduría.

Es así como el faraón, quedó impresionando con José, quien no se inclinó ni le hizo reverencia, pues al único al que José doblado sus rodillas era a Dios, de modo que el faraón sabía que un hombre que no temía por su vida por no reverenciarlo era garantía suficiente que no lo adularía por salvar su vida. En consecuencia, José era el único que podía administrar la crisis económica que venía para Egipto y el resto de naciones. De este modo fue nombrado gobernador de Egipto y en los años de abundancia almacenó los excedentes de alimento en una quinta parte.

Y cuando comenzó a escasear el alimento en toda la región tal como lo había predicho José, es así que comenzaron a llegaban personas de diferentes territorios a comprar provisiones, entre ellos vinieron sus hermanos desde Canaán, quienes habían humillado y tratado mal a José. El encuentro fue muy doloroso pero muy reconciliador. José tuvo el poder para vengarse y hacerles pagar con una cuarta más, por todo el dolor que le habían causado, pero en lugar de ello decidió perdonarlos, ya que el perdón es más grande que la venganza y el amor más grande que el odio. (Génesis 45-46).

La historia de José es conmovedora y reflexiva, parecida a la vida de algunas personas, que creen tenerlo todo controlado, pero en la que, el amor de Dios quebranta el orgullo y nos muestra un camino diferente. Cuando pasa esto, sentimos que Dios nos abandona, que nos arrebata nuestros sueños, pero, al final, descubrimos que su plan es mejor que el nuestro y que sus caminos sin ahorrarnos sufrimientos, son mejores. Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. (Jeremías 29:11)