El territorio histórico otorgado por Dios al pueblo de Israel, mediante la promesa dada al padre Abraham, fue la tierra de Canaán, según el relato del libro de Genesis 12:1-5 “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.........y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron” dicho territorio se sitúa en el Medio Oriente, a lo largo de la costa este del Mar Mediterráneo, que está entre tres continentes: Asia, África y Europa.

En la actualidad abarca las naciones de Israel y Palestina (la Franja de Gaza y Cisjordania), la zona occidental de Jordania y algunos puntos de Siria y Líbano. En esta tierra, el pueblo judío comenzó a desarrollar su devocion por el único Dios verdadero, así como su cultura, es decir que tiene una historia de más de 4.000 años, en la que los judíos no solo han poseido este territorio, con altos y bajos, por la veces que han sido esclavizados, sometidos, perseguidos, oprimidos y exterminados; en otras palabras en este territorio han conservado una permanente presencia física, durante siglos como un estado soberano.

El 14 de mayo de 1948, Israel proclamó su independencia, al anunciarse el final del mandato británico en Palestina, lo cual no cayó en gracia a los árabes, ya que estos estaban determinados a impedir que Israel alcanzara su soberanía. Los judíos, liderados por Ben-Gurión, declararon en Tel Aviv la creación del Estado de Israel, de acuerdo al plan previsto por las Naciones Unidas. Y menos de 24 horas más tarde, los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron, forzando a Israel a defender la soberanía recién recuperada, de un territorio que les pertenece historicamente por mandato divino.

Dándose la Guerra de la Independencia de Israel, las recién formadas y mal equipadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) rechazaron a los invasores en combates intermitentes que se prolongaron por unos 15 meses y cobraron más de 6.000 vidas (casi el uno por ciento de la población judíal del país en aquel entonces). Durante los primeros meses de 1949, se mantuvieron negociaciones directas, bajo los auspicios de la ONU, entre Israel y cada uno de los países invasores excepto Irak, que se ha negado a negociar con Israel hasta la fecha.

La planicie costera, la Galilea y todo el Néguev, quedaron bajo la soberanía de Israel, Judea y Samaria (la Cisjordania) pasaron a dominio jordano, la Franja de Gaza quedó bajo administración egipcia, y la ciudad de Jerusalén quedó dividida, controlando Jordania la parte oriental, incluida la Ciudad Vieja, e Israel el sector occidental. De manera que la nación de Israel, lo que ha hecho a través de la historia es aprender a defenderse todas aquellas naciones y grupos terroristas (Hamás) que albergan el odio y proclaman el sentimiento anti sionista en el mundo.

A efectos de una mejor comprensión del conflicto israelí- palestino, se utiliza el término israelí en alusión al moderno Estado de Israel, mientras que israelita, hebreo y judío remiten más propiamente al antiguo pueblo semítico. Israelí designa a aquellas personas que han nacido en el moderno Estado de Israel o, en general, a los que viven en él con independencia de su origen, lengua o religión. Igualmente, el término israelí es el adecuado para referirse a cualquier institución política u organización de dicho Estado, así como a lo relacionado en general con el país.

En cambio, el términos hebreo, judío e israelita se pueden emplear tanto para aludir al antiguo pueblo de Israel como para la religión del judaísmo. De manera que el sentimiento antisionista que promulgan ciertos grupos árabes y particularmente los terroristas de Hamás que han atacado brutalmente al pueblo de Dios en los últimos días, está enfocado en un odio profundo en contra de los judíos, de tal suerte que sueñan con un exterminio total de la nación de Israel, pero todo ello no será posible, ya que sobre esta nación pesa una promesa dada por Dios, cundo la dijo al padre Abraham “y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.