Todos los seres humanos tarde o temprano atravesaremos por el desierto del sufrimiento, sin importar el contexto que nos conduce a ello, esta el propósito de Dios que indudablemente sobrepasa el entendimiento humano, ya que las personas siempre buscamos una explicación lógica al sufrimiento, como si este pudiera cuantificarse a través de una formula matemática, lo cual no es así, este análisis simplista dirige a una parte de la raza humana a concluir ¿dónde está Dios frente a las guerras, el hambre, la pornografía infantil, las violaciones, los homicidios, entre otras maldades?. La respuesta es la misma, Dios está dónde lo han dejado los seres humanos.

De manera que Dios, esta fuera de los hogares porque así lo decidieron algunas generaciones de padres de familia, ya que prefirieron que el televisor, el internet, los juegos de videos y un sistema educativo en valores decadentes instruyera a sus hijos, del mismo modo ocurrió con los países que prohibieron que se leyera la Biblia como modelo de enseñanza en valores universales, dándole paso al humanismo, a la nueva era, a la filosofía y ahora a la perversa ideología de genero que está llevando a los niños y niñas a la confusión, haciéndoles creer que pueden ser lo que quieran ser, al final lo que importa es lo que ellos sienten y no lo que biológicamente son.

Todas estas maldades que ha sembrado por décadas el ser humano es lo que ahora conceptualiza a una nación, de tal modo que la sociedad moderna denomina lo malo como bueno y lo bueno lo define como malo. El Señor Jesucristo dijo: Más como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre. (Mateo 24:37-39). Esta declaración del Señor Jesucristo es consistente con la maldad del ser humano en el siglo XXI.

Evidentemente cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen y semejanza, es decir lo dotó de intelecto, sentimiento y voluntad propia, de manera que no hizo un robot para darle órdenes de lo que debía hacer, a ello se le conoce como libre albedrio, es decir que el hombre a diferencia de los animales posee conciencia y tiene la habilidad de discernir entre lo bueno y lo malo, esa eternidad que Dios depositó en su alma es la ley de la conciencia, por ello ningún hombre tendrá excusa cuando este frente al creador en el día de juicio, dado que todos tendremos que rendir cuentas de lo que hicimos nos guste o no. (Apocalipsis 20:11-13).

Ahora bien la mandad que ha envuelto a los seres humanos, que está conectado a las injusticias, corrupción, avaricia, egoísmo, insensibilidad y hambrunas, no es porque Dios así lo quiera, sino que es producto de las decisiones del hombre, no de un Dios injusto que se goza del daño, de modo que el hombre es artífice de su misma destrucción y miseria que ahora lo ha hecho esclavo de la avaricia y la vanidad, dado que estos dos factores son los que predominan para explotar los recursos naturales en favor de unas minorías y en detrimento del ecosistema y de miles de familias que lo llaman su hogar.

Del mismo modo ocurre en todos los ámbitos, por ejemplo, está el comercio de la salud, el comercio de la industria farmacéutica y así sucesivamente, lo que importa son las ganancias al final del ejercicio fiscal, las personas solo se vuelven recursos remplazables por otros mas jóvenes. De tal suerte que estamos frente a una sociedad inmoral, que ante su fracaso culpa a Dios de sus malas decisiones, pero que no le toma en cuenta en nada. ¿Que tan malo puede ser una persona? eso dependerá de cuanto le permita a Dios que gobierne su corazón y su mente. Ahora es el tiempo de arrepentirse y buscar a Dios con todo el corazón