Mucha gente en El Salvador comentó y aplaudió la fugaz visita del astro del fútbol mundial a nuestro país. Aprovecho su apellido para “tecniquear” con el mismo en esta mi columna de opinión. Y es que al volver la vista atrás para fijarla en el actuar de Nayib Bukele dentro del ámbito de las relaciones internacionales desde antes de asumir la titularidad del Órgano Ejecutivo, aunque ya siendo presidente electo, debo decir que me siento confundido. No debería estarlo pues entre su peculiar personalidad destaca lo que la célebre María Expropiación Lascuráin y Torquemada de Botija –alias “la Chimoltrufia”– sintetizó en una de sus más famosas frases; aquella en la que decía: “No nos hagamos tarugos, pos ya sabes que yo como digo una cosa digo otra”. Así de sencillo.

Eso ha sido característico en Bukele y no se restringe a su manejo diplomático; pareciera ser algo innato y sobran ejemplos entre los cuales, lamentablemente, el que mejor ilustra esto es el cambio descarado de posición acerca de la reelección presidencial: para él antes era inconstitucional, hoy ya no. Pero centrémonos en lo primero y recordemos un par de episodios sobresalientes.

No había tomado posesión del cargo que ahora ostenta y pretende ocupar fraudulentamente por cinco años más, cuando viajó a Estados Unidos en dos ocasiones. Durante la primera, el miércoles 13 de marzo del 2019 pronunció un discurso en la abiertamente derechista Fundación Heritage. Entre otros, hay dos mensajes que lanzó en el curso de su perorata; con estos Bukele estaría seguro de que, al soltarlos, le endulzaría los oídos a la mayoría del público presente. “China no juega por las reglas, no respetan las reglas [...] Hacen proyectos que no son viables y dejan a los países con enormes préstamos que no se pueden pagar [...] Ellos no son una democracia, pero se meten en tu democracia”. Ese fue uno. “En el caso de Maduro y Ortega ‒fue el otro‒ pueden irse despidiendo de sus aliados de El Salvador”.

Más claras y contundentes esas sus definiciones de entonces, imposible. Pero antes de que transcurrieran apenas diez meses, China ya era otra cosa en el imaginario “bukeleano”. El martes 3 de diciembre del mismo año firmó varios acuerdos con Xi Jinping, presidente del gigante asiático. Conste que en marzo había dicho que revisaría los “acuerdos oscuros” que había firmado, “por debajo de la mesa”, su antecesor: el “profe” Salvador Sánchez Cerén. Pero en diciembre Bukele declaró que su colega chino le brindaría “una gigantesca cooperación no reembolsable”. China dejó de ser el Lobo Feroz y se transformó en la Caperucita Roja.

El cambio del punto de vista sobre la Nicaragua orteguista tardó un poco más pero, a estas alturas, es una realidad innegable. La expresión más evidente del mismo tuvo lugar en un escenario dentro del cual, si hubiese habido congruencia con lo expresado en la capital estadounidense en marzo del 2019, El Salvador debió sumarse a la resolución de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos mediante la cual se condenó al régimen dictatorial chocho. En una nota a pie de página, la representación guanaca hizo constar su postura de apoyo a la dictadura. al “reafirmar” su –dizque– “posición de principios en materia de Derecho internacional”: “no intervenir ni tener injerencia en los asuntos internos de otro Estado”. Pues claro, no le hagás a los demás lo que no querés que te hagan a vos; o, dicho aún más coloquialmente, “chucho no come chucho”.

Por los anteriores y otros hechos más –como el amistarse con dictadores entre los cuales destacan el turco Erdrogan y otros especímenes africanos similares– debemos tener bien claro que el régimen autocrático actual encarnado en Bukele no tiene una política exterior definida y, mucho menos, en favor de la democracia. Lo que se observa en esta materia es lo siguiente: organizar Miss Universo, realizar torneos de surf, acarrear artistas que alaban al “mesías” y presentarle a Messi las “cartas credenciales” de un candidato presidencial inconstitucional, entre otras costosísimas burlas en perjuicio de la dignidad de nuestras mayorías populares.

Aclaro. Al inicio dije que “mucha gente” había comentado y aplaudido el arribo del famosísimo futbolista argentino a nuestro país; pero no dije que todo el mundo, porque en el que sobrevive nuestra gente en el abajo y adentro de El Salvador profundo son otras las prioridades, las aflicciones y las penurias. Por todo lo anterior y principalmente por esto último, corrijo: no me siento confundido sino emputado. Este es el verbo más adecuado que encontré en el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española.