Los colombianos (no todos, hay gente decente), han invadido nuestros países. Entre los narcos mexicanos y los narcos colombianos, Centroamérica está en el medio de un emparedado sumamente pernicioso que hace más daño que toda la infiltración estadounidense de los cuales los de izquierda siempre pasan quejándose, pero, ¡ojo!, nunca dicen nada.

Los colombianos (solo los malos) llegaron a destruir la institucionalidad y a chupar la sangre de la gente y del sistema como viles sanguijuelas, y eso sucede desde hace años. Así como los ciudadanos de a pie vimos crecer el fenómeno delincuencial tan terrible como el de las maras, y ya sabemos las monstruosidades de las que fueron capaces, y por fin vino un presidente que, vistiéndose de héroe, con la ley en la mano, y con la mayor valentía y arrojo que jamás se había visto en mandatario alguno, tomó el toro por los cuernos, lo sometió, lo arrodilló, lo humillo y lo hizo carne asada para barbacoa, nos tiene a todos los salvadoreños sencillamente enamorados.

Las otras cosas como la democracia, el sistema republicano, los pesos y contrapesos salen sobrando, ya no importan si se hace bien lo bueno, si se hace lo que se tiene que hacer, y ahora El Salvador es la estrella polar del mundo entero de cómo se combate a las maras, a las pandillas, a las mafias.

Italia, EE. UU., Japón, Nigeria, Rusia, China y todos los países que tienen mafias terribles, totalitarias, tiranas y destructivas, deberían aprender del sistema de Nayib Bukele. Argentinos, mexicanos, italianos, españoles, por todas partes surgen videos de personas comunes y corrientes solicitándole a sus gobernantes que apliquen la misma estrategia bukeleana.

¿Cómo es posible que haya salvadoreños que se quejen de algo que es envidiado por todos y en todas partes? Si hay violaciones a derechos humanos, si se causaron muertes injustas en las cárceles en lo que ha durado el exitoso régimen contra las pandillas, pues les asiste el derecho de recurrir a todas las instancias, incluso internacionales, pero no ataquen el bien que se está haciendo en el país, confundiéndolo como si se tratara de una persecución contra gente inocente.

Siempre hay daños colaterales en una guerra.
Con esto de los colombianos pasa lo mismo, ya estoy un poco cansado, al límite de estar harto, de que confundan lo que son buenos colombianos que desgraciadamente cayeron en alguna redada, a que generalicen y crean que solo colombianos buenos, de agradable hablar, alegres, etc. han sido capturados. No nos hagamos los tarugos.

Ese sistema de préstamos por goteo simple y sencillamente es pacto con el diablo, nunca se sale, no tiene nada de ciencia o técnica financiera, es la usura en su versión más cruel, nefasta, despreciable, solo pensada por animales tan detestables como los narcos y lavadores de dinero, en los cuales la persona humana vale lo que un animal de carga y nada más, solo eso.

El crimen organizado en cualquiera de sus expresiones ve al hombre y a la mujer como algo sustituible, fungible, desechable, prescindible, algo de poco valor que se pude deshacer sin remordimiento y puede ser fácilmente sustituido por otro igual.

El crimen organizado es la expresión más terrible de lo que puede hacer el ser humano, ni siquiera los gestores de la crisis financiera del 2008, ni siquiera los militares del Pentágono, ni los fascistas de Mussolini ni los nacionalsocialistas de Hitler, bueno, incluso ni los del Kemer Rojo de Pol Pot han sido seres tan despreciables como los líderes y miembros del crimen organizado. Toman al ser humano de juguete, lo rebajan a humillaciones que son terroríficas y así podría seguir describiéndolos, y en el caso de los colombianos prestamistas que han estafado a miles de centroamericanos, esos son puro y auténtico crimen organizado abominable.

Me alegro sobremanera por el buen trabajo hecho por el Fiscal General y por todo su cuerpo de fiscales e investigadores. Espero que no vaya a salir algún juecesito corrupto o con remordimientos mojigatos y los deje en libertad. Espero que se les aplique todo el peso de la justicia que desde hace tanto años se esperaba en el país, y que tomen ejemplo los otros países de la región, como acá en Honduras donde vivo desde hace 16 años, donde esos colombianos hacen y deshacen con la gente como les da la gana con el silencio, el desinterés y la complicidad incluso de las autoridades públicas.