Hace años leí un libro escrito por Gregorio Garza, un psicólogo mexicano que se titulaba “Las claves para ser tolerante en un mundo intolerante” y me pareció una obra muy útil y cargada de consejos prácticos y necesarios para la convivencia social. Entre los cientos de casos explicaba que nadie debe quedarse con un sentimiento de ira o cólera, porque eso genera stress y luego enfermedades psicosomáticas. Un enojo se resuelve con diálogo y discusión (no con pleito). Yo puedo tener ideas diferentes a las de otra persona, pero cada uno tiene derecho a discernir y pensar diferente. En las diferencias pueden estar los puntos de acercamiento. Nadie debe ser mi enemigo por pensar o sentir diferente respecto a cualquier ámbito de la vida.

En un capítulo del libro explicaba que en una de las ciudades del mundo más congestionadas por el tráfico era México, donde son muy comunes los atropellamientos, los choques, los irrespetos a la señalización vial, las actitudes abusivas de conductores y peatones, los semáforos sin funcionar, el vandalismo, el bullicio, las calles en mal estado y muchas situaciones más que generan ansiedad y por ende sofocamiento mental, lo que suele dar paso a la intolerancia(algo similar en San Salvador y otras ciudades del país).

Garza señala que es inevitable el crecimiento de las ciudades y el aumento del tráfico vial, porque es producto de la “modernidad” y la falta de visión de las pasadas y actuales autoridades, por lo que recomienda armarse de tolerancia con el buen uso del silencio, con paciencia y con inteligencia emocional.

A veces ante la discordia es mejor guardar silencio de manera inteligente, pues un grito genera otro grito (una amenaza provoca otra amenaza); hay que mantener la paciencia y organizarnos mejor para evitar las horas picos, los congestionamientos circunstanciales y la pérdida de tiempo; y responder con inteligencia emocional. Si un conductor me pita “la vieja” o me grita, pues ignorarlo. Si tengo que desahogarme lo hago, lanzando improperios contra el conductor que estuvo a punto de chocarme, solo que debo tener la plena seguridad que éste no me escucha, lo hago con los vidrios arriba o de manera mental.

Uno no conoce los “demonios” internos que lleva el otro conductor (lo han despedido, tiene una urgencia, lleva un enfermo, conduce ebrio o dopado, su vehículo tiene desperfecto, es un delincuente que ah robado el vehículo, sufre de luto, lleva una emergencia, es un delincuente busca pleitos, es alguien de cuello blanco que cree que puede hacer lo que quiera, es un conductor novato, va armado, etc.). Por eso es mejor actuar con inteligencia y tolerancia.

La semana pasada hubo una racha de casos de intolerancia en el tráfico cotidiano. Casos que dan pena ajena y que conocimos a través de las redes sociales. A saber, un empleado de una heladería agredió a un anciano con su propio bastón en la carretera hacia Nejapa y como resultado el agresor sigue preso. El siguiente día el conductor de un tráiler siguió con machete en mano al conductor de otro vehículo tras discutir en carretera a Quezaltepeque. Ese mismo día un chofer de una ruta de microbuses golpeó otro vehículo en Soyapango y en vez de solucionar el problema agarró a golpes al otro conductor, por lo que el agresor fue condenado a no conducir durante 18 meses.

En otro hecho ocurrido en la alameda Juan Pablo Segundo, dos motociclistas casi chocan y en vez de pedirse sendas disculpas se van a los golpes, siendo capturados en flagrancia ambos. En otro hecho ocurrido en el bulevar del Ejército, un sujeto intentó pasar por una zona restringida y como el gestor de tráfico le señaló que estaba prohibido, lo arrolló por unos 25 metros, por lo que ahora el conductor esprocesado por conducción peligrosa y homicidio agravado tentado, pues usó el vehículo como arma para intentar matar al empleado. Luego en la carretera hacia Usulután, un motociclista intenta sobrepasar de manera prohibida a un pick up y el conductor de éste último lo golpeó con la parte trasera aparentemente de manera intencional provocando que el motociclista sufriera lesiones. Hace un par de semanas vimos como aficionados de dos equipos de fútbol nacional se agredieron en plena cancha, por la intolerancia y rivalidad deportiva.

Los seis casos viales quedaron documentados a través de video aficionados de testigos circunstanciales. Con seguridad son muchísimos casos más que ocurren a diario. Más allá del morbo que generan estos videos, también provocan pena ajena, rechazo y repudio. No se puede convivir agrediendo a los demás. Los salvadoreños debemos armarnos de paciencia y soportar las inclemencias del tráfico vial. Seamos inteligentes: tolerantes.