Desde 1978 se conmemora a escala mundial el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, después que la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) quisiera rendir tributo a la gesta histórica ocurrida en 1908 en la fábrica Cotton, en Nueva York, Estados Unidos, donde 129 mujeres murieron calcinadas. Las mujeres estaban en una huelga y ocupación de la fábrica, ya que reclamaban los mismos derechos que sus compañeros hombres, así como igualdad de salarios por igual tarea y la reducción de la jornada laboral. El dueño de la fábrica había ordenan cerrar con llave la fábrica para que aquellas valientes mujeres desistieran, pero al no lograrlo provocaron un incendio con el resultado fatal.

Ya han pasado 115 años desde aquel amargo episodio de la humanidad y en la actualidad en muchas partes del mundo hay esferas laborales y productivas donde las mujeres siguen percibiendo menos ingresos por realizar las mismas actividades que los hombres. Aún hay mucha discriminación hacia las mujeres y en muchas latitudes sociales aún hay predominancia del enfermizo e intolerable machismo. Las mujeres son valiosísimas y sus derechos deben ser iguales a los de los hombres. Nadie tiene porque irrespetarlas en ninguna faceta de la vida. Ellas al igual que nosotros merecen las mismas oportunidades en igualdad de condiciones. Una mujer es capaz de aportar y generar desarrollo en todos los rubros posibles. La mujer cumple un rol tan importante como el del hombre en la productividad de una nación.

En el caso de El Salvador, la historia nacional nos enseña que ha habido mujeres que han aportado muchísimo y que han contribuido al desarrollo en muchas ramas, léase la política, la economía, las artes, la cultura, las ciencias y muchas ramas más. Así tenemos personajes como Claudia Lars, Prudencia Ayala, María Isabel Rodríguez, Ana Mercedes Campos, Didine Poma, Consuelo Suncín, Adela Van Severen, Sandra Luz Chicas y muchas más. Pero no solo ha habido mujeres notables, también campesinas y obreras anónimas que con su aporte han contribuido grandemente al reconocimiento del género femenino.

El Salvador está plagado de mujeres grandiosas. Esas que todos los días, llueve o truene, madrugan para trasladarse a sus puestos de venta o para salir a vender a la calle, a las maquilas, almacenes o a cualquier otra fuente de trabajo. Esas que a las 4:00 de la madrugada ya están frente al fuego cocinando los alimentos de su familia y haciendo los preparativos para llevar a sus hijos a estudiar. Esas que labran la tierra o que dejan de comer para que sus hijos se alimenten. Mujeres que se entregan con mucho amor al cuido de sus hijos y que sostienen la base familiar generando valores para entregar a la sociedad a buenos ciudadanos.Muchas de ellas madres solteras que asumen responsabilidad de padre y madre para no desamparar a sus hijos, mujeres que en ocasiones son incomprendidas hasta por sus mismos descendientes, capaces de sacrificarse y si es posible dar la vida por la felicidad de sus vástagos. Definitivamente el país tiene el empuje de las mujeres que con ahínco se entregan a sus faenas y que son fuente vital y motor para mover la productividad, Profesionales que a diario dan su aporte a las ciencias y son partícipes del tejido social y el entramado dinámico del presente y el provenir de la sociedad salvadoreña.

Desde hace años las mujeres dejaron de ser una clase de segunda. En realidad, nunca debieron serlo, pero fue la estupidez machista la que generó condiciones de marginación, lo que evidentemente fue un freno para generar mejores condiciones de vida. Hombres y mujeres nos complementamos y ambos necesitamos uno del otro en todo el plano vital. La sociedad, en su dinámica, asigna roles, y en ellos cabemos todos. Igual puede desempeñar labores domésticas la mujer y el hombre, igual puede ser científico un hombre o una mujer, cualquiera con las mismas premisas puede ir al éxito o al fracaso porque hombres y mujeres tenemos y debemos tener los mismos derechos, las mismas responsabilidades e iguales deberes. Bajo las mismas oportunidades todos podemos alcanzar igual nivel de aporte en cualquier aspecto de la vida.

Por suerte la protección de las mujeres en El Salvador llega hasta el plano legal. En nuestro país existe la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres, vigente desde el 1 de enero de 2012. Esta ley es un valioso instrumento para proteger la vida y dignidad de las mujeres que aún sufren secuelas de un machismo enquistado por tradición y costumbre en nuestro país. Asimismo, hay muchas organizaciones e instituciones que tienen como política fomentar la protección de la mujer salvadoreña y mantienen campañas para generar conciencia sobre la igualdad de género.

Las mujeres salvadoreñas desde hace años que están llegando lejos y alcanzado sus aspiraciones en todos los rubros de la sociedad. Así, tenemos funcionarias, políticas, empresarias, científicas, académicas, comerciantes, y otras, que están en puestos claves aportando a la integridad e institucionalidad de la patria. Desde luego que falta mucho para lograr la igualdad plena y revertir la concepción tradicional de algunos sectores o personas, respecto a la importancia intrínseca de la mujer en la sociedad cuyo papel es importantísimo y merece un tributo. A todas las mujeres del mundo, pero especialmente a las salvadoreñas, muchas felicidades por ser tan valiosas como los hombres.