En ocasiones los ciudadanos eligen a sus gobernantes en base a la frescura de la popularidad y por la capacidad de conectar con el sentimiento de los electores, pero lo que se debe tener claro y nunca olvidar, es que la popularidad no se basa siempre en la verdad y tampoco se debe confundir popularidad con liderazgo, ya que la historia nos continua ilustrando que hubieron hombres muy populares, pero carentes de valores y de un liderazgo honesto, dado que usaron mal su popularidad al cometer atrocidades e injusticias, comenzado por Adolf Hitler y terminando con Daniel Ortega.

Pero también la historia nos ilustra también de grandes liderazgos como el del presidente Abraham Lincoln, quien era un maestro de la dialéctica y tenia una increíble capacidad de síntesis, pero tenía una virtud aún mayor: sus valores y honestidad, de hecho era conocido como el “honesto Lincoln”. En una ocasión dijo: “Se puede engañar a todo el mundo algún tiempo...se puede engañar a algunos todo el tiempo...pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”, con ese pensamiento se estableció las bases de la política contemporánea, por lo menos en cuanto a declaración de principios.

El Evangelio de Lucas 8:17, nos enseña así: “Porque nada hay oculto, que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de ser conocido, y de salir a luz”. De manera que el comportamiento de todo ser humano sin importar el lugar que ocupe en la vida, ya sea obrero, empresario, rico, pobre, joven o viejo, funcionario publico o no, la verdad debe ser su deleite y la honestidad su brújula, ya que nada hay oculto en esta vida, tarde o temprano todo se descubre, y de esto es justamente de los que hablaba el “honesto Lincoln” cuando dijo que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

Esto me recuerda a la historia del Capitán Rayo, apodado así el ladrón de origen británico (1818) que escapó de la justicia inglesa y se fue a huir a Estados Unidos. Allí inició su vida encubierta practicando la medicina, tomando el nombre de Doctor John Wilson. Para que no lo reconocieran las autoridades, llevaba puestos tres trajes encima, lo cual le ayudaba a cubrir una pierna deforme que tenía y lo hacía verse más mucho mas grande de lo normal. Al estar al borde de la muerte, el hombre les pidió a sus amigos que lo enterraran con su ropa y que nunca lo desnudaran.

Pero esa petición no podía cumplirse puesto que el cuerpo debía prepararse para ser sepultado apropiadamente. Cuando falleció y su cuerpo fue llevado para ser preparado, el empleado de la funeraria quedó sorprendido al encontrar, en el cuerpo sin vida del llamado Dr. John Wilson, cicatrices de heridas y una pierna atrofiada, las cuales eran características con las que se buscaba al ladrón inglés. Una revisión en la casa del fallecido Dr. Wilson reveló las sospechas, al encontrar en un escondite relojes, joyas y diamantes. El comisario supo que el doctor era, en realidad, el Capitán Rayo, un ladrón disfrazado, es decir los engañó por un tiempo.

Tal vez sea agradable ganarse el pan con engaños, pero uno acaba con la boca llena de arena. (Proverbios 20:17 NVI). Hay mentiras que pueden permanecer ocultas durante años y al pasar el tiempo se llega a creer que es verdad, sin embargo, el que miente, roba y comete actos de corrupción, tiene que estar consciente que tarde o temprano la verdad se impondrá ante todo estratagema.

Quizás algunas personas han ocultado la verdad para no dañar a un ser querido o porque están sabedores que la verdad destruirá su hogar o probablemente se pierda el trabajo por actos deshonestos. sin embargo, el propósito de Dios no es acusar y descalificar al que miente, sino más bien está interesado en reconstruir lo que fue destruido con la mentira, de hecho el Señor Jesucristo, quiere que todos los hombres vengan al arrepentimiento, para que caminen en paz con todos sus semejantes.