Son crecientes los graves señalamientos de corrupción sobre figuras del partido en el gobierno, Nuevas Ideas, y sobre diputados de su bancada legislativa, acusándolos además de presuntos hechos de corrupción, narcotráfico, lavado de dinero, nepotismo, falsedad ideológica, fraude electoral en sus primarias partidarias y presunto vínculo con grupos criminales de pandillas. Lo novedoso de estos “destapes” es que ninguna de estas denuncias procede de la oposición, o de medios de comunicación considerados incómodos por el régimen; sino más bien son denuncias internas, sustentadas por prominentes figuras gubernamentales, de sus propios legisladores, de reconocidos youtubers e influenciadores afines a ellos, algunos con muy larga trayectoria que hoy yacen enroscados y conocen el laberinto del poder del bukelismo.

Las evidencias sobre esas graves denuncias han inundado las redes sociales y están ampliamente sustentadas en sendas grabaciones muy comprometedoras, imágenes de presuntos ilícitos de narcotráfico, filtración de documentos que traslucen lavado de dinero, y falsedad ideológica. Además, chats de comprometedoras conversaciones privadas sobre la comisión de ilícitos, testimonios de graves irregularidades y presunto fraude en las primarias de Nuevas Ideas. Todo esto divulgado al mejor estilo de los destapes hechos por el exmilitar Vladimiro Montesinos (1990-2000) en Perú, quien fuera jefe de inteligencia y asesor del entonces presidente Alberto Fujimori. Fue tal la crisis generada por aquellas filtraciones, que obligaron a la renuncia del presidente Fujimori. Hoy ambos están presos purgando largas condenas por los delitos de corrupción, tráfico de drogas, lavado de activos, masacres y homicidios selectivos.

A estas alturas, ya está muy “calaceada” y descolorida la imagen cosmética de pulcritud, muy bien cincelada por los asesores venezolanos durante las campañas electorales conque Bukele y el partido Nuevas Ideas se presentaron a la opinión pública con un aura de novedosa limpieza y ética. Hoy los oscuros manejos y falta de transparencia de multimillonarios recursos del Estado durante la pandemia de Covid19, el ocultamiento de información sobre compras de vacunas y medicamentos, que debieran ser datos públicos, es una información dolosamente reservada hasta por siete años; y millones de dólares en oscuras compras de alimentos a sobreprecio en Sinaloa, México, en detrimento de los productores nacionales. Aunado a lo anterior, el fracaso del Bitcoin y la forzada implementación de la “Chivo Wallet”, que ha significado el despilfarro de alrededor de cuatrocientos veinticinco millones de dólares.

A este malévolo arte de modelar y engañar con las apariencias se refiere La Biblia en el libro del evangelista, San Mateo 23: 27-32. “Fariseos hipócritas, porque son semejantes a sepulcros blanqueados que por fuera se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muerto y toda suciedad”. Bukele desde su plataforma electoral ofreció enfrentar la corrupción y advirtió falazmente a sus propios funcionarios que si alguien resultaba comprometido en hechos de corrupción, él mismo lo llevaría a la cárcel. Bukele se comprometió con la creación de la Comisión de Investigación contra la corrupción y la Impunidad en El Salvador (CICIES) en conjunto con la Organización de Estados Americanos (OEA) y cuando la Comisión entregó al mismo presidente y a la Fiscalía doce expedientes que sustentan presuntos ilícitos de corrupción cometidos por sus funcionarios, este dio por roto el convenio con La OEA y disolvió la CICIES.
Ante las denuncias provenientes de sus propias filas y la publicación de contundentes evidencias, el propio partido Nuevas Ideas ha salido al paso de manera oficial y sin mayor explicación, separando de sus filas y suspendiendo la inscripción electoral de prominentes figuras a candidaturas legislativas; el propio presidente Bukele anunció procesos de investigación, sin el énfasis puesto en otros; La Fiscalía General de La República, que se ha mostrado muy diligente en su agenda contra quienes consideran adversos al Gobierno, se mantiene en silencio en este caso y no ha mostrado la diligencia habitual con que persiguen a opositores, críticos, ONG, líderes sociales, periodistas independientes y medios de comunicación incomodos.

La gran pregunta es: con todas las evidencias e indicios hechos públicos, ¿puede el ministerio público y el sistema judicial dominados y controlados por Bukele, de emprender un proceso serio de investigación que pueda llegar a fondo y sancionar los hechos comprobados? Quizá basta con recordar el antecedente de haber ignorado los doce expedientes sobre comprobados casos de corrupción entregados por la CICIES al mismo presidente Bukele y al fiscal general, que comprometen a prominentes figuras de su Gobierno, para más bien preguntarse si más que poder, tienen la voluntad para hacerlo.