Lo que trazo a continuación es lo que he leído, indagado y escuchado. Las fechas, personajes, acontecimientos han quedado escritos en la historia salvadoreña. Cada habitante ha contribuido a hacer historia. A veces hay datos certeros, tergiversados y otros mal intencionados. Cada época tiene sus convulsiones y bondades.

Tuvimos la época dorada del añil, de las algodoneras y la del “grano de oro” del café. Con respecto a la época del café, cada terrateniente u oligarca brindó oportunidades laborales.

En este país hubo, tal como lo dicen, “escuadroneros de la muerte”, guerrilleros, oenegés que vinieron a envenenar las mentes, secuestradores, etc. Tal parece que todo lo que se hizo fue una pesadilla; Sin embargo, fue una realidad. Sacerdotes, empresarios, alcaldes, campesinos, mucha gente fue asesinada. ¿Valió la pena toda esa sangre derramada?

La historia hay que leerla, se aprende mucho mejor cuando un anciano o letrado nos instruye, cuando nos narra los relatos. A veces, los libros con una tendencia ideológica hacen que la historia no sea pura. Los periodistas son también una pieza importante para escribir las páginas educativas. Con respecto a los textos escolares, se debe tener mucho cuidado al explicar a los discentes sobre hechos históricos.

Hubo una guerra fratricida, guerrilleros y soldados se enfrentaron, algo que no tuvo que suceder; sin embargo, el pueblo se indignó al ver las desigualdades sociales y otros problemas sociales. Mucha gente inocente fue asesinada. Desde la conquista española hemos tenido una historia convulsionada, en una imagen observé cuando nuestros ancestros hacían rituales y sacrificios humanos; mientras tanto, los españoles introdujeron a la fuerza su religión, costumbres, etc. Hay que saber cómo se fundó la República, los poderes del Estado, etc.

Cada presidente salvadoreño ha hecho historia, algunos luchando contra ideologías extrañas (marxismo), otros enriqueciéndose. La historia se debe investigar, por ejemplo, muchos creen que Maximiliano Hernández Martínez mandó a asesinar a su propio hijo, eso es una falacia. Ese mandatario, para algunos fue villano, para otros un héroe. Mientras daba la orden de construir escuelas, puentes, etc., dio el mandato de asesinar a más de 25,000 campesinos, según algunos autores (...). No se sabe aún cuántos indígenas fueron acribillados. No hay datos de cuántos asesinaron en los otros municipios como: Juayúa o Tacuba. El presidente actual, Nayib Bukele, dejará un gran legado, erradicar las pandillas.

Al hojear libros de historia nos damos cuenta de que hay datos que se deben seguir indagando, reseñas que se deben rectificar. Por ejemplo, hasta la fecha hay una confusión con lo del Golfo de Fonseca. ¿Ha sido justa la historia de El Salvador?

Según Jorge Ruiz de Santayana “Quién olvida su historia está condenado a repetirla”. A esto quiero tomar a colación los nombres de las personas que fueron asesinadas en el conflicto armado en El Salvador en los años ochenta. En el parque Cuscatlán también debería estar escritos los nombres de los soldados asesinados en la guerra. Los libros, documentales, videos ayudan mucho a esclarecer los datos. A veces, hasta los historiadores se equivocan. Además, hay revistas científicas en donde se recopilan datos. Las cifras son las que más calan, los que sufren la violencia, así como sucedió con el nacimiento y proliferación de las pandillas. Otro lado oscuro de la historia. Quizá, al tener a un país con mejor educación, oportunidades laborales o mejor economía, algunos acontecimientos garrafales no hubiesen sucedido.

El salvadoreño también ha hecho historia a través de la migración, si no hubiese habido guerra u otros conflictos, más de dos millones de salvadoreños no estuviesen ayudando a que este barco no se hunda. Cada presidente, cada funcionario, campesino, obrero, profesional, todos, somos parte de esta historia.

En esta bendita historia hay personajes que dejaron gran legado, deseo mencionar a algunos: Arturo Castellanos, Arturo Romero López, Fidel Sánchez Hernández, José Gustavo Guerrero, Francisco Gavidia, Alberto Masferrer, Prudencia Ayala, etc. Además, es de darle las gracias a los historiadores: Jorge Lardé y Larín, Héctor Lindo Fuentes, y al salvadoreño que vive en España Carlos Cañas Dinarte. Los antropólogos también ayudan a la historia.

Todos hacemos historia, estamos siempre con pluma y papel en mano esculpiendo los libros. En cada municipio hay un historiador o maestro que teje los acontecimientos suscitados. Hay mucha historia por escudriñar y aristas por esclarecer. Algunas cicatrices de la historia se recordarán, pero nunca se borrarán.