Desde octubre hasta en febrero es tiempo de las cortas de café en todo Centroamérica, especialmente en El Salvador. El famoso “grano de oro” el cual hace levantar temprano a miles de familias salvadoreñas para ir a los cafetales a cortarlo. Esto, de cortar café, es una sensación única, es una de las tradiciones salvadoreñas, en donde hasta los turistas desean experimentar cómo se corta el “grano de oro”; además, se hace senderismo, se respira aire puro, se come en los bosques cafetaleros al estilo salvadoreño y se disfruta de una exquisita taza de café. Es una faena inolvidable. Los beneficios de café se preparan para recibir el café. Recordemos que, el café fue el principal generador de desarrollo de El Salvador.

En las seis zonas cafetaleras de El Salvador, la época navideña es ver a miles de personas en la faena de las cortas de café. Los cafetos parecen arbolitos de Navidad, cada pepita brillante y roja parece que son las pequeñas pelotas que adornan los palitos de Navidad, los cuales se colocan en las salas, almacenes y por doquier.

Los tiempos cambian, las fincas ya no producen como antes; sin embargo, El Salvador aún se reconoce por ser uno de los productores del mejor aromático del mundo. En esta época se ven en las montañas cafetaleras a muchas personas que empiezan la faena muy temprano, las mujeres se visten con pantalón y vestido, eso les ayuda a protegerse de las mañanas gélidas y de los ventarrones.

Desde que el café empieza a madurar el dueño de la finca, los mandadores y los caporales preparan la romana (aparato que se usaba para pesar el café), la balanza, sacos, pitas, caballos, mulas, vehículos, avisan a los cortadores, etc. Antes, la paga del café era de dos maneras, con o sin alimentos, con alimentos la arroba de café se pagaba un poco menos. Lo importante era tener al grupo de cortadores. En la tarde los cortadores escogen el café, separan los granos verdes, luego lo pesan y apuntan el total de arrobas cortadas individualmente o en grupo familiar.

En los canastos se escuchan caer los primeros granos del cafeto, el frío cala en los huesos, ya llegará la hora del almuerzo, es momento de prender fuego, calentar unos frijoles y comerlos con chengas (tortillas gigantes). Algunos asan cuchamperes, platanillos, guineos majonchos y otros alimentos que la misma finca proporciona; otros jóvenes degustan de unos cangrejos y butes. En la tarde los ríos reciben a los cortadores que se bañan en sus aguas heladas, se quitan las mieles, especialmente las que quedan incrustadas entre las uñas.

Según investigaciones, tuvieron que cambiar el año escolar para que en las escuelas hubiese vacaciones, la idea fue que toda la familia pudiese cortar el aromático. Es una fiesta en las fincas. Diciembre es mágico. Son pocos los salvadoreños que no han sabido experimentar el caminar entre los surcos de los cafetales y a cortar los granos color cereza.

Mientras tanto, todo el año es necesario que se realicen trabajos en las fincas tales como: podas de los cafetos y de la sombra, siembra, etc. Claro, lo mejor es cuando el caporal va colocando en cada surco a los cortadores. Por eso la época navideña es la mejor. En diciembre se escuchan las rancheras y villancicos navideños, los clásicos de José Feliciano “Feliz Navidad” o “Navidad sin ti” de Los Bukis. La familia canta, los niños contentos se preparan para la Noche Buena. En los pueblos las tiendas se preparan para recibir a los cortadores, quienes alegres van a comprar el estreno, los alimentos para la Navidad, los útiles escolares y los niños van contentos con sus cuetes para reventarlos en la Natividad y en fin de año.

La tarde cae y se siente el aroma de la pulpa de café, los cortadores se van a su casa con las esperanzas que el fin de quincena llegue para recibir el pago. El café salvadoreño está resurgiendo y los buenos precios hacen que sea una fuente de trabajo para esta época. ¡Que viva la caficultura salvadoreña y feliz Navidad para todos los lectores!