Desde la década de los 90, poco a poco motivados por la inseguridad las directivas comunales de las colonias y urbanizaciones de la capital y otras ciudades del país fueron tomando la decisión de “amurallar” sus lugares de residencia colocando portones en las entradas y salidas, limitando con ello el libre tránsito de peatones y conductores. Desde luego que la justificación era más que valida y probablemente en algunos lugares todavía tenga vigencia el motivo de los “amurallamientos”, pues la delincuencia, especialmente la de bagatela continúa día a día.

El raterismo parece continuar como antes, incluso da la sensación que se ha incrementado un poco. Los rateros continúan haciendo de las suyas a toda hora del día, así como la vagancia, lo cual podría ser la justificación valedera para que continúen instalados los portones que marginan la libre movilidad. Sin embargo, la principal causa para colocar los portones era el accionar pandilleril, el cual ha bajado ostensiblemente, a tal punto que en algunas colonia ya no hay vestigios de pandillas, por lo que ya no son necesarios los portones para impedir el libre tránsito.

Si se trata de encontrar una justificación para no retirar los portones, esa debe ser seguramente la forma temeraria de conducir de muchos, especialmente los motociclistas, que no respetan a los peatones. En muchas colonias las calles principales internas son utilizadas para que jueguen los niños y para que los vecinos socialicen o se distraigan un poco con sus mascotas. Hasta aquí todo bien: Los portones son necesarios. No obstante, el parque vehicular en El Salvador ha crecido a niveles insospechados con casi un millón 600 mil vehículos, lo que ha generado que en la capital y las principales ciudades del país las horas pico sean casi todas: Desde las 5:00 a.m. hasta las 9:00 p.m. Inclusive a veces antes y después de dichas horas.

Muchas de esas colonias o comunidades que decidieron colocar portones o plumas, tiene calles o avenidas que perfectamente son rutas alternas para ayudar a disminuir los atoramientos viales, pero al estar bloqueadas generan un incremento del estrés del congestionamiento vial. Un alto porcentaje de esas colonias decidieron cerrar los pasos libres sin consultar o tener autorización de los concejos municipales o de otras autoridades idóneas.

En San Salvador, Santa Tecla, Mejicanos, Soyapango, Antiguo Cuscatlán, Ciudad Delgado, Ayutuxtepeque. Ilopango, San Marcos, Cuscatancingo, Apopa, San Miguel, Santa Ana, Sonsonate y otras ciudades híper urbanizadas del interior del país es posible ver los famosos portones o las plumas que impiden el tráfico vial y peatonal, a pesar que por Constitución las calles, avenidas o cualquier tipo de arteria, son de uso público. Hay peatones que deben caminar varias cuadras extras para llegar de un lugar a otro porque los portones y las reglas acordadas por la comunidad lesimpiden cruzar una vía, un pasaje, una calle, un atajo o simplemente una acera.

En algunas zonas urbanizadas incluso hasta han construido túmulos, canaletas, casetas de control y cualquier otro tipo de obstáculo sin autorización de nadie, más que por el interés particular de los vecinos, lo cual es entendible, pues la seguridad es un bien intangible que debemos priorizar y hacerlo efectivo. Reitero, hay lugares donde un simple portón vecinal impide descongestionar el tráfico.

Se hace necesario que las autoridades del Ministerio de Obras Públicas y sus dependencias, así como las alcaldías hagan diagnósticos a profundidad para evaluar a conciencia donde es necesario eliminar esos portones, garantizando la seguridad de los vecinos y haciendo valedero el derecho de los peatones y conductores. Ese estudio debe llevar la voz ciudadana y el interés genuino de los interesados, debe llevar análisis técnico y soluciones amigables para todos.

Desde luego que en las calles vecinales de las colonias o comunidades no debe permitirse el tráfico pesado y debe restringirse o controlarse la velocidad máxima, incluso puede evaluarse el horario de uso de esas calles y avenidas que deben contar con la señalización adecuada para evitar accidentes o percances con resultados lamentables.

Todos tenemos derechos a cuidar nuestros espacios, pero también estamos obligados a respetar los derechos ajenos que conllevan la libertad de movilización y el libre tránsito. El Estado como el artífice de la nación es el ente responsable de garantizar el buen funcionamiento del sistema de convivencia social, por ende las autoridades deben poner manos a la obra y buscar soluciones cuanto antes.

Para nadie es un secreto que la seguridad en el país ha mejorado y que en algunos sitios ya no son necesarios los portones para ayudar a brindar seguridad, aunque obviamente se requieren para la protección peatonal de los vecinos. Tampoco es un secreto que estamos hasta el hartazgo de los congestionamientos diarios, a toda hora y en todo lugar. Eliminar algunos portones vecinales no será suficiente, pero seguramente ayudará a aliviar un poco la congestión vial. Cada calle cerrada por “murallas” debe ser objeto de estudio, a lo mejor algunas deben seguir así, pero otras deben abrirse al libre paso peatonal y vial.

Las autoridades de Obras Públicas tienen un reto enorme. Es su tarea buscar todo tipo de mecanismos para garantizar el flujo vial-peatonal, pero también garantizar la seguridad de los vecinos. Cualquiera que sean las propuestas deben realizarse de manera legal y cuanto antes, pues el agobiante congestionamiento vial rutinario nos está llenando de estrés, está dañado nuestras economías domésticas y está reduciendo nuestra calidad de vida. Un promedio de tres o más horas diarias en el tráfico es una muestra de ello.