¿Qué es apátrida? Según el diccionario de la Real Academia Española es una “Persona que no es considerada como nacional suyo por ningún Estado, conforme a su legislación”. Y, como dice la canción de Facundo Cabral “No soy de aquí ni soy de allá”, más parece un verso para los apátridas, para los que llevan en sus manos la esperanza de volver a su país que los vio nacer o les dio nacionalidad. Según ACNUR existen alrededor de 10 millones de apátridas en el mundo.

Ser apátrida es ser desterrado, un castigo que ni el mismo Sócrates quiso cumplir. Prefirió la muerte. Ser desterrado aparece hasta en el código de Hammurabi, en la ley del Talión. Los apátridas, exiliados y migrantes tienen mucho en común. La historia ha tenido a tiranos de diferentes ideologías políticas, ejemplos: Hitler, Stalin, Pinochet, Pol Pot, etc.

En El Salvador vedaban el derecho de ser salvadoreño en tiempos de los gobiernos militares, en donde, todo aquel que estuviese en contra, dígase: escritores, artistas, pintores, teatreros, grafiteros, etc. Una frase o expresión en contra del gobierno, era motivo de castigo o expatriación. Muchos volvieron al país luego de la postguerra o la firma de la paz en 1992. También hubo políticos que fueron exiliados. La historia nos recuerda que, Maximiliano Hernández Martínez ejecutó a miles de indígenas. Mejor hubiesen sido expatriados. Tanto odio porque pensaban diferente.

Me imagino que un apátrida llora cuando escucha el himno nacional de su país, llora al ver que hasta sus pertenencias le fueron despojadas, tal como les sucedió a los nicaragüenses a quienes les confiscaron los bienes. Si alguna vez vuelven, tendrán que hacer muchas diligencias para recuperar lo que tanto les costó. Es una injusticia; ya que, en el caso de los niños que nacen en campos de refugiados, debido a conflictos armados o de otra índole, no tienen nacionalidad. Es un tema complejo y aclarar que algunos “los sin patria” no han sido buenas personas.

El caso de Nicaragua, no es justo repetir la historia o los mismos acontecimientos; sin embargo, al país hermano le sucedió lo mismo. El dictador Ortega fue electo nuevamente como presidente. Ahora, como dicen, deben apretar los dientes. Escritores, religiosos, políticos y supuestos detractores fueron expulsados, todo por no estar de acuerdo con la dictadura de Ortega. Los dictadores siempre han cayado las voces que se pronuncian, las voces que no están de acuerdo con la forma de gobernar. Los desterrados claman libertad para el pueblo nicaragüense. La historia comprueba que ningún dictador termina bien. Tarde o temprano su tiranía lo hará caer.

Lo irrisorio de todo este calvario es ver el caso del obispo Rolando Álvarez, quien se negó a subirse al avión de los desterrados. De castigo le dieron 26 años de encarcelamiento. La hidalguía o heroísmo del sacerdote le pueden acarrear otras consecuencias; sin embargo, es un ejemplo para todos los nicaragüenses que quisieran gritar libertad, pero no se atreven. Los traidores de la patria, según el presidente nicaragüense, su esposa y séquitos lograron su objetivo. Mientras tanto, los 300 apátridas están siendo beneficiados con otras nacionalidades, un aspecto importante para que recuperen los derechos humanos negados. La Convención para Reducir los Casos de Apátrida de 1961 ayudó mucho para colaborar en estos casos.

En el ámbito educativo, los docentes quienes tenían la verdad en sus saberes fueron silenciados también. Algunos amanecían asesinados, otros mejor buscaron países libres para vivir, antes que fuesen expatriados. En los centros escolares, recuerdo, ardían los libros que hablaban de comunismo, de ideologías marxistas y leninistas. El que no piensa igual que un dictador es expulsado sin contemplaciones.

Comparto un poema del escritor y periodista Juan Antonio Bermúdez para los que de una manera u otra han sufrido este tipo de atropello, La libertad no es piedra. Hay un río furioso / melancólico, delante y dentro de ti / de mí, de cada uno. Algunas veces el agua corre helada / La libertad tiene tamaño / y densidad de espuma. No es piedra / que los escoplos domestiquen.

Los apátridas están diseminados por todo el mundo, las causas son variadas para que hayan sido expulsados de sus países; sin embargo, es un tema que preocupa a las naciones democráticas. La esperanza nunca la deben perder los desterrados, esa es la llama que los hace seguir luchando. Se espera que los nicaragüenses recuperen sus derechos.