Si algo me ha quedado pero de lo más que claro en El Salvador, es que a la gente no le importa la democracia, ¡es más!, estoy absolutamente convencido que ni siquiera tiene una lejana idea de lo que es.
Es mucho más que ir a votar. Se trata (a grandes rasgos) de que las decisiones del gobernante sean con base en las necesidades de la población, en su amplia gama de intereses. ¿Desde cuándo, entonces, sacar millones de dólares del erario público para apostarlos en la ruleta del Bitcóin era una necesidad nacional?, sobre todo cuando hasta el menos versado sabía que estaba fuera de lugar, que era sumamente riesgoso. Hasta los de ARENA tenían más gracia para saquear la hacienda pública.

El presidente de la República ha destruido la democracia, la Constitución le sirve para limpiarse la suela de los zapatos y, aun así, tiene el 85 % de aprobación. Yo entiendo perfectamente que pueda tener el apoyo del 77 % del pueblo por el combate directo (como nunca antes visto, como siempre se deseó), contra las maras pero, de eso, a que lo apoyen siendo un ludópata empedernido, ya me parece una especie de locura. No de ignorancia sobre ciencias políticas, sino un problema mental.

Pero no, no hay ningún tipo de enfermedad psicológica en todo esto, sino que simplemente es que las masas son emotivas, de muy escasa (sino es que nula) lectura, reaccionan a lo inmediato, a los cantos de sirena, tienen poca proyección a futuro o miran al mañana a través de una estrecha rendija.

Como ya se los había dicho en otras entregas, el señor Presidente no ha cumplido sus promesas más básicas y, por si fuera poco, empezó a hacer cosas que nunca fueron parte de su propaganda. ¿Cómo se le llama a la persona que es así? Embaucador. Por ejemplo, la modificación de la Constitución, sus deseos reeleccionistas, por solo decir algunas cosas, nunca las mencionó. Se lo ocultó en la manga de la camisa.

Lo del Bitcóin, como moneda nacional, fue otra de sus ocurrencias y miren ahora el resultado. Ni lo digo porque suficiente se ha escrito al respecto. Pero no puedo dejar de preguntar: ¿Surf City? ¿Minar Bitcóins? ¿Chivo Wallet? ¿Depositar $30.00 sin que estuvieran presupuestados? Algo nos pasa como nación, como República, como pueblo, ¡como homo sapiens! si no vemos en todo ello un serio problema. Me alegra enormemente poder decir: ¡Se los advertimos! Este señor era un demagogo, aunque para ello hayamos tenido que perder millones.

Pero, bien, nada va a cambiar, el señor seguirá gobernando, no habrá progreso en el país, seguiremos en los últimos lugares de desarrollo y en los primeros de índice de pobreza; y el mandamás se reelegirá con una votación abrumadora, ya que no existe una verdadera oposición, es decir, no pasan de alguna crítica suelta que se pierde en el mar de aplausos de los seguidores del dictador más cool del mundo. Ya les he dicho: están perdiendo el juego... sino es que ya está perdido.

Solo quiero finalizar con esto. El actuar del señor Presidente es tan errático, contradictorio, compulsivo y soberbio que no se da cuenta de lo que hace. Ha pasado peleándose con la embajada de los Estados Unidos pidiendo que no intervengan en los asuntos del país, que no es su patio trasero y, no obstante, pidió a los votantes del distrito de la congresista Norma Torres que no votaran por ella. Además, esgrimiendo argumentos halados de los pocos cabellos que le quedan. Ahora ya no tendrá solvencia moral (ni él ni sus fans) para criticarla cuando les pida a los salvadoreños que no voten por él.

Aunque, para ser realistas, al Presidente toda norma, sea moral o legal, le vale un pepino. Esto pasa cuando se ha tenido a los habitantes de un país en la más oscura ignorancia sobre lo que implica en verdad la democracia. Así que, cuando salgan a las calles a votar los fans color cian, ya saben: no les interesa en verdad la democracia, incluso, no saben lo que significa.