Este martes 3 de octubre arrancó la campaña electoral para elegir la presidencia del país. Esta es una álgida jornada que se extenderá sin derecho a descanso hasta el miércoles 31 de enero de 2024 a la media noche, momento en el que por ley termina la propaganda electoral. Serán cuatro sufridos meses de intenso bombardeo mediático capaz de horadar cualquier cerebro. Claro, esa intensidad dependerá de la abismal desproporción de recursos financieros para campaña qué hay entre los partidos políticos contendientes. De antemano esa onerosa ventaja la lleva el partido de Bukele, que ha mantenido una intensa campaña política de manera permanente, con millonarios recursos gubernamentales durante los más de cuatro años del ejercicio de mandato.

Desde agosto, Bukele y su Gobierno mantienen una intensa campaña descarada de propaganda electoral sucia y adelantada por todos los medios, ante el silencio de un Tribunal Supremo Electoral mudo y cabizbajo. Con esa campaña ilegal pretenden descalificar a la oposición, bajo el supuesto de que esta pueda liberar a los criminales encarcelados, intentando con esto provocar miedo en la población. Esta millonaria propaganda sucia, calzada por el Ejecutivo, es financiada con recursos públicos. Bajo esta tónica mediática, al 31 de enero el cuerpo electoral y la sociedad estarán a punto de vomitar y convulsionar ante semejante avalancha de saturación publicitaria por todos los canales, radios, cable, redes sociales, periódicos del partido oficial y en las redes de su candidato-presidente.

Antes de establecer preferencias, debe conocerse el incumplimiento de pasadas promesas, como la denuncia del sindicato de educadores públicos (SIMEDUCO), que revela que, a un mes de terminar el año escolar, el Ministerio de Educación debe la mayor parte del presupuesto de mantenimiento a los centros educativos públicos. En algunos casos solo han recibido el 19%; en otros el 33% de 1500 dólares que reciben los centros que cuentan con 30 docentes y un estimado de 400 alumnos; recursos insuficientes para reparaciones y mantenimiento del sistema eléctrico, agua potable y drenajes, techos y mobiliario. Tampoco se conoce resultados del compromiso de Bukele del 7 de septiembre de 2022, en que asumió reparar 5500 escuelas, de estas 1000 en el primer año. No existe informe del compromiso asumido el 30 de noviembre de 2021 de construir las primeras 20 escuelas de 600 con las ganancias del Bitcoin.

La tónica de estos incumplimientos no es nueva. Bukele, siendo candidato presidencial en 2018, en la plaza central de la UES (Universidad de El Salvador) se comprometió a incrementar el presupuesto universitario hasta superar el porcentaje del PIB; convertir la UES en la mejor universidad de Centroamérica, ampliar con nuevas carreras, bibliotecas modernas, laboratorios, facultades; entregar un amplio paquete de becas, amplia residencia estudiantil para alojar estudiantes del interior; nuevas sedes universitarias en los departamentos de La Unión, Chalatenango, Ahuachapán. Nada de esto se ha cumplido. El 2 de julio de 2019 Bukele se comprometió a crear una Universidad Técnica que se instalaría en CIFCO (Centro Internacional de Ferias y Convenciones) para formar a cien mil jóvenes en diversos oficios. De tal proyecto nadie sabe nada. El 18 de octubre de ese mismo año Bukele se comprometió con un paquete de 6000 becas universitarias, a razón de incrementar 500 becas por mes para estudiantes de escasos recursos con el único requisito de una nota promedio de 7,5. A la fecha, no hay datos públicos de la cantidad de becas otorgadas, mas allá del escándalo de corrupción de una alta funcionaria de su Gobierno que otorgó beca a un familiar.

El 27 de agosto de 2020 Bukele hizo otra promesa: “Hay un programa que, (con) el Embajador Johnson (de EE. UU.) iremos allá a Estados Unidos, a presentar junto con el Gobierno de Estados Unido. Es un programa de aproximadamente un billón de dólares para financiar emprendimientos en El Salvador”. Hasta hoy de ese programa no se sabe absolutamente nada.

Esta lista de promesas incumplidas abarca la frustrada construcción del nuevo Hospital Rosales y del Hospital de la Región Norte en Nejapa; la Unidad de Salud y la Unidad de Cuidados Intensivos UCI) en la isla Tasajera y la famosa lancha ambulancia. Coronan estos incumplimientos la nueva sede de CIFCO, el aeropuerto en La Unión, El Tren del Pacífico, la inconclusa presa El Chaparral; y la emblemática Ciudad Bitcoin. No puede dejarse de mencionar la clausurada CICIES, la promesa que realmente más importaba porque permitiría fiscalizar la gestión gubernamental.

Entre ofrecer y prometer, el candidato-presidente no se queda pobre.