Un patrón de conducta, es la forma de actuar de una persona, que obedece al modelo de otra, es decir lo adquiere por imitación o por la interacción con la sociedad en que crece y se desarrolla. Algunos estudiosos de la conducta humana, dicen que la cultura influye sobre la personalidad de los hombres y mujeres. El niño aprende algunas formas de actuar de lo que ve en sus padres, y le parece que son normales. La Biblia nos habla de las maldiciones generacionales, que inconscientemente o conscientemente algunos hijos e hijas practican y aprenden de sus padres, como el caso del alcoholismo, el adulterio o lo truhanería.

Hay ciertos textos que nos dan los elementos de las maldiciones generacionales, como el caso de Éxodo 20:5; 34:7; Números 14:18; Deuteronomio 5:9. Algunas personas consideraran injusto que Dios castigue a los hijos por los pecados de sus padres. Sin embargo, esto es un enfoque limitado y terrenal. Dios nos explica que los efectos del pecado se transmiten de una generación a la siguiente. Por ejemplo, cuando un padre tiene un estilo de vida deshonesto y pecaminoso, sus hijos también son propensos a tener el mismo estilo de vida, es por ello que Dios castiga el pecado hasta la tercera o cuarta generación.

Ya que los hijos continúan repitiendo los mismos pecados que hicieron sus antepasados, pero son castigados por sus propios pecados, no por los pecados de sus antepasados. La Biblia nos dice específicamente que Dios no responsabiliza a los niños por los pecados de sus padres (Deuteron omio 24:16). De modo que siempre habrá un hijo o hija que sobresalga aquel que no imita lo malo sus padres sino lo bueno, por ello vemos que aun en la pobreza y en las múltiples carencias ciertas personas destacan en la vida, logran sus sueños a pesar de pronósticos negativos.

Esto me recuerda a la vida de José (Genesis 37), el que llegó a ser el primer ministro de Egipto, su vida constituye una representación del que no imita lo malo y el cumplimiento de la promesa divina: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Ro. 8:28). José parece haber hecho siempre lo que era correcto; pero, más importante, lo hizo por el profundo respeto que tenia hacia Dios, contrario a los inicios de la vida de su padre Jacob, cuyo nombre significa suplantador, no solo compreo con truhanería la primogenitura de su hermano Esaú, dando a cambio un plato de lentejas por un bien intangible importantísimo.

Del mismo fue mal aconsejado por Rebeca su madre (Genesis 27:8-17), quien lo veía como hijo favorito (otro problema que genera división entre hermanos el hecho de que los padres tengan hijos favoritos) esta le aconsejó que suplantara a su hermano Esaú, para recibir de su padre Isaac la bendición de la primogenitura, es así como Jacobo aprovechó con argucia los beneficios del cielo que le correspondían a Esaú. De manera que José pudo haber imitado la truhanería de su padre, pero aun a costa de su vida prefirió siempre hacer lo recto delante de Dios.

De modo que hacer lo correcto en la vida, es posible que nos acarree persecución, ya que es más peligrosa una persona honesta que un corrupto. José fue humillado por sus hermanos que le tenían envidia, lo golpearon, lo metieron a un poso, y para no matarlo decidieron venderlo como esclavo. Es así como llego a Egipto, pero todo lo que hacía en ese país prosperaba aun en su condición de esclavo. Las personas envidiosas te perdonan todo incluso el fracaso, pero no están dispuestas a perdonar el éxito de otros. José nunca desmayó en hacer lo recto, incluso se negó a la mujer de su amo y por ello terminó preso.

Estando en la cárcel, prosperó porque la mano de Dios nunca se apartó de su vida, y de la cárcel salió no como esclavo sino como el primer ministro de Egipto, en consecuencia, el hacer lo correcto en todo momento, trae como recompensa el favor de Dios. Así que para romper las maldiciones generacionales o patrones de conducta malos, es importante permanecer en el Señor Jesucristo (2ª Corintios 5:17) y mantenerse firme como buen soldado (2 Timoteo 2:4-5) “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado. Y también el que lucha como atleta, no es coronado si no lucha legítimamente”