El salvadoreño, es arrecho, trabajador, inventor, innovador, el asunto es que no se queda quieto hasta que lleva el alimento de forma honrada al hogar, por supuesto que dentro de un conglomerado de personas, siempre existirán los picaros, los corruptos y deshonestos, que buscarán aprovecharse de cada coyuntura para estafar y robar, personas que desde pequeños acortaron los pasos al éxito, que no ven en el esfuerzo la mayor bendición y en la tenacidad la oportunidad de aprender y desarrollar habilidades. Pero más allá de los picaros, están los salvadoreños honrados que nunca se detuvieron por un terremoto o un huracán.

Tampoco dejaron de ir a buscar el pan de forma honrada debido el conflicto armado, ni la reciente pandemia (COVID-19), hizo que menguara el ahinco y el deseo más profundo de sacar adelante a la familia. Es evidente que la tormenta tropical Julia está azotando fuerte a El Salvador, pero no como lo ha hecho en otras naciones, pese a ello el salvadoreño laborioso, no se ha detenido y hemos visto su amor y esfuerzo. Madres solteras y ancianitas vendiendo su pan u ofreciendo sus productos por las diferentes calles y avenidas del país, dado que la mayoría de salvadoreños no cuentan con un ingreso fijo.

No reciben viáticos, ni tienen plazas ad honorem, que les permita quedarse en sus hogares, con toda la tranquilidad del mundo, de manera que no salen a la calle, porque sean vagos o necios, salen a las calles en busca del pan, tienen claro que deben cumplir con sus obligaciones y deudas. “El camino del hombre perverso es torcido y extraño; Mas los hechos del limpio son rectos” (Proverbios 21:9). De modo que lo último que se debe perder es la fe y la esperanza, ya que el Señor Jesucristo, dará paz y consuelo en medio de la tormenta.

El consuelo y el milagro suceden de manera sorpresiva, esto me recuerda a la historia del Dr. Mark, quien era un oncólogo famoso. Un día voló a una importante conferencia en otra ciudad donde iba a recibir un premio en medicina. Sin embargo, una hora después del despegue, hubo un aterrizaje de emergencia en un aeropuerto cercano. El médico alquiló un automóvil y se dirigió a la conferencia. Sin embargo, poco después de su partida, el clima empeoró y comenzó una violenta tormenta. Debido a la fuerte lluvia, Internet desapareció en el navegador, giró en la dirección equivocada y se perdió.
Después de dos horas conduciendo, se dio cuenta de que había desaparecido, se sentía hambriento y terriblemente cansado, por lo que decidió buscar un lugar para quedarse. Finalmente, se encontró con una pequeña casa, desesperado, salió del coche y llamó a la puerta, una mujer muy amable abrió, por lo que el doctor le explicó su tragedia y le pidió usar el teléfono. La mujer le dijo, que no tenía teléfono, pero que podía entrar y esperar a que mejorara el clima. Hambriento, mojado y cansado, el médico aceptó su oferta y entró. La mujer le ofreció té caliente y dijo que iría a orar al Señor Jesucristo.

Ante este escenario Dr. Mark, siendo un hombre de ciencia, sonrió y dijo que solo creía en el trabajo duro y en el destino que los hombres pueden forjar. Sentado a la mesa, tomando un sorbo de té, el médico observó a la mujer orar junto a la cama. El médico se percató que la mujer necesitaba ayuda, así que cuando terminó de orar, le preguntó: ¿Qué es exactamente lo que quieres de Dios? ¿Crees que Dios alguna vez escuchará tus oraciones? La mujer sonrió tristemente y dijo: El bebé de la cuna es mi hijo, que tiene un tipo raro de cáncer, y solo hay un médico que puede curarlo, su nombre es Mark. Sin embargo, yo no tengo el dinero, y el Dr. Mark vive en otra ciudad. Dios todavía no ha respondido a mi oración, pero sé que lo hará y traerá al doctor de una u otra manera a mi hogar ... y nada quebrantará mi fe. Aturdido y sin palabras, el Dr. Mark, simplemente se echó a llorar. Él susurró: Dios es maravilloso... Recordó todo lo que le pasó: el accidente de avión, la lluvia torrencial que le hizo perder el rumbo; y todo esto sucedió porque Dios no solo respondió su oración, sino que también le dio la oportunidad de salir del mundo material y para ayudar a su prójimo. “Ahora es el momento de salir ayudar al prójimo”