No cabe duda que la humanidad ha entrado en un proceso de autodestrucción, iniciando desde las guerras mundiales que ha habido, pasando por los derramamientos de petróleo en el mar que han contaminado los mantos acuíferos, llegando al efecto invernadero y el calentamiento global que es producto de la avaricia humana, hasta los accidentes nucleares que han llevado a una contaminación del medio ambiente de magnitudes catastróficas en la que miles de personas han muerto y otras sobreviven a los efectos de la radiación pero en una condición crítica.

No sé qué más espera ver la humanidad para que reflexionen y se den cuenta que están destruyendo la creación de Dios. Es decir que todo lo que toca el hombre lo destruye, cuyo único propósito es traducir los recursos naturales en dinero, de manera que la avaricia y la codicia son los pecados mortales que están llevando a unas pocas familias en el mundo a dominar el resto de la población con tal de acaparar los recursos. Por ello están impulsando la agenda 2030. Un plan para la esclavitud global de la humanidad bajo el control de corporaciones usando un modelo comunista, maquillado bajo objetivos benévolos.

Esta agenda satánica y globalistas la disfrazan con un lenguaje de “erradicaremos la pobreza y haremos que la humanidad se sienta bien” por ello desde los gobiernos, se ha venido impulsando programas de cupones de alimentos, subsidios de vivienda y folletos que los conviertan en esclavos obedientes del gobierno mundial. De manera que hace que las personas se vuelvan invalidas mentalmente y se les enseña a la victimización masiva y la obediencia a un gobierno que proporciona dinero mensual de “subsidios” para cualquier cosa que tenga sumido en el letargo a la población.

Mientras en la superestructura de cada país están implementando leyes que les permita aplicar la despenalización del aborto libre, voluntario y espontaneo. De ahí el feminismo marxista surge una herramienta en la que supuestamente empodera a las mujeres, incluso para tomar la decisión de asesinar a otra vida que lleva en el vientre. Con el lema “mi cuerpo mi decisión” Del mismo modo se impulsan los matrimonios igualitarios con el fin de erradicar desde la raíz la reproducción humana, dado que hombre con hombre y
mujer con mujer no se pueden reproducir, lo cual atenta directamente contra el diseño de Dios.

Quiero compartir la siguiente historia de protección de vida humana: En una ocasión un muchacho entró con paso firme a una joyería y pidió que le mostraran el mejor anillo de compromiso que tuvieran. El joyero le presentó una hermosa piedra solitaria que brillaba como un diminuto sol resplandeciente. Al contemplar el anillo, con una sonrisa el joven lo aprobó, luego pidió el precio y se disponía a pagarlo cuando... ¿Se va usted a casar pronto? - Le preguntó el joyero. ¡No! - respondió el muchacho - Ni siquiera tengo novia. Es para mi mamá - dijo el muchacho –

Cuando yo iba a nacer mi madre estuvo sola; alguien le consejo que me abortara antes de que naciera, así se evitaría problemas. Pero ella se negó y respeto el don de la vida que viene de Dios. Lo cual le represento un gran sacrificio, por lo que tuvo que ser padre y madre a la vez, fue amiga, hermana y maestra. Me hizo ser lo que soy. Ahora que puedo la honro con este anillo de compromiso, dado que ella nunca tuvo uno. Yo se lo doy como promesa de que, si ella hizo todo por mí, ahora yo haré todo por ella. Quizás después entregue otro anillo de compromiso, pero será el segundo.

El joyero no dijo nada, solamente ordenó a su cajera que hiciera al muchacho el descuento que se hacía nada más a los clientes importantes. Reflexionemos y defendamos la vida desde el instante mismo de la concepción, no podemos ser tibios ante tanto bombardeo de la perversa y desviada ideología de género que quiere confundir a nuestros hijos en su identidad sexual, y por fuerza quieren que toda una sociedad acepte sus retorcidas ideas que vienen desde vientre del infierno mismo y que tienen a la base las perversiones sexuales, que atentan en contra el diseño e imagen de Dios.

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías 1:5)