La semana pasada fui invitado como ponente y pude ser testigo de un gran evento académico, dos universidades de nuestro país se unieron por medio de sus Facultades de Maestrías y Posgrados, la Universidad Don Bosco, y Universidad Evangélica de El Salvador, y organizaron un conversatorio denominado: “La familia como estrategia de prevención de la violencia y construcción de una cultura de paz”, con una organización impecable, uniendo esfuerzos, haciendo sinergia entre las fortalezas de cada facultad, y con modalidad presencial y virtual para abordar un tema fundamental para prevenir la violencia y generar una cultura de paz.

Cada detalle académico muy bien construido por los decanos, con el apoyo técnico y logístico de los coordinadores de las maestrías, y el equipo de multimedia se desarrolló el conversatorio en dos fases. La primera por un panel de expertos técnicos, en donde cada panelista expuso sus puntos de vista sobre la relevancia de la familia, problemas estructurales, causas y orígenes de la violencia intrafamiliar y comunitaria, y las propuestas para atender la familia, como las posibles soluciones y recomendaciones para el Estado salvadoreño.

En la segunda parte el panel fue conformado por el responsable académico de las maestrías y posgrados de ambas universidades, donde desarrollaron un conversatorio muy interesante, comentaron el panel técnico e informaron a la sociedad sobre los programas académicos que disponen para atender la formación especializada en prevención de violencia, cultura de paz, atención a la familia, prevención de violencia contra niñas, niños, adolescentes y mujeres.

La familia salvadoreña es un factor de control social informal, que desde sus orígenes etiológicos, antropológicos y sociológicos existe un orden jerárquico donde se encuentra el poder de influencia de cada uno de sus miembros, pero también donde se aprenden, asimilar y practican los conceptos de amor, respeto, justicia y solidaridad.

El control social informal se verifica en el proceso de socialización de cada persona, le enseña a cada miembro de la familia las normas a seguir, métodos, valores, principios para poder integrarse a una sociedad.

Nuestras familias han sido afectadas históricamente por factores criminógenos como pobreza, exclusión, marginación, falta de servicios básicos por parte del Estado, falta de empleo, de sana diversión, machismo y cultura patriarcal, ausencia de un modelo educativo y modernamente por el conflicto armado, bandas organizadas, pandillas criminales, violencia homicida, desapariciones, principalmente en el segmento de adolescencia y juventud, hombres que no quieren trabajar ni estudiar que, además, son violentos; niñas, niños y adolescentes que han estado condenado al encierro, a ser desterrados de su comunidad y hasta ser enterrados por ser asesinados por las pandillas.

Es indispensable hacer un giro y poder trabajar en unidad todo el Estado salvadoreño para restaurar la familia salvadoreña, por medio de varias estrategias entre las cuales sugiero y propongo: la creación de un ministerio de la familia, trabajar en primera infancia, diseñar un modelo educativo para los próximos veinte años dentro del cual esté la escuela de tiempo pleno, reforzar el modelo de escuela para padres, trabajar con los hombres sobre el machismo, así como control de ira, enojo, frustración, buscar a las iglesias y solicitar que se trabaje con temas para la familia. Las grandes ausentes son las alcaldías y son las que llegan a cada distrito y municipio, revisión de las leyes y normativas relacionadas con el alcohol etílico. No agoto el tema, pero me parece una aproximación a la búsqueda de soluciones. Salvemos y restauremos nuestras familias y salvaremos nuestra nación.