Es un joven menor de 25 años, con una esposa y un hijo. Solo ha estudiado bachillerato y su “profesión” es la de futbolista. A los 16 años lo descubrieron como un buen jugador y pronto lo llamaron a jugar en la reserva de un equipo llamado “de los grandes” (jajaja). Dos años después debutó en Primera División y ahora ya tiene experiencia de más de tres años jugando en la “liga profesional” salvadoreña, la cual carece de todo. O casi todo.

En lo que va del año solo ha cobrado un mes de salario. Juega en un equipo que hasta ahora les debe a casi todos los jugadores toda la temporada. Antes jugó en un equipo que no le pagó nunca y que al desaparecer literalmente los directivos se desligaron de toda deuda con los jugadores, limitándose a firmarles el finiquito para que pudiera inscribirse en otros equipos, o clubes, como les gusta que les digan.

Este joven tiene que pagar casa, pasajes para ir a entrenar, mantener a su familia, vestirse, pagar recibos de los servicios básicos y asumir el resto de los gastos que implica la sobrevivencia. Ha prestado para sobrevivir estos dos últimos meses y ya debía de los préstamos que hizo las temporadas pasada. En tres años de jugar fútbol “profesionalmente” solo ha cobrado cinco o seis meses. Tiene contrato firmado, pero no tiene seguro social, mucho menos cotiza para las pensiones. Su salario es ligeramente superior a mil dólares mensuales, pero en todo caso es nominal porque nunca le pagan. A veces los directivos, como si fuera una burla, se acercan para entregarles migajas. Ese equipo deudor es C. D. Platense.

Platense quizá sea el que más debe. Pero igual deben: Águila, Alianza, FAS, Luis Ángel Firpo, Isidro Metapán, Once Deportivo, Santa Tecla, Municipal Limeño, Fuerte San Francisco, Dragón y Jocoro. El problema es más sensible en la segunda y tercera división. No hay uno solo equipo que se escape de deber a sus jugadores ya sea una quincena o toda la temporada. El problema es de siempre. Allá por 1986 la Universidad de El Salvador pasó una temporada sin pagar a sus jugadores. Once Lobos descendió sin haber pagado ni cinco a sus jugadores en toda una temporada. Chalatenango desapareció dejando con grandes deudas a sus exjugadores. La lista es extensa. Creo que no hay temporada sin que haya habido por los menos un equipo que cierre debiéndole a la plantilla completa. Han sido pocos equipos los que han logrado solvencia, como lo hizo en su momento el L. A. Firpo que presidía el finado Sergio Torres Rivera.

Es un problema serio de estructura del “futbol profesional de El Salvador”. El problema tiene muchas aristas y enumerarlas es difícil, pero algunos están a flor de piel, por ejemplo los malos directivos incapaces de planificar y generar autosuficiencia y patrocinios, la falta de apoyo de las aficiones que no asisten a los estadios porque el espectáculo que se ofrece es deprimente, el periodismo deportivo comprometido con intereses de directivos más que deldeportes en sí, la nula fiscalización del Ministerio de Trabajo, la deficiente organización que se genera desde la Federación de Fútbol hacia los equipos, la poca exigencia profesional de los futbolistas que no se esmeran por superarse.

Muchos quieren estar como dirigentes de equipos para ganar prestigio (mal prestigio, por cierto), otros porque lo ven como parte de sus intereses políticos-partidarios, algunos porque sopesan la posibilidad de lavar dinero, otros porque creen que van a obtener fondos extras (robar) y otros porque de verdad piensan que harán algo bueno. Pocos entienden que ser dirigente es asumir una responsabilidad que implica planificación, profesionalismo y entrega. Deben saber gestionar, desde escenarios deportivos y formación sistemática de futbolistad hasta patrocinadores y adquirir la inmensa responsabilidad de darle soporte económico a un equipo a través de tener una visión empresarial y de estadista. Ellos son los responsables de tener al día a sus jugadores y demás empleados. Sé de directivos que prefieren pagarle o darle estipendios a periodistas deportivos para que los adulen, antes que pagarle a sus jugadores y cuerpo técnico.

Algunos equipos son expertos en malgastar los pocos erarios. Contratan a extranjeros desfasados, malos, pasados de libras, ya retirados, lesionados o de raro acento y les ofrecen altos salarios (para nuestro nivel productivo) y a ellos si les pagan porque si no les demandan internacionalmente, aunque algunos directivos son tan inoperantes y sinvergüenzas que tampoco les pagan a esos jugadores y simplemente dejan abandonados los equipos a su suerte.

El Ministerio de Trabajo debe intervenir y obligar a los equipos que cumplan con sus responsabilidades financieras y patronales. Si un jugador se lesiona se “jodió” la vida porque no tienen seguro social ni seguro de desempleo o de vida. Los contratos no deben ser exclusivamente de dominio de las autoridades del fútbol nacional, esos deben estar registrados en el MITRAB, para que se le dé fiel cumplimiento. Que los contratos sean del conocimiento de las autoridades del MITRAB para nada debe ser considerada una forma de intervención estatal. Deportivamente al equipo que no pague hay que descenderlo o llanamente desaparecerlo y directivos que no cumplan contratos, hay que procesarlos civil o penalmente.

Los futbolistas buenos o malos (más malos que buenos) son empleados y en su profesión (muy corta) están destinados a jugar y ganar, perder o empatar, de esa manera sus salarios no pueden estar condicionados a rachas, resultados o errores. Más bien las rachas, resultados y logros deben ser objeto de premios, los cuales no necesariamente son obligatorios, pero deben estar contemplados en contratos. Señores directivos, paguen a sus jugadores o simplemente no asuman responsabilidades si carecen de capacidad dirigencial. No sean irresponsables ni malas personas.