La observación, investigación y acompañamiento de los procesos electorales, desde la preparación hasta las implicaciones de los procedimientos administrativos, logísticos, tecnológicos, así como los jurídicos, son en extremo relevantes para un país, porque las elecciones son la herramienta que asegura la distribución del poder político de acuerdo al marco constitucional de cada sociedad y sin perder de vista su contexto económico y social. Estas jornadas de seguimiento electoral, también, son el puente desde el que se accede a la historia, el acervo cultural y costumbres que expresan las razones, pasiones, frustraciones, sueños, expectativas y demandas de cada nación.

El 24 de agosto Angola eligió Presidente y Asamblea Nacional, siendo la quinta elección desde la independencia de Portugal en 1975, tras una larga guerra, desenlace al que tributó la Revolución de Los Claveles de 1974 en ese país. En Angola emergió un estado independiente con un sistema socialista unipartidista conducido por el MPLA (Movimiento Popular para la Liberación de Angola), respaldado por Cuba y otros países socialistas. Tras la emancipación se agudizó el enfrentamiento principalmente con la UNITA (Unión Nacional para la Independencia Total de Angola), facción ultra conservadora acuerpada por los racistas blancos del apartheid de Sudáfrica, por EEUU e Israel, desencadenándose la mayor guerra civil en África.

En 1992 Angola celebró su primera elección general multipartidistas pos independencia, en virtud del cese de fuego del “Acuerdo de Bissece” suscrito entre el MPLA y la UNITA en mayo de 1991, bajo auspicios de Naciones Unidas. El MPLA alcanzó una aplastante victoria, pero la UNITA solo reconoció el resultado legislativo y no el presidencial, reanudándose inmediatamente la guerra civil que se extendió por una década más, hasta culminar en 2002 con la victoria militar del MPLA. La muerte en combate de Jonas Sabimbi, jefe histórico de la UNITA, la desmovilización y conversión de la UNITA y otras facciones en partidos políticos legalmente constituidos y el fin del conflicto armado permitió celebrar elecciones generales en 2008, comenzando así un nuevo periodo político para Angola.

Angola sufre los cruentos efectos de la pandemia de Covid19, acrecentados por la profunda mora social de una larga colonización y los devastadores efectos de una dura y prolongada guerra civil, de la que todavía quedan mortíferos campos minados. Aun así, es reconocida como la segunda economía regional y conserva la mayor expectativa de vida y menor mortalidad infantil entre los países vecinos. La posibilidad de progreso depende del manejo de sus reservas petroleras que constituyen el 91% de sus exportaciones, más el 6% de diamantes en bruto y, por supuesto, de la sabiduría y probidad en la conducción del país. Además, Angola es miembro de la OPEP y segundo exportador de crudo del continente, tiene en ciernes un convenio económico con la Unión Europea.

Las elecciones del 24 de agosto dieron la victoria presidencial y legislativa al MPLA habilitando un quinto mandato; fue una elección técnicamente impecable, apegada a los estándares internacionales y apegada al marco legal de Angola; estuvo abierta al escrutinio de sendas misiones de observación electoral nacional e internacional que no registramos evidencia que pongan en duda la voluntad de los electores.

El MPLA, que ejerce el poder desde 1975, ganó la elección de 2008 con el 81% de los votos, en 2012 con el 71%; en 2017 con el 61%; y este 2022 con 51,7%, parece que están sonando las campanas. De 220 escaños en el 2017 el MPLA obtuvo 150 y la UNITA 51, sin embargo, en esta elección el MPLA disminuyó a 124 curules, la UNITA creció a 90 escaños; tres partidos se conformaron con dos escaños cada uno y los últimos tres partidos, ninguno.

Así como es Ineludible la –dolorosa- visita al Museo Nacional de la Esclavitud en El Morro de la Cruz, capilla del siglo XVII donde bautizaban a los esclavos antes de embarcarlos en los “barcos negreros” para venderlos en América y donde se exponen cepos, cadenas, grilletes, maderos y látigos como testigos criteriados que apuntan a la responsabilidad histórica de los países esclavistas, también es necesario prestar atención a las campanadas y una interpretación actualizada de los efectos de la pandemia, la agudización de la pobreza, el programa de privatizaciones del gobierno, el impacto de abultados casos de presunta corrupción y las tendencias políticas de una nueva generación de jóvenes que no vivió el conflicto armado y que votaron por primera vez en esta elección.