Aalgunos más que a otros les cuesta ganar su dinero de manera honrada. Diciembre es un mes especial por las festividades de navidad y año nuevo. Para la clase trabajadora trae aguinaldos, bonos y los respectivos salarios, lo que implica un poco de desahogo económico para las familias que pueden abastecerse de lo necesario, proyectar un poco el futuro año a corto plazo y por supuesto, disfrutar en el ambiente familiar. No es necesario ni correcto malgastar los ingresos decembrinos.

A estas alturas del mes ya la mayoría de empleados de la empresa privada han recibido su aguinaldo y los empleados estatales estamos próximos a recibirlo. Las cantidades difieren, pero lo importante que son ingresos legales que hemos ganado con nuestro desempeño laboral. Ninguna empresa o institución estatal regala bonos o aguinaldos, pues éstos ya están establecidos por la legislación nacional o la particularidad de los contratos de cada trabajador.

Si un trabajador no recibe su aguinaldo con base a lo establecido en las leyes laborales (Código de Trabajo), tiene todo el derecho a protestar y demandar al patrono. Las leyes son claras y especifican cuanto le corresponde a cada uno, según el tiempo de trabajo y el sector en el cual se desempeña. En cuanto a los bonos, estos son propios de los contratos colectivos en el sector público y de los contratos en la empresa privada, los cuales también están legalmente establecidos. Ojalá que los trabajadores reciban lo justo y que sepan administrar el dinero a favor de sus respectivas familias. No hay ninguna razón para malgastarlo en pólvora ni en licor, en falsas ofertas de la época o en sinsentidos. Recordemos que enero es un mes que genera más gastos de los previstos, debido al inicio del año escolar. El mismo diciembre genera gastos extras, como los regalos para nuestros hijos, la cena de navidad y año nuevo, los juguetes para los niños, y uno que otro “gustito” bien merecido en el ambiente familiar.

Se trata de no malgastar el dinero en pólvora. No solo ahorramos dinero que podemos utilizar en ropa, alimentos y otras eventualidades necesarias, sino que estamos protegiendo la seguridad y la salud de nuestros niños. Todos fuimos niños y disfrutamos de la adrenalina de reventar pólvora, pero también todos conocemos a alguien que en su niñez sufrió quemaduras y graves lesiones y que hasta ahora sufren las secuelas de esos percances. Un primo de mi misma edad, quedó lisiado para el resto de su vida, luego que a los nueve años le reventó un mortero en la mano.

Comprar pólvora es quemar los billetes y exponernos a duras sanciones si nuestros niños sufren alguna quemadura producto de la explosión de la pólvora. Si los padres de familia se distraen y no cuidan a sus hijos menores de 18 años mientras revientan pólvora, el Código Penal en su artículo 199 establece una sanción de uno a tres años de prisión por el delito de abandono o desamparo al menor, ya que se considera que al dejarlos solos se pone en riesgo su integridad física y hasta la vida.

Además de la parte legal, está la parte humanitaria. Niños con diferentes grados de quemaduras que se pasan semanas, meses y hasta años en los hospitales con un proceso de recuperación lento y doloroso que al final les dejará graves secuelas. El Estado gasta miles de dólares en estos procesos de recuperación que desbastan a las víctimas y a sus seres queridos. Allá por 2011, en San Juan Opico, La Libertad, conocí el caso de Samuel, un adolescente entonces de 13 años a quien tuvieron que amputarle una pierna después de un año que los médicos intentaron salvársela. Al muchacho le reventó la pólvora que llevaba en su bolsa delantera del pantalón, y literalmente le destruyó la pierna y le provocó quemaduras en el 50 por cierto de su cuerpo.

Recordemos que la Ley Especial para la Regulación y Control de las Actividades Relativas a la Pirotecnia tipifica como falta grave permitir que niñas, niños y adolescentes manipulen pólvora sin la supervisión de una persona adulta, de tal manera que el padre, madre o responsable del menor de edad debe pagar una multa de $1,825. Lo mejor es no malgastar el dinero en pólvora, por la seguridad de los niños y la tranquilidad de la familia.

Tampoco hay que ser tan bobo para gastar el dinero en licor. Las festividades decembrinas no deben estar ligadas a las bebidas alcohólicas. Una persona en estado de ebriedad pierde hasta el 80 por ciento de sus facultades psíquicas y somáticas. Se pierde la razón y las facultades físicas. Lo peor, se pierde la dignidad, el dinero y algunos cometen acciones que no tienen retorno ni arrepentimiento y algunos lamentablemente pierden hasta la vida.

Hay que disfrutar amenamente con la familia, con los amigos, con los compañeros. Pasarla bien no es sinónimo de alcoholismo. Lo importante es vivir la navidad y el fin de año con los seres queridos, con la sobriedad suficiente como para atesorar bellos recuerdos y remembrar los momentos felices vividos en el pasado. Amigos salvadoreños, no malgastemos en bebidas embriagantes, ese dinero puede ser útil para algo realmente necesario en nuestros hogares. Mi consejo de amistad es que no malgastemos nuestros ingresos decembrinos. Navidad es tiempo de fortalecer la fe, compartir con los demás y pasarla bien en familia. Nada de esto debe estar ligado a la quema de pólvora o al consumo de alcohol. Pasémosla bien con nuestros seres queridos, seamos cautos, disfrutemos sanamente, evitemos que nuestros niños sufran quemaduras y que por culpa del alcohol la felicidad no llegue a nuestros hogares. No malgastemos nuestro dinero en pólvora y alcohol.